Gol cantado fallado por Koke y cabezazo nulo de Morata. En otra dimensión es probable que España se hubiera puesto con dos goles de ventaja ya en la primera parte y otro día más en la oficina. Pero la Roja no sería nuestra España si no sacara a relucir la sempiterna mala suerte del equipo nacional, que dirían Faemino y Cansado. Durante unos minutos se estuvo enfilando el camino de convertir en eterna discusión de barra si la pifia del gol que tuvo contra las cuerdas al proyecto de Luis Enrique fue culpa de Pedri, de Unai Simón o de una sociedad secreta de aficionados a la inmolación.
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Volvían a pasar por la moviola de la vida todos los fantasmas juntos que no han dejado tener la fiesta en paz a esta España nuestra: Cardeñosa, Eloy, Julio Salinas, Al-Ghandour, el codo de Tassotti... Pero apareció el espíritu del Buitre, el último que lideró una remontada en una fase final de un gran torneo, y la España que estaba comenzando a ser ya de unos cuantos más que al principio levantó un partido al que se le iba poniendo cara de lo de siempre.
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Con lo que no se contaba tras atesorar un 1-3 en el minuto 84 era con que los croatas tuvieran alma. Y luego, la locura y lo que es el fútbol: parada salvadora del antes villano Unai Simón, gol del odiado Morata y el partido más emocionante en lo que va de Euro. La selección sin puntería suma diez goles en dos partidos. Y Van der Vaart mirando escaparates en el barrio rojo.