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Mario Antuña

A la contra

Mario Antuña

¡Ay, mamina, qué pena!

El paupérrimo nivel demostrado por los dos grandes equipos asturianos

Si en un derbi se exhibe la calidad de los equipos grandes del fútbol asturiano, ¡ay, mamina, qué dolor! Cuando hay más miedo que juego, cuando las declaraciones posteriores de entrenadores y jugadores intentan sacar pecho del pan duro (Sporting) o mitigar la exigua existencia de las migajas (Oviedo), cuando se disputa en el campo no ser peor que el rival, la conclusión es que hay muy poco, pero que muy poco que ofrecer. Lo peor es que se muestra en el clásico del fútbol regional. A nadie que le guste el fútbol puede sentir más que desazón.

-¡Qué vergüenza! Menuda bacalá de partido. Si es un Fuenlabara-Alcorcón (derbi madrileño de Segunda) los sacan del campo a pedradas.

Fue el comentario de un familiar-aficionado minutos después del pitido final. Mucho se ha analizado y opinado ya del encuentro. Pero queda en la recámara el análisis de los comentarios de los protagonistas, siempre interesados, por supuesto, porque pueden marcar el listón, quizás adulterado por el forofismo o por los contratos y las nóminas, en los que se sitúa la calidad del juego de ambos equipos.

"El Sporting jugó una gran segunda parte; fuimos superiores y merecimos algún gol; realizamos un partido completo en todas las facetas", dijo José Alberto; "Hicimos un gran partido en el Tartiere", afirmó Cristian Salvador; "Si alguien mereció la victoria fue el Sporting", señaló Diego Mariño; "Tuvimos ocasiones para ganar", comentó Carmona. Más comedido fue el entrenador del Oviedo, Javi Rozada: "Tuvimos miedo a perder y no fuimos a por el partido"; "El Sporting controló más el partido en el segundo tiempo, pero para ganar tiene que exponer más y hacer más cosas...".

Cuando se sale a empatar, se suele perder. Cuando dos equipos juegan a no perder, lo más fácil es que empaten, porque el reglamento impide perder a los dos, que era el resultado que se merecían Oviedo y Sporting: el primero porque se mostró incapaz, y el segundo, porque no fue capaz. Y los dos mostraron un paupérrimo nivel, acorde con su posición en la clasificación de Segunda. No es casual.

Si el fútbol es de valientes, el miedo fue el gran protagonista en el Tartiere. El Sporting salió con una defensa de cinco ante un equipo que ataca con Ortuño; sin su principal goleador y el mejor jugador junto con Manu García, el otro García, Aitor; fiando el juego y el resultado al balón largo a Pablo Pérez y a ver si la mete Djuka, lo que no sucedió. Este planteamiento, consensuado se ha dicho entre el entrenador y el cuerpo técnico, merece una explicación para los anales del fútbol. Parece que el pijama de la camiseta comienza a sobrarles.

¿De verdad que lo visto en el Tartiere se puede calificar de gran partido, dejémoslo en bueno para ser benévolos? Si así es, ¿cuál es el nivel de buen juego que tienen los técnicos y jugadores del Sporting? ¿Tan bajo ha caído o es mejor devaluar las expectativas viendo la realidad de cada semana? ¡Qué pena, mamina! Va a ser que los tuertos quieren hacernos ciegos...

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