El barco
Las derrotas en el futbol producen, casi siempre, sensaciones de impotencia y amargura. Desazón por salir de vacío de toda una semana de trabajo, de que lo preparado no fue productivo y de que no estás igual que la semana anterior, sino peor, al sí sumar varios equipos de la categoría. La victoria suele ser mentirosa, tapa carencias y genera sensaciones de euforia. La derrota, sin embargo, siempre es huérfana de culpabilidad y destapa más problemas de los que incluso realmente puedan existir.
Comparemos los análisis tras el partido frente al Eibar (hace una semana) o lo sucedido tras el partido del domingo. El día y la noche. El Oviedo en Anduva completó un partido gris, similar, no obstante, a alguno en el que no perdió. El domingo lo hizo, en parte también por ese azar sobre el que escribía la semana pasada. No hubiese sido malo ese punto que el equipo no supo asegurar cuando parecía hecho. Nadar y guardar la ropa también es saber competir y suele ser un denominador común en los equipos con premio al final de temporada. Las carencias y virtudes son las mismas en las victorias que en las derrotas, por más que se escondan o visualicen en acciones o resultados puntuales.
El equipo suele llevar la iniciativa, su juego posicional es más que correcto si se realiza al ritmo adecuado, parece haber unión en el vestuario, asunto para nada menor, y el ratio de puntuación es bueno en la etapa Carrión. Los defectos aparecen, y mucho cuando, se juega a un ritmo medio o bajo, necesita, ya no solo la velocidad individual, sino que el balón transite rápido para no ser un equipo demasiado previsible. Con el rival ubicado en bloque medio o bajo deben aparecer, por ejemplo, acciones de desborde individual o disparos lejanos. En definitiva, más profundidad, aspectos de los que hasta el momento el equipo carece.
Señalaría, además, como déficit la nula aportación, a día de hoy, de futbolistas de esos que en agosto, cuando repasas los cromos de la plantilla, estaban llamados, a ojos de la propiedad, a regalar buenos momentos a la parroquia azul y que a las puertas de la Navidad aún están por aparecer. Llega diciembre, con cuatro partidos ligueros y uno de Copa. Veremos en qué situación nos deja 2023. Deseo, es gratis, un enero a tiro del play-off y contra un Primera, en Copa, en Reyes en el Tartiere.
Pero conviene que vaya tomando forma la carta a sus majestades los Reyes Magos en lo que vienen siendo retoques necesarios en la plantilla. Personalmente, y en la derrota, sigo en el barco de los que creen poder pelear por el objetivo. Desde el domingo hay muchas más plazas libres. Fútbol.
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