Cerrada la primera vuelta, el sportinguismo echa la vista atrás. Pocos, tirando a nadie, creían que el Sporting iba a estar entre los favoritos cuando arrancó el curso. El pasado reciente no invitaba al optimismo, los fichajes mucho menos y al entrenador le faltaban horas de vuelo. Veintiún partidos después, Gallego dirige con mano firme el equipo revelación de lo que se lleva disputado de Liga.
Lo mejor que se puede decir de una banda de rock, blues o lo que toque escuchar en ese momento es que tiene sonido propio. Y este Sporting lo tiene. Los de Gallego manejan un plan que todos conocen, poco brillante por momentos, pero que funciona. Como mínimo, a los rojiblancos se les puede decir que compiten, algo que se echó de menos temporadas atrás. Queda por ver si con las armas que tienen les dará para resistir hasta el final.
La crisis del covid no ha afectado a los resultados, todo lo contrario. Cuando todo va bien es más fácil perdonar.
El equipo dio durante varias jornadas la sensación de que la gasolina se había acabado, pero ahí sigue. Y luego está el “covidgate”. La crisis no ha afectado a los resultados, todo lo contrario. Cuando todo va bien es más fácil perdonar. Pero, aun así, Gallego tendrá que gestionar con mucho tacto el regreso de los que un día fueron y se creyeron intocables. El técnico ya ha avisado de que tendrán que volver a ganarse el puesto. Con los pocos efectivos con los que cuenta, el enfado por lo sucedido pasará pronto. Lo importante es que el balance siga siendo positivo. Lo demás lo arreglará el olvido.
