La opinión sobre la polémica del Sporting con el VAR: Fuera de juego por pestaña

Las arbitrarias decisiones del VAR con toda su tecnología, pero con escaso rigor y criterio

Mario Antuña

Mario Antuña

Grité, ¡milagro en El Molinón!, mientras se jaleaba el gol de Campuzano, porque de tantos de delanteros, en el Sporting andamos como de cortijos. Y en esos segundos de júbilo, la irrefrenable y fantasiosa mente se disparó haciendo cábalas con los números: tres puntos más que suman…, y nos ponemos a tantos de…, igual hay posibilidades de llegar a…, y ya sabemos que el equipo que entra por detrás en la promoción suele… Hasta que el árbitro se llevó el dedo a la oreja para apretarse el pinganillo y escuchar mejor; y en un acto reflejo inherente al sentido del oído, levantó la mano. El fantaseo se cortó abruptamente y dio paso a la incertidumbre que comenzó a incendiar al sportinguismo. Incredulidad. ¿Qué pasó? Se repite la jugada, una y otra vez, y nadie ve nada extraño: juego trenzado, pase al hueco, Campuzano se queda ante el portero y mete gol.

Salvo el milagro de colocar la pelota en la portería contraria, nada raro. Pasan los minutos, que después no se añaden, y la incertidumbre comienza a convertirse en temor. Lo van a anular. En plural. Porque el árbitro había concedido gol. Él sopla por el pito, pero al parecer no manda. Los del cuartín, rodeados de pantallas, cámaras, tiralíneas y espadas láser dictan sentencia: la pestaña de uno estaba por delante de la ceja de otro. Gol anulado. En el idioma de los señores del habitáculo que parece una caseta de obra desde donde escudriñan el fútbol hasta el más allá: fuera de juego posicional de Campuzano en el pase anterior a la jugada de gol; lo que había sucedido... ¡14 segundos antes! ¡Me cago en la pestaña larga!

El VAR llegó con toda su tecnología y recursos inteligentes para hacer más justo el fútbol. Y cada semana los líos campan por los estadios por su escaso rigor y falta de criterio: líneas que se justifican por autos de fe, reglas arbitrarias que cambian de forma aleatoria (ahora vale, ahora no), decisiones tomadas a destiempo, se investigan y juzgan unos lances del juego y otros no, y viceversa… Una verbena. Cierto que unas veces beneficia a unos y perjudica a otros, y al revés, aunque la balanza casi nunca se equilibra. Para este viaje servía un humilde ambigú. Echo de menos aquella época en la que un señor de negro con barriga tipo panza trotaba por el campo y se equivocaba porque no llegaba a tiempo de ver la jugada. Te tangaba igual, pero al menos era más humano.

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