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LNE FRANCISO GARCIA

Una noticia mala y otra peor

El Sporting echa en falta la efectividad de su delantero centro, que sigue reñido con el gol

El Sporting generó ayer dos noticias: una mala y otra peor. La mala, que fue incapaz de sumar tres puntos ante un Numancia timorato y ramplón que sólo tuvo media oportunidad y la transformó, en una jugada de moviola que no mereció subir al marcador; la peor, que se confirma que le cuesta horrores hacer gol, que sobrepasar con solvencia los tres cuartos de cancha se le hace muy cuesta arriba, como si los prolegómenos del área rival se empinaran como las rampas de La Huesera.

Ayer al menos los rojiblancos generaron alguna ocasión que desbarató con solvencia Juan Carlos, el arquero soriano de pasado oviedista, pero no debería Baraja poner todos los huevos en la cesta del orden y la contención: bien haría en animar a los mejor dotados a evadirse de la pizarra y recurrir al talento, seguro que la afición, que ayer despidió al colegiado con pitos y palmas de tango, preferiría diez jugadores desorganizados que diez corredores organizados.

Empieza a ser preocupante la sequía de Djurdjevic, un jugador al que parece pesarle la ansiedad de devolver con goles el precio de su traspaso. El serbio, un tipo temperamental, parece regañado con la portería contraria y ese enfado lo transmite al universo entero: se le nota crispado y protestón. Debería tomar tila él y sus compañeros buscarle más.

El partido se puso de cara muy pronto, gracias al librillo de las jugadas ensayadas a balón parado. Babin remató de cabeza a la red un servicio preciso de Carmona desde el córner al primer palo. No es que el Sporting estuviera mejorando los registros de las jornadas precedentes, pero al menos parecía que no se iba a repetir en El Molinón la racanería de Riazor, de "Guinness de los récords" de la impericia atacante.

Los puristas de Mareo debieron aplaudir que en la alineación inicial aparecieran dos chicos de la cantera en la sala de máquinas: Cristian Salvador y Nacho Méndez. Y que cuando hubo que recurrir a la tremenda, tras el empate del Numancia, la primera opción desde el banquillo fuera otro imberbe, Pelayo Morilla, tal vez como premio a su atrevimiento en el reciente partido de Copa. Salvador estuvo bien, de lo mejor de los de casa; pero Méndez empieza a dar muestras de que resulta más efectivo cuando sale del banquillo que cuando ingresa de inicio. Morilla dio rienda a su desparpajo, pero no le salió nada y aún así suya fue la mejor ocasión del descuento, atajada de nuevo por el meta visitante.

En el 33 los locales dibujaron la mejor jugada del partido: Sousa trazó una diagonal con el tiralíneas, Lod vio el desmarque y le puso a Djurdjevic el pase de la muerte, pero el nueve anduvo lenta y un defensa evitó un tanto que hubiera supuesto una tranquilidad que se quebró al filo del descanso, cuando los sorianos anotaron el empate tras tres córneres consecutivos y con Villaba rematando en situación de fuera de juego, aunque difícil de apreciar en directo. En esta ocasión, Baraja no acertó con los naipes a la hora de decidir los cambios. ¿Por qué prescindió de Sousa en lugar de Robin Lod?

En resumidas cuentas, que el equipo necesita mejorar porque para progresar adecuadamente y optar al sobresaliente de fin de curso hará falta jugar bien los primeros veinte minutos de cada partido y los últimos setenta. Lo que no ha ocurrido hasta la fecha.

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