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Christian Fernández muestra su camiseta al término del Sporting-Oviedo en El MolinónMarcos León / Juan Plaza

En territorio comanche

Pablo González

La opinión tras los incidentes en el Sporting-Oviedo: Un final para el sonrojo

Lo que comenzó como uno de los derbis más entretenidos de los últimos años, acostumbrados que nos tenían los chavales a acelerar las siestas a golpe de cloroformo y nada de fútbol, acabó convertido en una trifulca que pasará a la historia, a la negra, de estos partidos

Lo que comenzó como uno de los derbis más entretenidos de los últimos años, acostumbrados que nos tenían los chavales a acelerar las siestas a golpe de cloroformo y nada de fútbol, acabó convertido en una trifulca que pasará a la historia, a la negra, de estos partidos. Encima, derbi en horario de máxima audiencia y televisado en abierto un día que no jugaba ni el Madrid ni el Barça. Así que el deplorable espectáculo, el show antideportivo, con unos no sabiendo ganar y otros no sabiendo perder, pudo ser visto por todos aquellos que estuvieran siguiendo la fiesta del fútbol asturiano que acabó como una barra libre en un pub de Magaluf lleno de ingleses sedientos.

El bochorno, la gran traca final con la que se cerró la parranda, seguro que da para mucho en los zapping futboleros de esta semana: Femenías sirviendo de saco de boxeo a Rivera y, por ejemplo, Christian Fernández mostrando su camiseta como Messi en el Santiago Bernabéu. Luego, camino del túnel de vestuarios, más, con jugadores del Sporting afirmando haber recibido alguna “caricia” por parte de los agentes del orden. Vivir para ver.

El bochorno, la gran traca final con la que se cerró la parranda, seguro que da para mucho en los zapping futboleros de esta semana: Femenías sirviendo de saco de boxeo a Rivera y, por ejemplo, Christian mostrando su camiseta como Messi en el Bernabéu.

Pero lo que mal empieza, mal acaba. Y es que el derbi comenzó a calentarse hace semanas con la negativa del Sporting de enviar entradas al Oviedo en lo que solo es otro capítulo de una guerra que empezó por arriba, cuando los primeros que tienen que dar ejemplo son los directivos, los responsables de los equipos, haciendo bandera de un juego limpio que ahora brilla por su ausencia. Y ya van diez derbis desde el reencuentro. La broma ya dura demasiado.

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