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Las dificultades de la primera empresa de la región

Cerrar la acería de Gijón comprometería el futuro de un horno alto y otros talleres

“Sería un problema mayúsculo”, dicen los sindicatos tras la advertencia de Arcelor l El Principado llama al entendimiento para evitar la clausura

Un empleado de Arcelor frente a una de las nuevas chapas para la industria eólica fabricadas en Asturias. | ArcelorMittal

“Sería un problemón mayúsculo”. Puede parecer una hipérbole, pero fue la reacción de un sindicalista de ArcelorMittal ayer tras mascullar más en frío la amenaza de la siderúrgica de echarle el cierre a la acería de Gijón si en el plazo de dos semanas no hay un acuerdo definitivo para amortizar 23 empleos en esta instalación, en la que trabajan algo más de 300 personas. Si este taller deja de latir, como advierte Arcelor que puede ocurrir, arrastraría a otros, entre ellos, a uno de los hornos altos de Veriña (Gijón), con lo que se perdería una parte del corazón industrial de la región. El Principado, consciente de la capital importancia de que este taller continúe con vida para enraizar el futuro de la multinacional en Asturias, apeló al “entendimiento y al diálogo de ambas partes” (de la empresa y de los sindicatos) para llegar a un acuerdo que sea satisfactorio.

La dirección de ArcelorMittal urgió esta semana a negociar y pactar cuanto antes un plan de ajuste en esta instalación. Su plan consiste en amortizar 23 puestos de trabajo, aunque aún no ha matizado de qué forma se haría. Los sindicatos aseguran que tendría que ser mediante prejubilaciones, ya que se opondrían frontalmente a cualquier medida traumática. Es decir, a que haya despidos. Hace un par de días la multinacional presentó una propuesta sobre los puestos que considera que se podría prescindir. No a todos los sindicatos les parece bien la oferta y eso será lo que se tenga que negociar durante estas próximas dos semanas. La siguiente reunión está fijada para el lunes.

¿Qué consecuencias tendría el cierre de la acería gijonesa? La primera y más inmediata sería que uno de los dos hornos altos de Gijón sobraría. “No tendría sentido seguir produciendo acero con los dos a la vez”, reconocía un sindicalista. La acería gijonesa es más pequeña que la avilesina. Aún así, tiene una importancia capital. La de Veriña es capaz de hacer 900.000 toneladas al año, mientras que su vecina, gracias a las últimas ampliaciones, está en disposición de elaborar cinco millones de toneladas.

La de Gijón trabaja para dos instalaciones que son claves en el entramado de talleres que Arcelor tiene en la región. Suministra palanquilla (un tipo de acero largo) al tren de carril, una de las instalaciones que mejor cartera de pedidos está teniendo durante este año y que ha conseguido sortear con cierta holgura el contagio del coronavirus. Este taller se sometió hace no mucho a una importante ampliación, además, para poder fabricar vías para el tren de mayor longitud (de hasta 108 metros) que están teniendo una alta demanda en el mercado. Su principal cliente (en un 60% aproximadamente) es el Administrador de Infraesturcturas Ferroviarias (Adif).

La acería también abastece “blooms” (otro tipo de acero) al tren de alambrón. Este taller sí que está sufriendo con fuerza la crisis, ya que está muy ligado al mercado automovilístico, que ha notado un importante parón de ventas, especialmente durante los meses de confinamiento. En este taller, Arcelor tiene pendiente también una negociación para amortizar parte de su plantilla. Argumenta que le sobran una veintena de trabajadores.

Con lo que la clausura de la acería acarrearía también muchos problemas para que estos dos talleres pudieran seguir abiertos. Lo mismo que el parque de carbones de Aboño que abastece a la acería gijonesa, cuya finalidad estaría en el aire.

¿Cuál es el problema? La verdadera razón por la que Arcelor está urgiendo a tomar medidas en esta instalación es por la factura eléctrica. Mantener la acería funcionando a buen ritmo le sale bastante caro debido a los precios energético, con lo que, desde hace ya un tiempo, ha comenzado a traer parte de la palanquilla de otras plantas (como Brasil), donde le resulta mucho más barato producirla.

