La crónica del Oviedo-Sporting desde un bar de Cué (Llanes): Derbi interruptus

El Oviedo-Sporting vivido entre parroquianos de un bar de Cue

Mario Antuña

Mario Antuña

Cue (Llanes). Bar La Espuela. Parroquia mayoritariamente del Sporting. No está escogida. En camisetas también ganan las rojiblancas. Pero por la mínima: dos niños se igualan en colores, un adulto desempata con un 9 a la espalda que parece pegado con cinta americana. Buen ambiente. Se comenta la pedrada al autobús del Sporting, los oviedistas lo critican abiertamente. Eso no se puede consentir. Desde el otro lado de la "grada" hay respuesta: ni aquí, ni allí. Asentimiento general. Comienza el partido. Hay tensión disimulada. Suenan los hielos en los vasos, para diluir la inquietud. Alguien comenta que el campo no está lleno y se apela a los precios. Otro asentimiento general. En el arranque del partido, el Sporting parece más decidido. Le pone más ímpetu, parece ir a por el partido. El optimismo rojiblanco rápidamente es aplacado por sus propios aficionados. "Na, ya verás, en el último minuto un córner, una falta, un remate y se acabó, como siempre". El árbitro cántabro, Cordero Vega, parece caseruco. Recuerden que hay mayoría sportinguista. "Esti cobra en sobaucos". Empiezan a caer las tarjetas amarillas. La primera para Pascanu, después Hassan por un resbalón con pisotón; al tarjetero se suma Queipo y después por el Oviedo, Luismi y Bretones. Pero los lances de faltas y amarillas no vencen el sopor. Los oviedistas están inquietos. No les gusta lo que ven, su equipo esperando, un Sporting intentándolo. Hay quien menciona que los carbayones tienen mucho más equipo, pero no son jugadores para Cervera. Los oviedistas se lo toman como un halago envenenado. Continúan sonando los hielos en los vasos. Solo al final de la primera parte ocurren dos jugadas que despiertan la atención. Otero, en la banda derecha del Oviedo, disputa un balón, nadie concreta si fue falta o fuera de banda. En el lance se levanta un tapín del césped. No se pierde la oportunidad y los parroquianos piden que se saquen patatas. La grada increpa y el jugador sportinguista, en un gesto elocuente le pide que tenga cabeza tocándose con los dedos las sienes. Poco después el Oviedo pierde un balón intentando acercarse al área sportinguista y propicia un rápido contraataque, la gacela de Hassan se planta ante Román que con la pierna evita el gol que se cantaba entre la barra y las mesas. "Home por Dios, era la ocasión, no vamos tener muchas más", clamaron los parroquianos. Sin saberlo, no les faltaba razón. La estadística final es fría como el hielo que intenta evitar que las copas se calienten. Al concluir el partido, tiros a puerta: 1 del Sporting, 0 del Oviedo; paradas: 1 del portero del Oviedo, 0 del de el Sporting.

Derbi interruptus

Derbi interruptus / Mario Antuña

Llega el descanso. Los niños, sea el color de la camiseta que lucen, se aburren. El resto de parroquianos intenta disimular. La cámara enfoca una pancarta, por su tamaño "tifos" en las que con un dibujo se puede leer: "Teo, aprende a dibujar". Nadie sabe a qué viene. Ahora puedo explicar que es un piquilla entre aficiones. Los oviedistas de Symmachiarii las elaboran ellos mismos y echan en cara a los sportinguistas de Ultra Boys que las encarguen a terceros… si lo comento en el bar seguro que me dicen que es una riña de patio de colegio patrocinada por lápices Alpino. Después, en la tele, para entretener, ponen un resumen de goles de los últimos derbis. Gana el Oviedo de goleada. Los rojiblancos confían en que no sea una premonición.

Derbi interruptus

Derbi interruptus / Mario Antuña

No lo es. La segunda parte comienza con el Oviedo con mejor intención. Intenta encerrar al Sporting. Para eso juega en casa. Hay que lucirse. Los derbis no se ganan a los puntos. Se oye una voz que quiere superar el tedio y pide juego y tantos. Hay dos respuestas: "si quieres ver fútbol, vete a otra Liga"; "tú quieres goles, y yo millones". De aquí al final, salvo la incertidumbre y la inquietud por un gol solitario, entre la barra y las mesas solo hay tres acontecimientos reseñables. El primero, en un córner a favor de los azules, la imagen de la tele se congela, alguien grita con mala intención "¡gooollll del Oviedo!" y el silencio hasta que la televisión vuelve al tedioso directo se hace denso, como el calor, y eterno. El segundo es la salida de Campuzano. Recuérdese que la parroquia es mayoritariamente sportinguista. El jugador estaba en venta, se le dijo que no se contaba con él en asturiano y en arameo, pero ante el fracaso del mercado de fichaje de un 9, ¡ohhh sorpresa!, pasa por delante de los mexicanos Jeraldino y Lozano, jugadores del grupo Orlegi. En fin… Y el tercero, siempre hay un listo que aprovechando la diferencia de la señal televisiva con la realidad del campo anuncia que el partido hace dos minutos que acabó con empate. Derbi interruptus. Pues a rascala por ahí…

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