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Triatlón

Hombre de Hierro a la primera

El asturiano Pelayo Menéndez se clasifica para el Ironman de Hawai en la prueba de su debut en la mítica distancia, en Texas

Pelayo Menéndez, en el momento de cruzar la línea de meta en el Ironman de Texas. | P. M.

La pandemia y la meteorología retrasaron casi dos años su debut en la prueba mítica del triatlón, pero lo hizo a lo grande. Pelayo Menéndez, asturiano que completa su formación en la Universidad de California (Estados Unidos) se clasificó para el Ironman de Hawai en su primera incursión en la distancia: 3,8 kilómetros de natación, 180 en bicicleta y una maratón (42,190 kilómetros). Lo completó en 8 horas, 45 minutos y 59 segundos, un tiempazo para un debutante y más teniendo en cuenta que corrió con molestias musculares desde el kilómetro 13. Llegó a la meta, y en buena posición, gracias a su empeño y al jugo de pepinillo. “Lo odio, pero gracias a él pude acabar la carrera”, asegura.

Pelayo Menéndez Fernández (Oviedo, 32 años) creció en un ambiente deportivo, ya que su padre, Agustín, no pasa ni un día sin salir a rodar, según el argot de los atletas populares, y además es primo del futbolista Álex Menéndez, exdefensa del Sporting y ahora en el Salamanca, de Segunda RFEF. El atletismo está muy presente en la vida de Pelayo desde 2010, cuando empezó a participar en todo tipo de carreras. “Me gusta mucho competir”, asegura, pero sin obsesionarse con los resultados: “Preferí dar pasos sólidos. En 2015 gané la San Silvestre de Oviedo y a partir de 2016 probé en la media distancia”.

Menéndez, en los segmentos de bicicleta y carrera. | P. M.

En 2018 defendió la tesis de su carrera y un año después se marchó a Santa Cruz, una ciudad a 70 kilómetros de San Francisco que cuenta con un campus de la Universidad de California. En el aspecto deportivo, pronto pudo comprobar las diferencias respecto a España: “Aquí hay muy pocas carreras comparado, por ejemplo, con Asturias. Y las inscripciones son muy caras. Una media maratón puede costar 200 dólares”. En 2020 se sintió preparado para dar el salto más importante en la carrera de cualquier triatleta, el Ironman, en St. George (Utah).

Pero el día señalado, el 1 de mayo, Estados Unidos estaba paralizado por la pandemia de covid y al segundo intento, en octubre, tampoco pudo ser. Así que Pelayo tuvo que esperar a octubre de 2021 para verse por fin en la línea de salida: “Pero una hora antes de empezar, los organizadores lo cancelaron por condiciones climatológicas adversas. Fue la peor tormenta de la historia de Sacramento”.

El pasado domingo, en The Woodlands (Texas), por fin pudo afrontar su reto. Lo hizo tras una buena preparación, pero sin tener en su currículo una maratón. Salió bien colocado de los segmentos de natación y ciclismo, pero en el kilómetro 13 de la carrera llegó el hachazo: “Se me empezaron a acalambrar los isquios. Por suerte llevaba jugo de pepinillo, que en 30 segundos te los quita, pero el efecto se acaba tras unos kilómetros. Así que tuve que pararme y caminar por lo menos veinte veces”.

Menéndez acabó su primera maratón en tres horas y un minuto, veinte minutos más de lo previsto, pero el balance global fue bueno: “Bajar de nueve horas en un Ironman está muy bien”, asegura, y más cuando ese tiempo le abre las puertas de Kona (Hawai). Además, fue el primero de su grupo de edad (30-34) y segundo en la general de no profesionales, con 2.500 participantes. También le hizo mucha ilusión que otros seis compañeros de su equipo, el Desam.es, se clasificaran para Kona. “Pero el club de mi corazón es el Vetusta”, puntualiza sobre sus orígenes Pelayo, que afronta jornadas maratonianas para compaginar su exigente deporte con el trabajo en el Coastal Resilience Lab (Laboratorio de Resiliencia Costera) de la Universidad de California.

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