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Los derbis asturianos

"Directivos como Pedro y Yoli me acogieron como a un hijo"

José, padre del guardameta del Sporting, fue portero del Naranco y se enfrentó en 1979 al desaparecido equipo rojiblanco de balonmano

El Naranco de la temporada 1979-80. De pie, Justo (delegado), Quirós, Mata, Paco, Cano, José Mariño y Amalio. Agachados, Espina, Ginés, Llames, Juan Luis y Marcelino. J. M.

Los derbis asturianos tienen en dos gallegos una historia curiosa, la de los Mariño. José Mariño (Vigo, 1959) fichó como portero del Ciudad Naranco en 1979, donde alternó al actividad deportiva con el servicio militar en las COES. En aquella Primera Nacional, antesala de la actual Asobal, había un partido marcado, el que le enfrentó a la ya desaparecida sección de balonmano del Sporting, club donde casi cuarenta años después su hijo, Diego Mariño (Vigo, 1990), se ha adueñado de la portería, pero del equipo de fútbol. Balones, dimensiones y lados distintos vividos dentro de una misma familia marcada por Asturias y su manera de disfrutar el deporte.

"Los derbis de balonmano tenían un ambiente diferente, también rivalidad, pero era una rivalidad sana. Las aficiones se juntaban en las gradas, como hacíamos los jugadores al final del partido", recuerda José Mariño. La vida le llevó a Oviedo en 1979 casi de casualidad. "Fui destinado al Ferral del Bernesga, en León, para hacer la mili. Aparecieron las COES captando gente en el campamento y me presenté a las pruebas. Vi que si me iba a Oviedo podría seguir jugando al balonmano. Fui el número 2 en las pruebas", explica el vigués, que venía de jugar en Primera Nacional con el Teucro. Ya en Oviedo culminó el fichaje.

"Conocí a una persona que me puso en contacto con un jugador, Espina, éste se lo comunicó al club, pasé unas pruebas y les gusté. Fueron hablar con el coronel del regimiento, que era socio de honor del Naranco, y se hizo el fichaje", detalla José Mariño sobre una época en la que la forma de reforzarse era bien distinta a la actual. La próxima parada, el pabellón de las Ursulinas, sede de los partidos como local del Naranco y escenario del primer derbi asturiano del portero gallego, una de las figuras destacadas de aquel triunfo (21-18).

"Fue mucho mejor la actuación del meta Mariño que la de Molinuevo. Y en esto -puntería y portero- pudo estar la clave de la victoria ovetense", contó LA NUEVA ESPAÑA de un "duelo regional que dejó 40.000 pesetas en taquilla". "Recuerdo que en aquella temporada conseguimos salvarnos tanto el Sporting como nosotros, aunque nosotros peleamos por la zona alta y ellos estaban más de mitad de la tabla para abajo", señala el mayor de los Mariño, que tras aquella temporada, en la que visitó al Sporting en el pabellón de La Arena, regresó a Galicia. Fue también entrenador y árbitro de balonmano, gracias al que conoció a su mujer, Begoña Villar. Padre de dos hijos, el pequeño, Rodrigo, siguió sus pasos. Diego, sin embargo, le trajo de vuelta a Asturias.

"A Diego, cuando yo era entrenador, le encantaba venir conmigo a los partidos. Si el árbitro lo permitía, se metía en el banquillo y escuchaba las charlas", dice José sobre el portero del Sporting, que de muy crío había apostado por el fútbol pese a coquetear con el balonmano. "¿Quién es mejor portero? La saga siempre mejora", comenta antes de añadir matices. "No tiene nada que ver el fútbol con el balonmano, pero diría que ser portero de balonmano es más complicado. Con la mano te dirigen mejor el balón y además, en defensa, estás más indefenso", señala José Mariño sin restar mérito a su admirado hijo, uno de los pilares del Sporting. "Ojalá consigan los tres puntos en el derbi porque van a ser muy necesarios", concluye.

"Pedro y Yoli, directivos del Ciudad Naranco, me acogieron como a un hijo. Fueron mis padres asturianos". El paso por el Ciudad Naranco marcó la juventud de José Mariño. "El presidente era Maxi, tenía una frutería, otro fenómeno. Todos me dieron un trato espectacular", recuerda el gallego. José Mariño tiene también en su memoria las tertulias del equipo en el pub El Paraguas, a pocos metros de la catedral de Oviedo, después de cada entrenamiento y partido. Tras aquella campaña en la capital del Principado volvió al pabellón de las Ursulinas, pero como visitante, con la Sociedad Atlética Redondela. Actualmente es segundo entrenador del Carballal, de Primera Nacional, donde juega su hijo Rodrigo. El primer entrenador es un asturiano, el avilesino Fran González.

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