Tercera Federación

Se rompe dos veces el cruzado y regresa haciendo goles: "Me convencí de que volvería"

El paraguayo Nelson golea con el Colunga: "La lesión fue durísima"

Nelson, durante su etapa como jugador del Langreo. En el recuadro, Pantiga en el banquillo del Colunga. | UPL

Nelson, durante su etapa como jugador del Langreo. En el recuadro, Pantiga en el banquillo del Colunga. | UPL

Nelson Esequiel Cano vio los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica en casa de sus abuelos. Dice que sufrió mucho, que estaba con el corazón en un puño, como todo su país. Se acuerda con cariño de Nelson Aedo Valdez, ídolo de su infancia que por aquel entonces goleaba en el Hércules, y aún le turba el ánimo pensar en el penalti que le paró Casillas a Cardozo.

Canto al estoicisimo

Canto al estoicisimo

Seis años después de que España eliminase a Paraguay, Nelson cruzó el océano para emigrar a Asturias junto a sus padres, en busca, dice, de una vida mejor. Siempre había jugado al fútbol. Siguió haciéndolo en el Principado: se enroló en el juvenil del Lealtad de Villaviciosa. Debutó con el primer equipo, luego se fue al filial del Langreo. "Y ahí me rompí el cruzado la primera vez", interviene. Se recuperó, fichó por el Titánico. Solo pudo jugar ocho partidos: esta vez cedió el cruzado de la otra rodilla.

"Fue un golpe durísimo. Lo primero que hice fue convencerme a mí mismo de que podía volver a jugar, de que recuperaría mi nivel", explica el paraguayo. En la recta final de su recuperación, el Lealtad le permitió incorporarse a sus entrenamientos, hasta que en enero fichó por el Colunga. El pasado domingo, vio recompensado su estoicismo con el primer gol tras su regreso. El tanto sirvió, así de inescrutables resultan los caminos del fútbol, para que su nuevo equipo ganase al Lealtad en Les Caleyes. "Me sentí liberado, se me vino a la cabeza todo el trabajo hecho y el sufrimiento de mi familia, que siempre estuvo conmigo, pero tuve, en cierto modo, sentimientos encontrados por que ese momento se diese contra el Lealtad", apostilla Nelson.

El entrenador del delantero paraguayo es el novel Pablo Pantiga. En su primera experiencia en los banquillos, apenas dos años después de retirarse, el excentral lo está bordando y mantiene al humilde Colunga en mitad de tabla, doce puntos por encima del descenso. "El objetivo era salvarnos y lo tenemos casi en el bolsillo", enfatiza con satisfacción.

Sin embargo, cuando asumió el cargo no las tenía todas consigo. "Llegué un mes y medio después de que acabase la temporada anterior -relata-. Solo teníamos un jugador en la plantilla. La mayoría de futbolistas a los que llamaba ya tenían equipo. Tuve que convencer a excompañeros como Robert (Martínez) o Keko (Roza) para que se uniesen al equipo, y ellos acabaron ayudándonos a cerrar la plantilla".

Al iniciar la competición, el Colunga presentaba convocatorias de trece y catorce jugadores. Ahora son dieciocho los futbolistas de los que dispone Pantiga, fogueado como segundo entrenador de Chuchi Collado en el Llanera el curso pasado tras terminar su carrera como futbolista en el equipo rojiblanco: "Estaba física y psicológicamente agotado de jugar. En mi último año, me rompí la rodilla. Era ya más un sufrimiento que un disfrute, y decidí empezar a entrenar: eso alivió el duelo de la retirada".

De su vasta trayectoria como jugador -estuvo en Langreo, Lealtad, Caudal, Avilés, Llanera y Marino, en dos etapas-, Pantiga se queda con las amistades forjadas al calor de la camaradería del vestuario ("lo más bonito del fútbol, aunque suene a tópico"). Como técnico, dice, siente que todo depende más de él, que es su obra y que, para lo bueno y lo malo, la soledad del banquillo es "absoluta". De momento, le está yendo estupendamente. "Entrenador novato, con solo un jugador en verano… visto desde fuera, yo también habría pensado que éramos candidatos número uno al descenso. Pero aquí estamos", cierra.

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