La década de Paredes

El técnico del Roller asume su décima temporada al frente de un equipo que solo tiene jugadores ovetenses

Javi Paredes, en Oviedo esta semana. | Zai Semeyes

Javi Paredes, en Oviedo esta semana. | Zai Semeyes / Xuan Fernández

Cuando Javi Paredes (Oviedo, 1987) se hizo cargo de la coordinación del Oviedo Roller Hockey Patines, hace ya casi diez años, aquello era prácticamente un solar. Hubo un cambio de directiva y el equipo se desangraba. "Tocó empezar desde cero y el verano fue durísimo. Prácticamente cada día nos llamaba un padre que nos decía que su hijo se iba". Aquella temporada arrancó con 28 fichas –hoy son 110– y sin primer equipo, solo hasta juveniles. El panorama no era halagüeño. Todo lo contrario. Pero Paredes, ante todo un amante del hockey, se reunió con la directiva y les dijo algo que podía ser atrevido en aquel contexto pero que hoy y ahora cobra una importancia capital para explicar la situación.

–Preparad un plan económico a largo plazo, porque este equipo va a mejorar y vamos a acabar subiendo.

Diez años después, puede decirse que aquello que dijo Paredes se ha cumplido al dedillo. El Roller afronta la reconstrucción tras el descenso a OK Bronce, pero con la seguridad de tener colchón y un proyecto sólido a las espaldas muy vinculado a la región: todos los jugadores del primer equipo son ovetenses. Una proeza para el club. No hay fichajes foráneos. "Creo que la viabilidad de la entidad pasa por jugadores de la casa y competir con lo que tenemos, no con jugadores de fuera", explica Paredes, que se abre antes de comenzar su décima temporada al frente. El hockey es su todo. "Para mí es como una droga. El deporte se resume en un montón de momentos complicados, pero conseguir un campeonato de España o un ascenso lo compensa todo", resume.

A Paredes lo de los patines le viene de familia. Su padre es Lolo Paredes, capitán del histórico Cibeles, vencedor de la Copa del Rey. Cuando Paredes hijo nació, Paredes padre dejó el hockey. Ahora sigue los pasos de su hijo y se pone algo nervioso en los partidos. El coordinador y entrenador del Roller es un chico para todo en el club, con el apoyo de Miguel Navajas, uno de los directivos. Su historia es la de mantener un club de un deporte minoritario. Allí todos hacen de todo y viven de otra cosa. Paredes, por ejemplo, trabaja en una cadena de gasolineras. "Me levanto, organizo los entrenamientos de los equipos, voy al trabajo y luego a los entrenamientos. Hasta las 11 de la noche". Son 14 equipos y una pista, la de Villafría. "Estamos al límite, es una locura y es complicado meter más". En el club hay seis entrenadores y 110 deportistas. El ritmo es frenético y los medios modestos. Por eso el curso fue tan complicado en OK Plata, una categoría con equipos con mucho más presupuesto, con fichajes de postín. Paredes explica con un ejemplo cómo era la temporada para el Roller cuando había un desplazamiento en avión. "Si se me lesionaba un jugador ya no podía llevar a otro, porque nos salía demasiado caro el billete". La temporada pasada, con 9 equipos catalanes, el coste de los viajes ascendió a 30.000 euros. El año que viene no habrá ese problema. Paredes ya espera la competición. "Hay momentos en los que tienes cansancio, pero lo bueno es que Navajas siempre está a mi lado y sacas la motivación. También los jugadores, como Mikel o Pela, que me demostraron una lealtad admirable, aguantándome desde prebenjamines", finaliza Paredes, alma mater del Roller.

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