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LNE FRANCISO GARCIA

Tras el final de temporada del Oviedo Baloncesto: La tarde en que Elijah pudo ser LeBron

El último tiro de Brown y el recuerdo de un partido de play-off de los Cavs que presenció de niño

Elijah Brown tras la última acción del partido de play-off Luisma Murias

El 22 de mayo de 2009, el jugador del Oviedo Baloncesto Elijah Anthony Brown (Santa Ana, California, 19 de febrero de 1995) tenía 14 años. Esa noche, su padre, la leyenda de la NBA Mike Brown, segundo entrenador de los Cavaliers entonces, se sentaba en el banquillo local para afrontar la disputa del segundo partido de las finales de la Conferencia Este de ese año, que enfrentaba a Cleveland con Orlando Magic. El adolescente Elijah, que a veces acompañaba a su padre a los entrenamientos y botaba pelotas rodeado de estrellas sobre el parqué, era uno de los 20.562 seguidores que atestaban la grada. El partido se resolvió sobre la bocina a favor del equipo de su progenitor, después de que LeBron James se jugara el último lanzamiento: “ding dong” para un apretado 96-95. “El Rey” recibió un pase de Mo Williams y la clavó desde siete metros y trece centímetros. La grada, enfervorizada, jaleó a sus jugadores como en las grandes noches. Elijah fue uno de ellos, aunque a la postre los Magic del mejor Dwight Howard cerraron el paso a la final a los chicos de Cleveland.

A Elijah le hurtaron el pasado martes en Pumarín la posibilidad de repetir la jugada que soñó de niño. Quedaban poco más de dos segundos, los azules iban uno abajo en el marcador (69-70) y parecía obvio que la pizarra iba a señalarle como el jugador al que fiar el último tiro del segundo partido del play-off, el que marcaría la senda que con frecuencia se bifurca para decidir entre el éxito y el fracaso. El norteamericano, jugador de rachas y buen anotador en transición, se topó en un dos contra uno con Matulionis y Monaghan. Trató de franquear esa barrera y disparar sobre el límite, intentando quebrantar la ley física que evalúa la impenetrabilidad de la materia. Todo el pabellón de Pumarín vio falta en la defensa gallega, al límite de la permisividad. Menos los árbitros. El escolta zurdo californiano no protestó y asumió la decisión arbitral, muy criticada por su entrenador, al que los colegiados habían mandado a la caseta en un momento crucial del partido, al final del tercer cuarto, cuando los locales habían iniciado una espectacular remontada tras una primera parte de espanto.

No duden de que de haberse señalado esa falta defensiva, Elijah habría anotado los dos tiros libres. Este chico distraído de muñeca de seda al que solo falta una inyección de constancia para asentar el baloncesto que lleva dentro lideró la Conferencia Pac-12 de la NCAA con la camiseta de los Ducks de la Universidad de Oregón desde la línea de personal en su última temporada universitaria, con un 93 por ciento, y solo seis intentos fallidos durante la campaña. Y no es moco de pavo: la Pac-12, apodada “Conferencia de Campeones”, ha ganado más campeonatos nacionales de la Liga universitaria estadounidense que cualquier otra división regional en la historia. A Brown, que ayer se despidió de Oviedo, no le tembló la zurda cuando tuvo que enfrentarse a Stanford, UCLA y USC.

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