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Dos en la carrera / Kilómetro 13

Una zancada y un tropezón

Un Oviedo estimulante revivió con un triunfo convincente ante el Lugo mientras el Sporting se encasquillaba en Reus

El decimotercer kilómetro del maratón liguero registró cambios en el comportamiento de los dos competidores asturianos. Mientras el Sporting sufría un tropezón en Reus, el Oviedo daba una auténtica zancada con una victoria sobre el líder que, por llegar como llegó, lo fue también sobre sus propias dudas, que tanto le han debilitado. Todo ello en una jornada que vino a confirmar lo igualada que se mantiene la lucha en una categoría donde, como si fueran soldados de Napoleón, todos parecen llevar en su mochila el bastón de mariscal.

REVIVE EL OVIEDO

Ante el Lugo el Oviedo superó una prueba crucial, que incluía dos obstáculos, a cada cual más complicado. Por orden de dificultad, superarse a sí mismo y ganar al líder. Como si obedeciera a un guión previamente escrito, el partido escenificó esa doble lucha y condujo a un final feliz para los carbayones. En consecuencia, el Oviedo sumó tres puntos especialmente valiosos, por el rival a quien que se los disputó, y recibió una buena dosis de esa autoestima que parecía estarle abandonando.

El Lugo, nada menos . El sorprendente Lugo de esta temporada -o quizá no tan sorprendente si se tiene en cuenta lo que hizo en la anterior- no tardó en mostrar sus credenciales en la matinal del domingo en el Tartiere. Apenas iban once minutos de partido y ya mandaba en el marcador gracias a un gol espléndido, que firmó Christian Herrera, pero que trabajó medio equipo con una intermediación estelar de Fede Vico. Las cosas no podían empezar peor para el Oviedo. Y pudieron empeorar aún más a lo largo de la primera parte, en la que los lucenses, con Campillo, estrellaron un tiro en el poste y Christian Fernández evitó debajo del larguero que se colara un remate de Polaco. Sólido, ordenado, con buenos apoyos y un estimable repertorio, el Lugo metía miedo. Pero el Oviedo que salió del túnel tras el descanso, lejos de acobardarse, supo convertir ese miedo en una fiesta, como si fuera un homenaje al reciente Halloween.

La respuesta azul. La respuesta oviedista no pudo ser más rápida y concluyente. En pocos minutos dio la vuelta al marcador. Aarón Ñíguez forzó un penalty que Saúl Berjón transformó con una implacable seguridad. Y Linares se reivindicó con un cabezazo impecable, a centro de un Berjón que, decididamente, volvía por sus fueros. Pero todavía quedaba lo mejor. El Lugo tiró de orgullo y calidad para forzar el empate, tras una gran jugada de Albarracín que culmino Azeez. Al frágil Oviedo de pasadas jornadas es probable que un gol como éste le hubiera hundido. Pero la prueba de que se trataba de otro equipo estuvo en que trató de buscar de nuevo la victoria y fue capaz de sacar lo mejor de su repertorio para conseguirlo: un gran pase por alto de Berjón, prolongado estupendamente por Mossa, dejó a Ñíguez ante el portero lucense para que lo desbordara con una seguridad implacable. La respuesta oviedista fue tan concluyente que no hubo margen para la alternativa, por más que el Lugo lo intentase.

Otro equipo ¿el equipo? La objetividad y la prudencia no permiten ir más allá de decir que el Oviedo salvó brillantemente una difícil prueba, así como especular con que debe servirle de impulso de cara el futuro. Pronto sabremos hasta qué punto. Y también, en qué medida su entrenador ha dado al fin con esa tecla que lleva buscando con más sustos que alegrías desde principio de temporada. Anquela modificó el domingo, y lo hizo sobre la marcha, su dibujo táctico para decidirse a jugar con tres centrales flanqueados por dos carrileros de largo recorrido, como Diegui Johannesson y Mossa, con Mariga y Folch en el centro, y Ñíguez, Linares y Berjón delante. Y el resultado fue prometedor. El equipo tuvo más equilibrio y dio mayores oportunidades a sus jugadores más capaces, con Saúl Berjón a la cabeza, seguido de cerca por Ñíguez. Los laterales fueron toda una alegría, por su desparpajo como atacantes. Mossa participó decisivamente en el gol de la victoria y Diegui estuvo a centímetros de cerrar otro partido con un gol, como el día del Córdoba. Como además defienden bien, pueden aportar mucho para que este Oviedo consolide ese cambio que su afición tanto espera, en similar medida que el equipo espera a su afición, porque la afluencia al Carlos Tartiere continúa siendo escasa para la potencialidad del club.

