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Rodríguez-Pose: “La política europea de I+D no beneficia a regiones como Asturias”

El profesor de la London School alerta sobre “la brecha” que existe en la UE entre la investigación y las necesidades de las empresas

Por la izquierda, Borja Sánchez; Fernando Rubiera, director de la cátedra; Carmen Benavides, decana de Economía, y Andrés Rodríguez-Pose.

¿Qué tienen en común Inditex o Ikea? Ambas nacieron en la periferia: la primera de ellas cerca de la costa gallega y la otra en el interior de Suecia, lejos de las grandes ciudades del país. Son “rara avis”, porque las políticas en materia de innovación y desarrollo (I+D) de la Unión Europea (UE) no priman que este tipo de empresas, alejadas de los grandes centros de decisión, estimulen su materia gris. Así lo señaló Andrés Rodríguez-Pose, catedrático de la London School of Economics y exasesor en materia de innovación para la Comisión Europea y el Banco Mundial, durante una charla organizada por la Cátedra de Innovación de la Universidad de Oviedo. “Vamos hacia una política basada en grandes estrategias y que acaban fomentando el desarrollo y la inversión en I+D en determinados puntos geográficos. Los que se verán beneficiados serán núcleos como París o el sur de Alemania. Si se sigue esta política, uno de esos centros no va a ser Asturias, pero tampoco va a ser Madrid”, señaló.

Uno de los objetivos de Europa es que la inversión en I+D+I alcance el 3% del producto interior bruto (PIB). ¿Por qué ese porcentaje? Responde el propio Rodríguez-Pose: “No lo sé. Lo he preguntado, pero nadie ha sabido darme una explicación”. El problema es que la inmensa mayoría de las empresas europeas –tanto como el 99%– son pymes que tienen complicadísimo hacer grandes esfuerzos en innovación. Tomando el ejemplo de Suecia, uno de los países europeos que es paradigma innovador en la UE, Rodríguez-Pose explicó que sus empresas periféricas tienen una red de contactos muy dinámica –más que las que están asentadas en los grandes núcleos como Estocolmo– y eso las hace destacar en I+D.

Otro problema en España es la distancia entre la ciencia y el aparato productivo. “La brecha entre la investigación que se está haciendo y las necesidades empresariales es mucho más grande en Europa que en Estados Unidos”, señaló. El economista abundó en el caso de España al explicar cómo la innovación se está concentrando solo en determinadas zonas geográficas. Madrid y Barcelona concentran el 75% de la inversión en I+D. “Esto conlleva que mucho talento y mucha capacidad de innovación no se esté movilizando porque las empresas más dinámicas no son necesariamente de Madrid y Barcelona”, asegura. Y añade: “Hay un desajuste. No podemos hacer la misma política en todos los sitios, lo que vale en París no es lo que vale para Asturias”. “Con todo esto cabe preguntarse si tenemos las políticas más adecuadas en materia de innovación, diría que no”, señaló. También destacó la oportunidad que suponen los próximos fondos europeos, pero avisó: “Tengo ya una cierta edad y he visto cómo muchos fondos han venido para España y, al final, las grandes transformaciones no se han hecho”.

En la apertura de la charla, el consejero de Ciencia del Principado, Borja Sánchez, destacó que las pymes asturianas “tienen cada vez más apetito por las ayudas para innovar”.

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