Entre líneas

A toro pasado, todos somos Manolete

Un análisis del partido del Oviedo frente al Amorebieta y de lo que pudo ser y no fue

Julio Llanos

Julio Llanos

Al pan, pan, y al vino, vino. El equipo, el sábado, estuvo mal. Ni se puede, ni se debe hacer un drama de esto; todos los equipos tienen días así, todos. Pocos días malos hemos visto del equipo de Carrión en su etapa en la capital del Principado, pero conviene no disfrazarlos, ni maquillarlos, pues asumirlos es el paso previo a detectar errores y posteriormente tratar de solventarlos.

Días de mucho, vísperas de nada. Llegaba el partido con cierto aire de euforia entre la parroquia local, debido a un mercado de invierno que deshacía la operación Borja-Romario dejando a ambos en un entorno mucho más propicio para sus rendimientos y por la llegada de Dubasin, que en su primer partido pareció un futbolista útil y polivalente. Euforia algo desmedida puesto que, aunque el equipo es el mejor de las últimas quince jornadas, la clasificación no entiende de periodos parciales y nos coloca en una discreta undécima plaza. Cierto que aún a tiempo de todo, pero como demostró el Amorebieta las euforias o alabanzas continuadas a la plantilla no dan puntos. Empate frente al peor equipo de la categoría en casa. Golpe de realidad para los castillos en el aire.

Creer es la mitad del camino. Tener una identidad, una manera de jugar, un estilo, una marca propia y que además dé buenos resultados no es nada fácil. Criticarlo el día que falla, sí lo es. Salió el equipo con un dibujo poco visto, en muchos momentos un 3-4-3-1, que propició adelantarse rápido en el marcador, pero que tras el paso adelante del equipo vasco supuso un colapso en la salida de balón, recurriendo al juego directo con el que el equipo no está cómodo, ni siquiera en los primeros partidos del curso con Cervera. Rectificar es de sabios. Y así lo hizo el míster, como reconoció, quizá algo tarde, en el descanso y ya con la igualdad en el marcador. El equipo ocupaba de manera más racional los espacios y dominaba mejor la zona de creación, con la presencia del mejor jugador el sábado, Jimmy.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Al Oviedo le sigue costando atacar a equipos en bloque bajo y la segunda parte volvía a demostrar esa teoría. ¿Por qué? En estas situaciones de partido, el equipo sigue careciendo de desborde por fuera, de buenos centros laterales, de sacar tiros desde fuera y especialmente de encontrar la profundidad, mientras que abusa del juego al pie, facilitando la defensa rival. Curiosamente, en la primera y con espacios sí vimos tiros lejanos, especialmente del debutante Dubasin. Fútbol.

A toro pasado todos somos Manolete. Si el remate de Bastón en la última jugada del match hubiese entrado, las valoraciones, análisis y sentencias sobre el manejo del partido serían, sin lugar a dudas, diferentes. El desarrollo, sin embargo, el mismo.

Nunca es tarde si la dicha es buena. Hay tiempo para todo, pero con los pies en el suelo, sabiendo adaptarse a todo tipo de partidos y con la responsabilidad de quienes manejan miles de sueños con piernas. Mientras tanto, los 20.861 abonados seguirán hablando en plata y soñando en oro. Si emociona pensarlo, imagínate hacerlo. A por ello.

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