Ganamos y gracias

Sobre cómo queda por recorrer un camino importante en todos los aspectos para que los de MAR logren el ascenso

Real Sporting - Real Oviedo: el derbi en imágenes

Real Sporting - Real Oviedo: el derbi en imágenes / Ángel CabranesÁ. C.

Mario Antuña

Mario Antuña

La autocomplacencia es hija de la euforia y asumible si ajusta bien sus límites. Pitido final, entusiasmo, abrazos, cánticos patrióticos, emoción mal contenida con algún exabrupto…, lo normal. Pero cuando el caudal de vehemencia retorna a los niveles de raciocinio, se nos aparece el paisaje real: ganamos el derbi, sí, y gracias. Para muchos suficiente, lo importante es el resultado, del juego nadie se acuerda. Y menos en estos partidos. A mí me deja un sabor turboso, quizás porque una vez rebajado el ímpetu y la alegría, y ya pensando en el objetivo final, este Sporting que ganó al Oviedo me provoca demasiadas dudas.

Los primeros veinte minutos fueron espléndidos con un magnífico gol tempranero, el equipo disputaba cada balón, robaba y miraba hacia la portería contraria, ganaba todos los duelos individuales y carburaba fútbol. A partir del minuto veinte, como si hubiera un plan premeditado, el Sporting dio un paso atrás, cedió o perdió la posesión del balón, el control del juego y activó el peligroso modo contemporizador. La imagen del equipo se empequeñeció, aunque pusiese bravura y pundonor en la resistencia. Setenta minutos por delante en un derbi pueden hacerse muy largos. Y se hicieron. Mal que me pese, el Oviedo mostró en El Molinón la figura de un equipo bien compuesto, sólido y compacto, con un plan de juego definido, con una hoja de ruta hacia la portería contraria, con mecanismos de juego ensayados, capaz de apretar al rival hasta la asfixia y empujarlo a la derrota. El Sporting tras un soberbio y esperanzador inicio se fue achicando (intencionadamente o no) hasta dejar al aire sus despuntes, hechuras por hilar, trampas del patronaje en forma de remendones a la vista. No es que el equipo esté desnudo, como la fábula del Rey, ni mucho menos, pero no luce un vestido deslumbrante.

Si el Oviedo no obtuvo mejor resultado fue porque adolece de la misma falta de puntería que el Sporting y porque esta vez el VAR concedió a los rojiblancos lo que en otras muchas ocasiones les quitó. Por ejemplo, el penalti solicitado a Varane no se señaló porque se interpretó que el toque en el pie no fue suficiente; como ocurrió con el agarrón de Róber Pier con el Racing de Ferrol, pero en este caso perjudicando a los sportinguistas.

Comprendo que los titulares, sin inclinarse de un lado u otro, recurran a la tipografía de épicas y fortalezas, que los aficionados entrecierren los ojos por la alegría y apelen al resultadismo, que el entrenador sportinguista (siempre analítico y autocrítico) se embriague de exceso de satisfacción, que cada comentarista barra la alfombra de sus colores…; solo el gran Churruca fue tan certero como sus legendarios centros desde la banda: "El Oviedo ha sido mejor, pero me quedo con el resultado". Y esa verdad, a un sportinguista, le escuece como el agua bendita a la niña del exorcista.

Superados los derbis, asumidas las limitaciones, que hay jugadores que parecen irrecuperables, confiando en que las pistolas no disparen más gatillazos, se difuminen las sombras, que reluzcan las virtudes y el buen juego, queda por recorrer el camino más importante. El que conduce a mantenerse en los puestos altos, mejor de ascenso que de promoción, para alcanzar al final de temporada el ansiado premio. Dudo que el Sporting del derbi sea el adecuado para tan elevada meta. A la espera del "Roxu" Molinón, con el modo ganar hay que activar el de jugar.

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