"Mi imagen queda restaurada, ha sido lo mejor que ha podido suceder". Así recibió ayer el ciclista asturiano retirado Samuel Sánchez la aclaración por parte de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de la sanción que recibió de dos años por dopaje. El asturiano fue sancionado en agosto de 2017 por violación de la regla antidopaje al ingerir una sustancia prohibida, el GHRP-2, la hormona del crecimiento y su metabolito GHRP-2 M2. Ahora, dos años después, el máximo organismo del ciclismo ha indicado que la causa de la presencia de la hormona en Sánchez se debe a un "suplemento contaminado".

La UCI considera al ex ciclista culpable por haberla ingerido, pero reduce su sanción, le deja intacto el palmarés deportivo y además no tendrá ninguna multa económica. Para Sánchez, de 41 años, es el mejor desenlace posible a un largo calvario que se inició el 9 de agosto de 2017: "Es una resolución lógica buscando, lo mejor que ha podido suceder. La UCI dice que no hay caso, no conlleva sanción económica y en agosto cumpliré la sanción", afirmó ayer Sánchez a LA NUEVA ESPAÑA. El ex ciclista recibió la noticia en Oviedo y el teléfono no paró de sonar durante todo el día. "Mi imagen queda restaurada, y el que ahora quiera hablar más de la cuenta que se lo piense. Yo estaba muy tranquilo, siempre lo estuve, pero es innegable que es un alivio. Yo no hablé en todo este proceso, esperaba este momento, no quería alimentar las habladurías. Luchar contra los mediocres en este mundo siempre es complicado", resalta Sánchez.

El ovetense saca de toda esta experiencia tras su sanción un valioso aprendizaje para el futuro: "Al final me quedo con que es una lección de vida. Desde que esto sucedió he tenido que borrar muchos números de mi agenda de teléfonos. Mi familia y mis amigos, que son los que importan, estuvieron muy tranquilos. Creo que la noticia es un mensaje al mundo del deporte profesional", asegura. Sánchez tiene también la posibilidad de recurrir a una instancia superior, al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS), aunque lo descarta: "Acepto las condiciones, mi imagen se ha limpiado. Estoy de acuerdo y no pienso recurrir", matiza.

"Creo que lo verdaderamente importante es que el mundo del ciclismo, la prensa especializada, se alegra de todo lo que ha pasado. Los controles funcionan y no estamos exentos, pero lo que me había sucedido a mí no era justo y ahora se demuestra", remata el asturiano, cuyo envidiable palmarés -medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, una etapa en el Tour de Francia o cinco en la Vuelta a España- se vio seriamente amenazado por la sombra del dopaje y, ahora, dos años después, queda intacto. "Se demuestra que no tuve ninguna intención, que yo en ningún momento quise doparme", recalca el ovetense.