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Ciclismo

La carrera autodidacta de José Luis Rato, el todoterreno del ciclismo asturiano

“Antes comías un ‘platu fabes’ y a correr; fui aprendiendo sobre la marcha”, dice el exciclista, entrenador y fundador de la escuela de ciclismo de Las Mestas

José Luis Rato, con algunos de los trofeos ganados en su época. | Á. González

Su primera bicicleta marcó su vida. Fue cuando tenía 15 años, una herencia no deseada. El fallecimiento de su tío, Luis Sánchez Huergo, le dio la posibilidad de quedarse con su bici. Y desde ese instante se inició una relación que dejaría huella en José Luis Rato (Gijón, 1936), que hace unos días recibió un homenaje tras tantos años dándole a los pedales.

Rato ha hecho de todo por el ciclismo. El primer paso, lógico, le llevó a las carreras. “No era como ahora, no había licencias. Te apuntabas y a correr”, dice. Ni las técnicas de entrenamiento ni todo lo que rodea al ciclismo se parecía. “Estamos hablando de los años 50. Recuerdo comerme un ‘platu fabes’ y marchar a una carrera. De aquellas nadie sabía nada, ni de alimentación, ni de entrenamientos. ¡No había ni libros sobre el ciclismo! Fui aprendiendo sobre la marcha”, explica.

Esa carrera autodidacta le mantuvo diez años compitiendo a un nivel notable. “¡Defendíame!”, se justifica varias veces durante la conversación. Fue un todo terreno: campeón de Asturias de montaña en 1956 y de fondo en carretera en 1960, y subcampeón regional de ciclocross, “en el 57 o 58”, dice tirando de memoria. “Valoro más aquellas victorias ahora. De guaje no le das tanta importancia”, añade. Hasta que en 1961 dio un paso al margen. Pero descubrió que podía seguir aportando al ciclismo desde otra vertiente. Entró en la directiva de la Peña Ciclista Luis Sánchez Huergo para pasar “por todos los puestos”. Enrique Laguna le reclutó para la Federación Asturiana a mediados de los 60. Estaría en el órgano con tres presidentes distintos: además de Laguna, con José María González, “Cuco” y con José Ramón González.

En una fotografía antigua, con la bici, tras una carrera.

Evidentemente, la carrera ciclista no fue un amor exclusivo. Imposible subsistir solo con las carreras entonces. Rato ejerció como mecánico en diversos talleres de Gijón hasta que en los 79 montó su propio negocio.

Su legado más importante en el mundo de la bici tendría lugar a comienzos de los 80. Entonces, Rato estaba en la Federación y en Las Mesas se entrenaba la Escuela de ciclismo de Asturias. Ante la creación de nuevos clubes, el dinero que la Federación Española daba en subvenciones empezó a ser insuficiente para la escuela de Las Mestas, así que Rato dio el paso: “Fundamos el Club Escuela de Ciclismo Las Mestas. Para sobrevivir tuvimos que convertirnos en club”. Y no lo duda: “Era la mejor escuela que había. La gente venía a ver nuestros entrenamientos porque eran diferentes a los del resto”. Otra vez, sin cuaderno ni influencias. Experiencia cien por cien autodidacta. “¡A mí nadie me enseñó nada!”.

En el 92, a Rato le sucede Jesús Rodrigo, actual presidente, “sabía cómo funcionaba y le pasé los trastos”, y la escuela se convierte en fuente inagotable de talento sobre la bici. Chechu Rubiera o Iván García Cortina son los dos alumnos más aventajados en el extenso currículum de Las Mestas.

“La bici es muy sacrificada. Hay que tener mucha pasión y constancia. Llevas palos y puedes cansarte, pero es un deporte precioso, el más bonito que hay”, cierra José Luis Rato, que sigue el ciclismo actual con pasión familiar: su nieto, Mauro Rato, es ciclista profesional.

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