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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

La opinión del día sobre el Sporting: El merchandising de Djuka

El serbio ha dado el paso y ha cambiado de finca en ese latifundio que era la Yugoslavia de Tito: Montenegro ya espera por el yerno deseado de La Guía a la Urgisa

La plantilla del Sporting, durante un entrenamiento Juan Plaza

El Toralín será el escenario en el que Campuzano puede ganarse sus minutos de gloria warholianos. Tendrá la complicada tarea de suplir al gran ausente. En el instinto de Campuzano para abrir latas y otros asuntos basará el Sporting todos sus argumentos ofensivos a la espera de que se le unan otros que están, pero por los que se sigue esperando. Si todo sale como es debido en Ponferrada, habrá honor y gloria para los que sobrevivieron sin el “23”.

Y mejor que así sea. Hay que ir buscando plan B por lo que pueda venir ya que parece que finalmente el goleador será internacional. La estrella serbia ha dado el paso y ha cambiado de finca en ese latifundio que era la Yugoslavia de Tito y en el que ahora crecen países como setas. Montenegro ya espera por el yerno deseado de La Guía a la Urgisa.

La posible internacionalidad montenegrina del muchacho, que bien se la ha ganado, ya está generando dolores de cabeza a más de uno. De mano, y como bien recuerda un camarada que tiene voz, marca tendencia y lleva tiempo advirtiendo de la que se avecina, toda la iglesia “djukista” tendrá que ir retocando su merchandising.

Habrá que sustituir el escudo serbio que acompaña a las berenjenas cada vez que el chiquillo ve puerta por el águila bicéfala montenegrina. Más complicado lo tendrán los que pasaron por el sillón del tatuador para jurar amor eterno al partisano

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Habrá que sustituir el escudo serbio que acompaña a las berenjenas cada vez que el chiquillo ve puerta por el águila bicéfala montenegrina. No será problema. Más complicado lo tendrán los que pasaron por el sillón del tatuador para jurar amor eterno al partisano. Aunque nada comparable con los que se lo grabaron a fuego donde nacen las ideas. Ahí sí que no hay láser que valga. A lo sumo, años de diván.

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