El 14 de febrero de 1984 el Sporting de Jiménez, Eloy, Joaquín y compañía recibió a todopoderoso Barcelona de Maradona en El Molinón. El partido fue recordado por el férreo marcaje de Espinosa al “Pelusa”. A continuación, la crónica del partido de LA NUEVA ESPAÑA, firmada por el periodista A. M. Otero, que puedes consultar en este enlace.

Gijón, Antonio M. OTERO

El denominado encuentro del año no respondió a la expectación que había levantado. Ninguno de los dos equipos realizó un buen partido. Hubo demasiado respeto por una y otra parte hacia el contrario. El Barcelona lo perdió un poco en el segundo tiempo, pero sin la fuerza suficiente compara para imponerse. Ambos cuadros dispusieron de oportunidades que no supieron aprovechar, quizás como justo premio por el miedo que les dominó durante casi los noventa minutos. Después, el aburrimiento pudo con ellos y sólo se salió del sopor con motivos de asiladas jugadas de gol.

Fueron dos equipos contraídos los que se vieron en El Molinón el domingo. No era para menos que se podía esperar algo así cuando se sabía que el Sporting se daba por satisfecho con el empate y que el Barcelona pasa por momentos más que delicados, sin la necesaria ilusión como para salir arrollador a cualquier campo. Pero los aficionados tenían una cita poco menos que obligada y ellos sí que respondieron. Y dieron sabor en los primeros momentos. Hasta que comprobaron que los conjuntos no estaban por la labor de hacer un partido vibrante y su decepción fue naciendo sin paliativos. EI Sporting siguió si dar una satisfacción en su terreno en lo que que se lleva de segunda vuelta y el Barcelona casi causaba sonrojo por la abundante nómina de jugadores bien pagados que posee y el escaso rendimiento que proporcionaban.

Sólo en los primeros minutos de juego se pudo ver un juego rápido y vivo. Puede que espoleados por el griterío del público, los equipos salieran a dar la cara; sobre todo, el Sporting, con mando en las ideas y en los desarrollos sobre sus contrarios. Pero lo que no había era profundidad en el área. Se quedaba en los bordes de la línea grande. La primera gran oportunidad de gol no llegó hasta los 28 minutos de juego. Fue el Sporting y para que se conservase el equilibrio al que se había llegado, el Barcelona respondió inmediatamente, aunque de nuevo un minuto más tarde pudo adelantarse el Sporting. Reondo se quedó solo ante Urriti, en un fallo de la puesta en práctica del fuera de juego por los barcelonistas y no supo levantarle el esférico ni dribrarlo. Otra ocasión de Mesa al estilo de la de Redondo y pare usted de contar lo que se refiere a la primera parte.

Lo que primaba era el juego de centrocuentismo, por el miedo, que provocaba constantes fallos en las entregas y que no se prodigasen las acciones colectivas con sentido. De ahí que todo quedase al albur de las individualidades. Y en este sentido comenzó bien Mesa, pero pronto se le agotó el fuelle. El más consistente de acuerdo con esta evaluación fue Ferrero. El argentino lo intentó todo, las penetraciones, el remate, la combinación con los compañeros, pero también el argentino demostró que su forma de hace años hay que olvidarse.

Y de argentino a argentino. Si a Ferrero hay que concederle el valor de la entrega y del coraje, a Maradona, a la gran estrella, al que se le considera el mejor jugador de! mundo por algunos, cuando todavía tiene tanto que demostrar, ni eso. Fue algo penoso lo suyo. Colocado de delantero centro un poco retrasado, entre que a Espinosa le salieron las cosas bien y que Pelusa no hizo nada por torcer el signo del duelo individual más cerrado del partido, pasó prácticamente desapercibido Verdaderamente lamentable. Por si fuera poco, se mostró como un jugador de triquiñuelas. Se situaba para recibir la pelota de espaldas y a partir de ahí, en cuanto el esférico llegaba a sus pies, a empujar, a agarrar y a meter codos. En definitiva, a provocar faltas, en lo que alguna que otra vez cayó el árbitro, especialmente al final. Sólo en los últimos minutos se pudo ver a Maradona, en sendos lanzamientos de tiros directos. Uno se fue alto y otro acertó a desviar a córner Rivero. Por lo demás, nada de nada.El bagaje no pudo sor menor. Maradona continuó decepcionando, como en tantas y tantas ocasiones.

La actuación do Maradona fue la medida de lo que ofreció el Barcelona. Juego cansino y de muy poca ambición, con jugadores trotones en donde únicamente Schuster trataba de poner algún orden, pero sin emplearse lo suficiente. Puede que pensando en sus próximos compromisos con la selección de su país, teniendo en cuenta que parece que ésta será su última temporada en el Barcelona. Por no hablar de Alonso y de Víctor, cuesta creer que jugadores como Marco s y Carrasco puedan ser internacionales. Son como caballos desbocados. Cogen la pe!ota y comienzan a correr para un lado y par a otro hasta que la pierden. Mejor podrían dedicarse al cross o algo semejante.

