La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El pedal como motor de vida

Aurelio Fernández, de 74 años, un clásico en BTT: "No me gustan las bicis eléctricas; si un día no tira el cuerpo, lo dejo", dice

Aurelio Fernández, a la izquierda, durante la Vuelta al concejo de Gijón en BTT celebrada este fin de semana. PAULINO REAL

Hace seis años, tras un largo desierto de medio siglo sin subirse a una bicicleta, decidió volver a pedalear. Aurelio Fernández, a sus 74 años, se ha convertido en un clásico en la Vuelta al concejo de Gijón en BTT, donde ha sido condecorado en las últimas tres ediciones al ser el más veterano en tomar parte de la prueba. Ni siquiera las duras rampas le frenan. "No me dan pájaras ni reviento, voy siempre a mi ritmo y nunca llego fuera de control, siempre veo a alguno por detrás y eso me anima a seguir", comenta el gijonés.

La bicicleta le ha llevado a recorrer numerosos tramos del Camino de Santiago. Así comenzó su vuelta a la bicicleta con 68 años. "Solo anduve con 17 o 18 años y después la dejé aparcada hasta que un día en Roncesvalles (Navarra) vi a varias personas haciendo el Camino en bici y me animé", explica. Y dicho y hecho. Se lanzó de lleno a cubrir tramos con el paso de los años. Desde el Camino del Cid hasta el que parte desde Oporto, siempre sin prisa, disfrutando de una de sus pasiones para completar los kilómetros que le restaban para llegar a su meta.

En los tiempos que corren, con una gran variedad de tecnologías para montar en una bicicleta y controlar distintos parámetros físicos, Aurelio Fernández opta por darle prioridad a sus propios conocimientos y sensaciones encima de la bicicleta: ése es su mejor pulsómetro para medir hasta dónde debe de llegar su esfuerzo a la hora de encarar una dura rampa. "Siempre se me dio bien subir, no me agoto, el corazón funciona bien, si veo que entra la fatiga bajo el ritmo, hay que saber controlar los esfuerzos", asegura. Con una bicicleta de montaña "común" y con 34 dientes en sus piñones, hace frente a los compañeros de ruta que optan por un mayor número de dientes (lo cual hace tener mayor maniobra en el desarrollo y la cadencia de pedaleo) o por las bicicletas con motor. "No me gustan las bicis eléctricas, esto lo hago porque me gusta, si un día no tira el cuerpo lo dejaré a tiempo", comenta con sinceridad, pero sin desmerecer, ni mucho menos, a quienes optan por la bici eléctrica en sus salidas.

Sus entrenamientos son simples ya que "salgo un par de veces por semana a dar una vuelta, unos veinte kilómetros", pero se apoya en su fortaleza física que ha cuajado durante una gran etapa de su vida en la que realizaba salidas con grupos de montaña, en especial, el de Naval Gijón. De momento, por las duras caleyas de los alrededores de Gijón habitúa a encontrarse con "gente más joven que yo" en un terreno poco usual y reservado para los ciclistas que unen deporte, naturaleza y dureza en sus salidas.

Aurelio Fernández es uno de esos ejemplos que resaltan en el mundo del deporte y, más en particular, en el de la bicicleta. Pedalada tras pedalada cumple con sus retos y seguirá hasta que el cuerpo aguante.

Compartir el artículo

stats