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La gran familia de Alcoa

Los cierres de los Méndez

La familia de un gijonés que trabaja en la aluminera ya sufrió despidos en las clausuradas Autotex y Los Telares

Delio Méndez con sus hijos Víctor y Pelayo, ayer en Gijón. MARCOS LEÓN

El gijonés Delio Méndez tiene 44 años y comenzó a trabajar en Alcoa en 2007. Un año antes, había sido uno de los despedidos de Autotex, la fabricante de fundas textiles de airbags para la industria del automóvil que estaba ubicada en el parque tecnológico de Llanera y que cerró. Once años después, Méndez espera que la historia no se vuelva a repetir. Además, en la familia del trabajador de la aluminera conocen bien lo que significa un despido. Su mujer, Soraya González, también lo sufrió como trabajadora de Los Telares en 2015. "Lo que más me preocupa son mis hijos, qué les va a quedar a ellos, porque la situación de Alcoa es algo más de la situación de tragedia que vivimos en Asturias", explica Méndez, que sigue yendo a trabajar a la fábrica de San Balandrán como "si estuviera en un carrusel, a veces mal y a veces bien". Pero eso sí, siempre con la esperanza de mantener el puesto de trabajo.

Por momentos, Méndez piensa en los tiempos en los fue despedido de Autotex, pero la situación era diferente. "Allí no se vendía el material, no salía por la puerta y en Alcoa sí, veo que la empresa, llevada de otra forma, sería rentable", señala el trabajador, que entiende además que la planta requiere una modernización para renovar las máquinas "obsoletas".

Méndez fue despedido de Autotex tras cinco años de trabajo y participó en movilizaciones contra su cierre. Tiempo después pasó a formar parte de la plantilla de Alcoa. "Había una oferta económica mejor, me interesé por los horarios y me ofrecieron un turno biológico que si te acostumbras llevas a los niños al colegio, los recoges, los llevas a actividades, en definitiva, los ves crecer", comenta el gijonés, que en su momento pensó en trasladarse a vivir a Avilés con su mujer, cuando ella trabajaba en Los Telares, en el área de diseño de la industria textil. Al final, esa decisión no se llevó a efecto. Se quedaron en Gijón.

Cuando Delio Méndez entró en Alcoa, su compañera estaba embarazada de Pelayo, que ahora tiene 11 años. Su hermano, Víctor, tiene 7. Pasó el tiempo y Delio Méndez, que entró con un contrato relevo para rejuvenecer la plantilla de Alcoa, pasó a ser indefinido. Empezó de cubista, hacía labores de mantenimiento, y después entró en los departamentos de electrolisis y de bolsas de colada.

Ahora, su mujer, Soraya González, trabaja de profesora de patronaje en una escuela privada durante unas horas a la semana y Delio Méndez sigue en la fábrica. "Hasta que no vea la puerta cerrada y no pueda entrar, tengo esperanza y voy a luchar por el puesto de trabajo y si no, habrá que buscarse las habichuelas. Seguimos trabajando aunque anímicamente no estemos bien. Si hay futuro, ese está en mantener las instalaciones", afirma el gijonés, que estudia Desarrollo de aplicaciones web en Avilés para buscar una posible salida laboral.

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