Por otro lado, al Sporting, que, como queda dicho, salió decidido, pronto le entró el complejo y tampoco hizo cosas de gran valor. El centro, del campo no funcionó porque hombres como Jiménez y Mesa estuvieron más pendientes de Schuster que de crear juego y Joaquín no tuvo su día. Estaba como sin fuerza —quizás se resintió de problemas musculares recientes— y lo intentó le salió mal. Así las líneas se rompieron y esto en una jornada en la que los delanteros no estuvieron acertados, hecha la relativa salvedad de Ferrero. Cunningham volvió por sus fue ros de no tocar balón y Eloy pasó igualmente desapercibido. En la segunda parte tuvo un balón de oro para batir a Urruti y no supo aprovecharlo.

Como le ocurrió al Barcelona, la línea más firme de los sportinguistas fue la defensica, en la que destacaron Maceda y Espinosa; éste llegó a arranca los mayores aplausos de la tarde. Después de todas las críticas que recibe el central, ganarse a la afición ante un rival como Maradona es de indudable elogio. Redondo y Esteban tuvieron algún problemilla con los extremos, por la velocidad de éstos, pero, al fin y al cabo, con las vueltas que daban Carrasco y Marcos acá acababan por perder la posesión de la pelota o sus centros eran tan malos que no tenían dificultades para despejarlos. Por eso el partido discurrió entre cauces de aburrimiento y los aficionados hicieron sonar las palmas en el segundo tiempo, cuando el Sporting aún bajó más su tono y el Barcelona apretó algo más, aunque sin excesiva convicción y sólo mediante acciones individuales. Entre esas palmas y alguna que otra oportunidad, por parte y parte finalizó el partido de la decepción. Ninguno, como con junto, respondió a lo que se supone que llevan dentro. A muchos aficionados que fueron en esta ocasión por primera vez a El Molinón seguro que se les habrán quitado las ganas de volver. Ya no se pide que haya buena calidad, tal como están las cosas, pero al menos la emoción no debe de faltar y hasta estuvo ausente de El Molinón salvo en esporádicas ocasiones que no valen para justificar un partido completo. El miedo pudo con los protagonistas del encuentro. Al Sporting le venía bien el empate para continuar con sus aspiraciones a participar en el próximo torneo de la Copa de la UEFA y al Barcelona, no tanto, porque presumiblemente sus rivales directos vencerían, como así ocurrió, pero es un equipo fallo de ilusión, minado por rencillas internas, en el que el espíritu combativo brilla por ausencia.

Ficha del partido:

SPORTING: Rivero; Redondo, Maceda, Espinosa, Esteban; Joaquín, Jiménez, Mesa; Eloy, Cunningham y Perrero. Abel Intervino en el juego durante los últimos nueve minutos del partido, al dejarle su puesto Cunningham.

BARCELONA: Urruti; Sánchez, Alesanco, Migueli, Julio Alberto, Víctor, Schuster, Alonso; Carrasco, Maradona y Marcos. En el minuto 30 de la segunda parte, Rojo sustituyó a Víctor.

ARBITRO: Discreta actuación del colegiado murciano Franco Martínez, aunque vaya la salvedad de que afortunadamente no se cumplieron los pronósticos que preveían que lo haría fatal. Se equivocó en la señalización de numerosas faltas, pero sobre todo se ganó la bronca cuando se dejó engañar por las triquiñuelas de Maradona al borde del área, en busca del deseado por el argentino lanzamiento directo. Fueron amonestados cuatro jugadores: tres por parte del Barcelona, Alonso, Julio Alberto y Sánchez, y el sportinguista Joaquín. Los dos últimos, por agarrones a contrarios, mientras los restantes, por duras entradas.

INCIDENCIAS: Fue la entrada del .año en El Molinón, como era de esperar por la visita del Barcel na. Se agotaron las localidades del público en general que puso el club a la venta tres cuartos de hora antes de que comenzase el partido. De socios quedaron unas dos mil entradas en caja. En total, según fuentes del club, 39.440 espectadores, que dejaron en taquilla 20 millones en números redondos. De ellos, seis aportados por los socios. El club encargó a un fotógrafo que diese muestras en imagen de que no se habían producido apreturas en recuerdo del partido ante el Athletic de Bilbao que dejó tan mal sabor de boca y en previsión de que no se pudiesen tomar medidas investigadoras como en aquella ocasión por la Consejería de lndustria. Pese a todo, se produjo alguna apretura en las localidades de pie, con el consabido disgusto, pero el Sporting manifestó que se debió a que la gente se colocó en los vomitorios según iba llegando, impidiendo el paso a otras personas. También según el club se pusieron a le venta 41.000 localidades, mientras no se resuelva el actual contencioso sobre la cabida oficial de El Molinón. Aparentemente el terreno de juego se encontraba en buenas condiciones; sin embargo, a medida que avanzó el partido se convirtió en 'pesado y con numerosas irregularidades, que impidieron que el balón corriese con normalidad. La tarde fue soleada y fresca. La segunda parte se jugó bajo la luz artificial.