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La otra mitad de la verdad

La continuidad de las térmicas, el papel que aún puede jugar Hunosa y los que hacen negocio con el cambio climático

La otra mitad de la verdad

He seguido con cierto interés las distintas opiniones sobre la denominada descarbonización y sobre los negativos efectos que puede tener para Asturias el cierre acelerado del actual parque termoeléctrico. Las opiniones publicadas son voces autorizadas en materia energética y medio ambiente y poco puedo añadir yo a lo que ya han manifestado públicamente el Consejero de Industria Isaac Pola y a lo que también ha manifestado Vicente Luque Cabal, en su artículo de opinión, publicado en LA NUEVA ESPAÑA (03/12/2017).

Resultaría comprensible que a los sindicatos de la minería asturiana les cueste cierto trabajo asumir la defensa de carbón de importación, después de haberse pasado años denunciando que el carbón de importación estaba desplazando al carbón de producción nacional hasta llegar a la casi desaparición de nuestra minería. La minería asturiana también era una parte muy importante de nuestra industria regional y por esta razón, en su defensa, se ha producido una fuerte contestación social. Ya se que esto pertenece al pasado, pero permítanme al menos decirles que, ese consenso que se demanda ahora para hacer un frente común en defensa de las centrales térmicas de carbón también exigiría que se estableciera un compromiso en defensa de la minería autóctona que aún nos queda, y muy particularmente de la empresa pública Hunosa.

Puesto que las inversiones del puerto de El Musel ya se realizaron y las de las centrales térmicas también, para reducir sus emisiones, no deberían de existir mayores dificultades para que la producción de carbón que todavía puede dar Hunosa hasta el año 2030 se quemara con carácter preferente en ese parque termoeléctrico que se pretende defender en Asturias. Hunosa todavía mantiene un volumen de empleo tan importante, o más, como el que pueden tener otras industrias que, sin duda, se verían afectadas por una eventual subida del coste de la tarifa eléctrica y también por la calidad y seguridad de suministro eléctrico.

Yo soy un sindicalista chapado a la antigua, y permanezco estancado en mi defensa de la empresa pública, consciente de que, en la iniciativa privada, la empresa pública no suscita precisamente entusiasmo, a pesar de que una buena parte de esta iniciativa privada en Asturias ha nacido y se ha desarrollado al calor de la empresa pública. Creo que Hunosa aún puede aportar mucho a la economía regional y también a la economía de las cuencas mineras, no solamente con su producción de carbón, si no también explorando otras posibilidades en el desarrollo de energías renovables.

Estoy también de acuerdo con los que opinan que esta propuesta de la ministra Teresa Ribera para llevar adelante su decisión de cierre acelerado de las centrales térmicas de carbón no se resuelve con compensaciones de tipo económico para paliar los efectos de los empleos perdidos por el cierre de las centrales térmicas. Ahora bien, para rechazar estas compensaciones como alternativa no resulta necesario demonizar los fondos mineros, ni las prejubilaciones de la minería. Si no se hubiera reducido el sector minero en Asturias, en los términos que se ha hecho, no hubieran sido necesarios ni fondos mineros, ni prejubilaciones mineras, pero una vez que te doblan el brazo, lo mínimo que debes exigir es que compensen los efectos del ajuste, que es el origen de los fondos mineros, además de que los trabajadores excedentes, en lugar de ir a engrosar las filas del desempleo, tuvieran un tratamiento que resultara aceptable para los directamente afectados, al igual que se ha hecho en la banca, en el sector eléctrico, en la siderurgia, y en otros muchos sectores.

Siento cierta simpatía por Podemos, pero ahora que se han convertido en socios parlamentarios del actual Gobierno, deberían de ser más receptivos a las voces autorizadas en materia energética, que no dejan de repetir que las energías renovables aún no están suficientemente desarrolladas para tomar el relevo en la producción de energía eléctrica de nuestro país. Es posible que detrás de esa euforia desmesurada de la demanda de renovables se parapeten fondos soberanos noruegos que provienen de las rentas del petróleo, fondos de pensiones privados etc. que muy poco tienen que ver con una posición ideológica de la izquierda. Si se incrementa el coste de la energía eléctrica como consecuencia de haber emprendido una aventura disparatada, alguien, además del Gobierno, deberá también de asumir su responsabilidad en las consecuencias que de ello se deriven. Los fondos de inversión y los fondos privados de pensiones, que hacen negocio en nombre del cambio climático, con toda probabilidad se irán de rositas después de hacer su negocio, pero a estos difícilmente se les pueden exigir responsabilidades, porque son anónimos. Esta es la otra mitad de la verdad que no cuentan, los que hacen negocio con el cambio climático.

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