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La industria y la menor dependencia del turismo, bazas de Asturias para suavizar la recesión

España saldrá más perjudicada por el elevado peso de los servicios, la menor relevancia del sector fabril y el reducido tamaño empresarial

La industria y la menor dependencia del turismo, bazas de Asturias para suavizar la recesión

Las predicciones económicas disponibles hasta ahora por comunidades autónomas para 2020 y 2021 (Ceprede, BBVA, Hispalink y un artículo de Elvira Prades y Patrocinio Tello, del Banco de España) coinciden en situar a Asturias como una de las regiones que, en principio, sufrirá una menor afectación este año en su PIB por la crisis causada por la pandemia. Ceprede e Hispalink creen que el impacto negativo del covid y del periodo de confinamiento, aunque muy grave, será inferior al promedio español entre 1,1 y 2,2 puntos, y el BBVA sitúa al Principado en la media nacional, en una posición equidistante de las comunidades más perjudicadas y de las menos dañadas. El Banco de España planteó el 27 de mayo cuatro escenarios: en tres de ellos Asturias se situaría como quinta y sexta región menos afectada y en la cuarta equiparó su impacto al promedio nacional.

Estos presagios, de materializarse, no harían más que confirmar un patrón tradicional de comportamiento de la economía asturiana. Del mismo modo que España es una economía muy espasmódica y volátil, que se hunde en las crisis más que la media europea pero crece más en las recuperaciones, Asturias responde a pautas mucho más pusilánimes: entra en las recesiones con más lentitud y moderación, y sale de ellas con menos brío que el promedio nacional. De hecho, tanto Hispalink como BBVA predicen fuertes crecimientos en 2021 pero menor en Asturias que en el conjunto español: dos puntos menos según Hispalink y tres décimas por debajo según BBVA.

Las causas determinantes de que España se comporte de modo diferente al promedio europeo y que Asturias lo haga de modo diferencial a la media española responde a causas estructurales: fundamentalmente, la composición y especialización sectorial, la escala del tejido empresarial y otros factores específicos de cada espacio económico.

En la crisis causada por el coronavirus estas constantes parece que serán aún más definitivas. Si España va a ser de los países europeos cuya economía más se desplome este año según todos los pronósticos (los datos difundidos ayer por Eurostat confirman que fue la tercera economía europea que más se derrumbó en el primer trimestre tras Francia e Italia) es por su alta exposición al turismo, la hostelería y la restauración, así como a la industria del motor, junto con elevadísimo peso de las pequeñas empresas, sectores todos ellos golpeados frontalmente por los estados de alarma y los confinamientos. Así han coincidido en señalarlo Comisión Europea, FMI, Banco Mundial, Banco de España, S&P, JP Morgan. Moody´s, ING, Deutsche Bank, Société Générale y otros. La tipología asturiana, con baja dependencia del turismo internacional, un mayor peso industrial y un tejido productivo con una elevada contribución de la gran empresa al PIB regional explican a la inversa (junto con otros factores, como la acusada aportación de las transferencias públicas al sostenimiento de la demanda interna) que la cadencia y la intensidad de las caídas y las recuperaciones sean más moderadas en el Principado aun cuando la tendencia sea la misma.

En todo caso, conviene la cautela: las predicciones son siempre falibles. Y ahora, en una crisis atípica, con una gran complejidad por la combinación de desencadenantes de oferta y de demanda, mucho más. El ministro José Luis Escrivá, tras toda una vida profesional dedicada a la predicción macroeconómica, dijo hace unos días: "Las previsiones que hagamos hoy valen poco".

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