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Inteligencia y generosidad

Inteligencia y generosidad

Se nos ha ido un gran amigo, un hombre entrañable, humano y generoso, de una inteligencia superior. Recuerdo su especial talento, tantas veces demostrado como empresario y también como excelente escritor. Conocedor agudo de los problemas empresariales y de la sociedad, siempre tenía la palabra adecuada, que expresaba de manera clara y precisa.

Hay hombres que a su paso por el mundo, y como consecuencia de las más altas cualidades que poseen, parecen rodearse en torno suyo de una atmósfera de confianza, simpatía y cariño de cuantos le conocen, y que no es otra cosa sino la evidencia del respeto y afecto que han sabido granjearse con una generosa entrega a sus semejantes. Un ejemplo bien claro de estos hombres lo tenemos en Martín González del Valle, y es indudable que se merecen los homenajes que se les dedican, no solo por la nostalgia que sentimos hacia la persona desaparecida, sino también por la tristeza que nos produce recordarla y la sensación de vacío que nos envuelve su ausencia.

Las dotes de su intelecto las demostró como presidente de Hidroeléctrica del Cantábrico y antes como consejero, que lo fue también del Banco Herrero, y como presidente de la fundación ejemplar "Luis González Herrero", dedicada a la ayuda de los pobres vergonzantes del casco de la ciudad de Oviedo, así como también de la Editorial Católica de España.

Pero no nos entristezcamos demasiado, pues Martín González del Valle pasó por esta vida cumpliendo su misión, su noble tarea, repartiendo beneficios, dando ejemplo con su vivir de lo que puede ser un hombre, al que muchos le recordaremos con creciente admiración.

Y podremos aplicar aquella poesía que Benito Álvarez-Buylla dedicó a otro asturiano: "Para ser de tal temple, ¿qué es morir? / ¿Qué importa a su materia ser inerte / si al mirar a su pasado bien se advierte / que aún queda su gran luz por extinguir?".

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