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Alberto Menéndez

Demasiada mediocridad

El Oviedo va a tener que mejorar mucho si quiere colocarse en la parte alta de la tabla. Hasta ahora la defensa era la que mantenía una línea más regular, pero ayer ya ni eso. El gol del Ibiza fue una cadena de errores de los jugadores azules, hasta que se produjo el penalti cometido por Tarín que sirvió a los isleños para llevarse los tres puntos del Carlos Tartiere. Nueva derrota en casa de los de Bolo, y ya son dos, ante equipos (Andorra e Ibiza) cuyas plantillas están confeccionadas con el objetivo, salvo milagro de última hora, de mantener la categoría. Si las sensaciones del equipo ovetense en Burgos no fueron buenas, ayer, ante su afición, no hubo mejoras destacables. Tras los dos últimos encuentros hay una palabra que puede servir para calificar el juego del equipo de la capital del Principado: mediocridad. Eso sí, con chispazos que abren la puerta a la esperanza.

El primer tiempo del Oviedo ante los ibicencos fue para olvidar: medroso en alguna ocasión, pero sobre todo sin chispa y con poca, por no decir ninguna, capacidad de creación en el centro del campo. De nuevo unos 45 minutos perdidos para intentar sacar adelante un resultado positivo en el Carlos Tartiere. El primer cuarto de hora fue de control absoluto por parte del Ibiza. Menos mal que a partir de ahí los azules dieron un paso adelante para, algo es algo, no verse dominados por los de las Baleares. Para poco más sirvió, ya que peligro, lo que se dice peligro, los carbayones apenas crearon. Entre los tres palos no dispararon ni una sola vez. Y eso, al final, puede acabar pasando factura, como sucedió en esta ocasión. Un partido hay que saber aprovecharlo desde el principio. Si no es así luego llegan las prisas y pasa lo que pasó en la tarde de ayer en el Tartiere. Que el Oviedo es mejor equipo que el Ibiza es algo que no ofrece dudas. Pero eso no basta para ganar un partido.

Da la sensación de que Bolo no está sabiendo dar con la tecla adecuada para que los jugadores azules aprovechen sus virtudes. Por el contrario, lo que está pasando es que lo que más se ven son los defectos. Algo, por lo tanto, no cuadra.

Lo que parece evidente es que el entrenador azul cuenta con piezas suficientes para armar un conjunto solvente. Probablemente, tras ver los tropiezos defensivos en casa, tenga que ir pensando en modificar la línea de zagueros. Sobre todo se necesita a alguien que pueda sacar el balón jugado con cierto sentido. Tampoco estará de más que analizara Bolo qué tipo de laterales quiere. Por otra parte, parece que el técnico oviedista deberá definir más pronto que tarde cómo ensamblar el centro del campo y cómo deben ayudar a los denominados pivotes jugadores exteriores como Borja Sánchez o Sangalli, o Viti, o el mismo Marcelo Flores. Bolo no se puede quejar de falta de delanteros. Tiene tres, y de categoría contrastada. Pero para que cumplan con su cometido, es decir, marcar goles, tienen que llegarles balones en condiciones. En el primer tiempo de ayer no recibieron prácticamente ninguno. Luego sí, sobre todo al final del encuentro, pero cuando todo eran prisas. Ciertamente, los oviedistas pueden hablar de mala suerte en los últimos minutos. Tuvieron varias y claras oportunidades para marcar (incluso un remate al larguero de Obeng). La afición oviedista puede pensar que como poco se debería haber empatado el partido. Pero que nadie olvide que Tomeu evitó también una clarísima ocasión de los ibicencos tras un nuevo desajuste defensivo del equipo asturiano.

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