Opinión | Mangas y capirotes

Pero ¿qué colores son estos?

Sobre la capacidad de los estilistas y del marketing para diluir los símbolos futbolísticos

Por si no tuviéramos pocos líos y debates con los últimos problemas del fútbol (el racismo recurrente, las elecciones precipitadas en la Federación y los líos de Rubiales), ahora salta a la palestra el asunto de las camisetas. El color de las camisetas. El de las nuevas equipaciones y diseños de los equipos que han caído en manos de los estilistas y del merchandising y que están mareando a la afición y produciendo una esquizofrenia general. Que uno se asoma al televisor y no sabe ya qué equipo es el que juega ni quién va de blanco merengue, de grimoso fosforito o de delicadísimo rosa... Y, en consecuencia, también se entiende la confusión que esto puede crear, incluso, entre los protagonistas del juego.

De repente han de vestirse con los colores del contrario, cambiar los símbolos, las banderas y los distintivos. Y, así, es disculpable que se equivoquen en el pase y hasta se desazonen en los distintos lances del partido. ¿Qué coño es eso de aunar la moda, la elegancia y la tradición? Aquí jugamos al fútbol y tenemos unos principios, unos himnos y unas banderas. ¿Qué hacemos, pues, con las letras: "blau-grana al vent", "defendiendo tus colores", "verde y blanco es el sendero..."? ¿Creamos otros lemas, tiramos por la borda nuestros alirones y músicas identitarias? Y tampoco están los creadores de esta confusión muy inspirados estéticamente como para recibir muchas felicitaciones. Que nos han generado auténticos adefesios: las torcidas rayas rojiblancas, las camisetas ketchup de los leones o los jamones del Guijuelo... La parroquia va al fútbol a pasar la tarde y a divertirse, no para volver a casa acojonada, con imaginarios problemas de daltonismo o de degeneración macular, con la preocupación o la necesidad de ir al oculista al día siguiente. Un poco de orden y de coherencia, señores, no desvirtuemos las esencias y la historia de los clubes por los cuatro euros de la venta de las nuevas zamarretas. Los colores y los escudos son un tabú deportivo, el santo y seña de nuestras aficiones. Son sagrados. No se tocan. No se manosean.

¿Se imaginan lo que hubiera dicho don Santiago Bernabéu de haber asistido al último duelo Real Madrid-Athletic, con los madridistas de azul cobalto con rositas y los leones de blanco robado? Pero ¡qué colores -qué cojones- es esto!

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