El portero eterno dice adiós a los 53 años: "Me ha costado mucho dejarlo"

Rubén Toyos, en activo desde 1985, cuelga los guantes

Rubén Toyos, en el estadio del Lada de Langreo.

Rubén Toyos, en el estadio del Lada de Langreo. / Irma Collín

En el ocaso de los 80, cuando era un guaje de dieciocho años recién cumplidos, Rubén Toyos (Villaviciosa, 53 años) elucubraba con Luis Enrique, Abelardo, Juanele, Tomás y demás compañeros de aquel Sporting Atlético campeón de Tercera sobre cuánto se extenderían sus carreras. "Como soy de mayo, siempre decía que quería cumplir los 40 y retirarme. Pero resulta que me he pasado trece años", bromea Toyos, al que una dolencia en la cadera le ha obligado a abandonar, muy a su pesar, el oficio de portero: "Me ha costado mucho dejarlo, lo hago porque no me queda más remedio. Llevaba unos años poniendo en riesgo mi salud y ya no podía seguir más. Ahora me siento como un jarrón que no sabes dónde ponerlo, pero esto es como la vida misma, sabes que algún día morirás, pero siempre piensas que el final está muy lejos".

La vasta trayectoria de Toyos, desarrollada entre Tercera y categorías regionales, comprende más de veinte equipos. El último de ellos fue el Rayo Carbayín. "Me llamaron el año pasado para ver si les echaba una mano porque tenían una vacante en la portería -cuenta-. En principio era un apaño para tres o cuatro partidos, pero le cogí el gusto y estuve toda la temporada".

El adiós de Rubén Toyos, el portero eterno

Rubén Toyos con el Sporting Atlético. / LNE

El último partido de Toyos en Tercera fue en 2015, con el Lenense, a los 45. Pero su relación con la portería empezó más de tres décadas antes, en su Villaviciosa natal. "Yo descubrí el fútbol en el colegio. Me gustaba jugar arriba, tenía buena zurda, pero acabé decantándome por ser portero. Un día, siendo un niño, me dijeron de ir a probar con el Lealtad y me cogieron".

No tardó en debutar con el primer equipo, que por aquel entonces competía en Segunda Regional. Fue en 1985, a los 15 años y en un fútbol muy distinto al actual. "Desde que empecé hasta ahora, ha mejorado todo muchísimo –reflexiona–. El nivel de los entrenadores, las instalaciones… antes entrenábamos en auténticos barrizales, y, cuando era de noche, te tenías que poner debajo de un foco porque era el único sitio en el que se veía el balón. Había campos, incluso, en los que no te dejaban entrenar para que estuviese el domingo en buen estado para el partido. Recuerdo que, cuando estuve en el San Martín, los entrenamientos consistían en dar vueltas por fuera del campo de El Florán".

El adiós de Rubén Toyos, el portero eterno

Rubén Toyos, de pie, tercero por la derecha, con el Lealtad. / LNE

Ahora, para matar el gusanillo, trabaja con los jóvenes del infantil y el cadete del Lada de Langreo, labor que compagina con su oficio de repartidor de pan en Carbayín. Se está sacando los cursos de entrenador de la UEFA para, algún día, dirigir en Tercera o Preferente. Quién sabe si entonces podrá cumplir el sueño de coincidir con su hijo Héctor, de 19 años y jugador del Lada, con quien estuvo a punto de enfrentarse la temporada pasada en un Lada-Langreo: "Le llamaron para bajar con el juvenil, que tenía un partido importante, y no pudo ser. Me hubiese gustado jugar contra él, fue una pena, pero acompañarle en sus comienzos en el fútbol me está ayudando a llevar mi retirada".

Casi treinta y cinco años después de formar parte de aquel glorioso Sporting Atlético, Toyos aún guarda en su memoria una de las tantas conversaciones que mantuvo con Luis Enrique mientras compartían autobús de camino a Mareo. "Yo le dije que tenía ganas de que pasara la temporada, que estaba cansado, y él me contestó: ‘No quieras que pase el tiempo, que al final nos hacemos viejos’".

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