La verdadera razón por la que Arcelor está urgiendo a tomar medidas en esta instalación es por la factura eléctrica

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Ante este complicado escenario, el Gobierno asturiano hizo un llamamiento al diálogo y a la negociación. La portavoz del Principado, Melania Álvarez, aseguró: “No nos cabe ninguna duda de la madurez de ambos interlocutores, porque la han demostrado en otros momentos inciertos como este y, entre tanto, reiteramos nuestras peticiones sobre el establecimiento del ajuste en frontera por parte de la UE para frenar la entrada de acero sucio (se trata de una tasa que gravaría las importaciones de acero llegado desde países con unas legislaciones medioambientales más laxas) y la aprobación del estatuto del consumidor electrointensivo para disponer de un marco estable y predecible que facilite la actividad industrial y rebaje los costes energéticos”.

Las ayudas del Gobierno para abaratar la luz dejan a medias a la industria siderúrgica

Unesid valora positivamente la partida del CO2, pero no la del estatuto

Las medidas incluidas en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado y otras previamente acordadas por el Gobierno para aliviar la factura de la luz de la industria gran consumidora han dejado un sabor agridulce en el sector siderúrgico. La patronal Unesid valora muy positivamente la partida para compensar los llamados costes indirectos del CO2 –109 millones a los que habrá que sumar posteriormente otros 110 con cargo a los fondos europeos–, especialmente tras el fiasco de este año, cuando este fondo solo alcanzó los 61 millones. Sin embargo, las empresas consideran insuficientes los esfuerzos para dotar económicamente al estatuto electrointensivo, que continúa pendiente de su aprobación y para el que están asignados 91 millones, más otros 19 que llegarían de Europa si la UE lo autoriza.

“Si se cumple lo comprometido para la compensación de los costes asociados al CO2 será más que lo recibido este año”, subrayó el director general de Unesid, Andrés Barceló. En relativo al futuro estatuto para la industria electrointensiva, el directivo es mucho más crítico. Por un lado, porque asegura que la cantidad se queda bastante corta. Por otro, porque asegura que el Gobierno ha abierto demasiado la mano con los requisitos el alto número de compañías beneficiarias penaliza a grandes fábricas como las asturianas, mucho más expuestas que otras a los precios eléctricos por sus procesos productivos. “Según lo que conocemos podría haber hasta 600 empresas que se beneficiaran de esos fondos, y ya me gustaría que en España hubiera realmente tantas compañías que fueran electrointensivas”, resaltó. Y previno de que España está perdiendo atractivo para las inversiones de las siderúrgicas.

El tren de chapa empieza a construir piezas de 20 toneladas para la industria eólica

ArcelorMittal quiere meter la cabeza de lleno en el pujante mercado de las energías eólicas marinas (“offshore”) donde, para la construcción de las torres, se demandan unas placas de acero de mayor peso y resistencia. Con esa idea, se emprendió una ambiciosa remodelación de la acería de Avilés y se adaptó el taller de chapa de Gijón para lanzarse a por esos clientes. Y el trabajo está comenzando a dar sus frutos. La siderúrgica aseguró que, tras las obras y después de haber superado ya todas las pruebas, la acería avilesina está comenzando a fabricar desbastes (grandes piezas de acero) de mayor ancho y mayor grosor. Aguas abajo, y gracias a una serie de ajustes realizados en el tren de chapa gruesa de Gijón, Arcelor está fabricando planchas de hasta 20 toneladas de peso. Hasta ahora solo era capaz de hacerlas de diez toneladas, por lo que el avance ha sido significativo. Las obras realizadas, resalta la compañía, permiten reducir del número de soldaduras necesarias para conformar cada anillo de las torres que soportan las turbinas eólicas. “Así, el tren de chapa gruesa mejora su posición competitiva en los sectores a los que pertenecen sus principales clientes: construcción naval, energía eólica, la industria del petróleo y el gas, y la construcción civil”, apunta la siderúrgica.

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