EL SPORTING TROPIEZA

Por lo que respecta al Sporting, la jornada número 13 no le fue propicia. En Reus él mismo se procuró su mala suerte con un partido pobre de ideas y escaso de efectividad, que acabó en derrota. Tuvo, pese a todo, posibilidades de ganar, y el empate, ante un rival que vive en ese resultado, hubiera sido un resultado razonable, a tenor del desarrollo del partido. Pero los detalles le condenaron. Y los detalles, tan decisivos a menudo en el fútbol actual y más en esta Segunda División tan igualada, no son necesariamente accidentes.

La ocasión de Santos. Entre los detalles se puede mencionar que el Sporting tuvo la ocasión más clara del partido y la desaprovechó. Fue en el minuto 52 cuando se produjo, por fin, la conexión entre Viguera y Santos, que estaba implícita en la alineación planteada por Herrera. Viguera controló un balón en medio de una defensa catalana que por una vez había quedado descolocada y lo adelantó a Santos, que por centímetros se libraba del fuera de juego. Cuando el uruguayo arrancó hacia la meta del Reus el gol parecía seguro, pues en unos instantes había conseguido muchos metros de ventaja. Pero, sorprendentemente, el rápido, decidido y certero delantero que es Santos titubeó. Frenó la carrera a medida que se acercaba a Badía, que había salido a tapar huecos, y en vez de intentar sortearle, se quitó el balón de encima con lo que pareció un tiro sin fe, fácil para el guardameta. El Santos decidido que se había evaporado en esa jugada reaparecería 13 minutos después, cuando se lanzó con los dos pies por delante y a media altura a cazar un centro de Canella. Esa vez puso de su parte lo que cabe esperar de un goleador, pero la suerte no le acompañó y el balón se escapó por encima del larguero.

El error de Roma. Cuando el Sporting tuvo esa segunda y última ocasión ya el Reus se había adelantado en el marcador, gracias a un saque de falta espléndidamente ejecutado por Ledes. Pero la oportunidad que tan bien supo aprovechar el portugués había sido un generoso regalo del Sporting en la persona de uno de sus jugadores más solventes, como es Barba, que agarró a Querol al lado de la corona del área. Y fue regalo porque el desarrollo de la jugada no parecía reclamar recurso tan extremo, pues Barba no solo no era el último defensa sportinguista en ese momento, sino que estaba arropado de cerca por otros compañeros. El Reus supo hacer los honores a esa oportunidad.

Un Sporting menor. Detalles decisorios al margen, el Reus hizo quizá mayores méritos para romper el equilibrio del partido. El Sporting, que al principio intentó imponer un juego vivaz a base de combinaciones al primer toque, más efectista que efectivo, pues no lograba desbordar las bien trazadas líneas defensivas del equipo catalán, fue a menos mientras el Reus, por contra, se asentaba cada vez mejor en el campo. Conseguido el equilibrio, parecía que el "rey del empate" se iba a conformar con mantener su reputación. Pero el gol de Ledes le llevó a pujar más alto. Y, bien ordenado, y con un buen repertorio de recursos -entre ellos, los que aportó Vítor Silva, a quien le bastó menos de un cuarto de hora para dejar su huella con la mejor jugada del partido- lo hizo con solvencia. Por el contrario, el rudimentario juego directo al que se entregó el Sporting resultó del todo ineficaz para evitar su tercera derrota de la temporada, que no le aleja de la cabeza, pero le impide ponerse al frente.

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