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Alberto Menéndez

La opinión sobre el Oviedo en el derbi: Volvió a sonreír

El tristón Oviedo que en las últimas jornadas se iba acercando peligrosamente a los puestos de descenso incapaz de ganar a alguno de sus últimos siete rivales, volvió a sonreír ayer en El Molinón. Alegría y tres puntos de oro para los carbayones, que acaban así con una peligrosa racha negativa que les permite tomarse un respiro. Pero es que esta victoria no son solo tres puntos; tiene un valor añadido, el sentimental. Ganar de nuevo un derbi, y en Gijón, sirve no solo para elevar la autoestima de los jugadores azules sino para, sobre todo, subir la moral de una afición que lleva demasiados sinsabores sumados a lo largo de otra temporada para olvidar. Todo lo contrario que la del Sporting, que poco a poco fue creyéndose que su equipo tenía opciones de disputar el ascenso, aunque ahora, después de tres derrotas consecutivas, parece que surgen dudas. Pero quien dijo que iba a ser fácil ni para uno ni para otro de los principales equipos asturianos.

Al Oviedo se le puso de cara el derbi cuando solo a los seis minutos de partido Diegui introducía el balón en la portería defendida por Mariño. Un gol producto de la cantera azul, ya que el pase se lo había dado el otro lateral ayer, Lucas, también procedente de El Requexón. Un tanto producto de la perseverancia, de la perseverancia de un lateral que corrió al área pequeña de los rojiblancos con el ansia de un delantero centro, y de la perseverancia de un jugador que apenas había disputado minutos en lo que va de Liga pero que nunca se rindió (incluso cuando le abrieron la puerta en más de una ocasión para que abandonara el club) y que siguió entrenando con ilusión en busca de una nueva oportunidad. Y la encontró ayer. Es lógico que Diegui declarase al final del partido, muy emocionado, que el de ayer era el mejor momento de su carrera deportiva.

Diegui fue la gran sorpresa en la alineación de Ziganda, convirtiéndose luego en el inesperado protagonista del derbi con el gol con el que respondía a la confianza depositada en él ayer por el técnico azul. Y sí, Diegui Johannesson fue la estrella, pero si algo hay que destacar del Oviedo en el partido de El Molinón fue su consistencia, su bloque. Todos cumplieron con su papel. Todos fueron solidarios y así los sportinguistas apenas tuvieron ocasiones de desarrollar su juego y crear peligro ante el marco de Femenías, que ayer de nuevo tuvo un día bueno y se mostró como un portero seguro. Los dos centrales, Arribas y Grippo, estuvieron siempre contundentes y los dos laterales brillaron (salvo ocasiones puntuales) en defensa y en ataque, como demostraron en el gol. Edgar y Tejera pudieron casi siempre con los centrocampistas gijoneses, ayudados en esta ocasión por el trabajo a destajo de Sangalli, dedicado brillantemente a tareas de contención. Nahuel y fundamentalmente Borja Sánchez se movieron por la zona de peligro con mucha intención e imaginación, marcando en todo momento el ritmo que necesitaba el partido. Acabaron desfondados, al igual que Blanco Leschuk, que sí, ayer en el derbi sí cumplió sobradamente con lo que se espera de él.

El Oviedo de Ziganda de mostró en el encuentro de la máxima rivalidad regional que puede hacer más cosas de las que ha hecho hasta ahora. A partir de este momento, sin tantos agobios, tiene la oportunidad de mejorar su juego y, al menos, dar más satisfacciones a sus seguidores en lo que resta de Liga.

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