El relevo | Miguel Figaredo Hormaechea Director general de CEIT Logística

"Asturias tiene mucho viento de cola y le irá bien, pero le iría aún mejor con menos presión fiscal"

"Queremos entrar en el transporte de piezas de energía nuclear, eólica marina, defensa e industria aeroespacial"

MIGUEL FIGAREDO, DIRECTOR GENERAL DE CEIT LOGISTICA.

MIGUEL FIGAREDO, DIRECTOR GENERAL DE CEIT LOGISTICA. / Juan Plaza

Yago González

Yago González

Desde el despacho de Miguel Figaredo Hormaechea (Gijón, 1985), en el décimo piso de un edificio en la plaza gijonesa del Carmen, se otean las grúas, los depósitos y los barcos de El Musel. Ese horizonte es un recordatorio permanente del vínculo de su familia con el puerto gijonés y la industria marítima. Su abuelo, el ingeniero naval Vicente Figaredo Sela (1915-2006), fue un destacado empresario: ocupó cargos directivos en Duro Felguera, cofundó Remolques Gijoneses y presidió Fundición Nodular, entre otros puestos. Y su padre, el ingeniero de caminos Fernando Figaredo Pérez (benjamín de Vicente), tras unos años trabajando en Madrid y el País Vasco, regresó a Gijón y detectó una importante carencia en el sector: cómo transportar hacia y desde Asturias aquellas enormes máquinas y estructuras tan esenciales para la actividad fabril regional. Fue así como en 1979 puso en marcha la compañía Coordinación, Estudios e Ingeniería del Transporte (CEIT), inventando, dentro del sector logístico, la figura del "transitario": aquel operador encargado de gestionar absolutamente todo el proceso de traslado de una carga ("puerta a puerta", en la jerga sectorial). Desde entonces, CEIT Logística ha evolucionado hasta gestionar, con un equipo de sólo media docena de personas, todo tipo de movimientos por tierra y mar, desde contenedores de mercancías hasta un portaaviones de 22.000 toneladas. Tras más de una década en el mundo de las finanzas, la mayor parte en el extranjero, Miguel Figaredo emuló a su padre y en 2021 retornó a su ciudad natal para tomar los mandos de la firma. Habla de todo ello con LA NUEVA ESPAÑA dentro de la serie quincenal de entrevistas que, bajo el título de "El relevo", presenta a las nuevas generaciones de las empresas familiares de Asturias.

–¿CEIT Logística es una empresa de transporte?

–No, porque nosotros no somos propietarios de camiones, barcos o grúas. Somos un "broker" de logística, es decir, el cliente nos dice lo que necesita y nosotros le gestionamos todos los pasos del transporte: almacenamiento, despacho de aduanas, operaciones portuarias, maniobras intermedias, seguros de carga... Mi padre creó una marca importante en el subsector de los transportes especiales, que son aquellos que exceden las medidas estándar para un contenedor o un camión normal. Hasta 2016, la empresa se llamaba CEIT S.A., pero en el seno de la empresa familiar comenzaron a surgir diferentes ramas de negocio (inmobiliario e inversiones financieras), por lo que, por un tema de organización interna, creamos CEIT Logística, que se enfoca en esa actividad. Nos centramos en carga de productos de alto valor añadido, y ahora estamos trabajando para entrar, por ejemplo, en el transporte de turbinas de energía nuclear e hidráulica, o grandes plataformas para la eólica marina. También en los sectores de la defensa y el aeroespacial. Porque, cuando existe un problema global de suministros como el actual con el Mar Rojo, se pueden dejar de enviar libretas, mesas o tazas, pero no un aerogenerador, una turbina o un horno industrial.

–En su día, ¿cómo consiguió su padre consolidar la marca?

–Fue el primero en traer a España máquinas innovadoras para la época, como el autopropulsado, una plataforma sobre ruedas que un conductor maneja desde atrás con un "joystick". También fue pionero en la incorporación de grandes grúas. Había descubierto ese tipo de máquinas en Bélgica, ya que había sido agente en España de la empresa belga Sarens. Y en la parte marítima había sido agente de Dockwise, que en 2013 fue adquirida por Boskalis, un gigante del sector. Además, tenía la ventaja de que era bilingüe en francés y alemán, además de dominar el inglés, lo cual no era habitual en su generación. Eso le permitió adquirir un perfil muy internacional.

Un buque semisumergible zarpa de La Coruña hacia Australia, en 2012, transportando un  portaaviones.

Un buque semisumergible zarpa de La Coruña hacia Australia, en 2012, transportando un portaaviones. / LNE

La empresa

  • De puerta a puerta. Fundada en 1979 en Gijón, CEIT (acrónimo de Coordinación, Estudios e Ingeniería del Transporte) gestiona el traslado internacional de mercancías y grandes maquinarias.
  • 142.000 toneladas. Es el peso total de los transportes especiales gestionados hasta la fecha por vía terrestre y marítima.
  • 22.000 toneladas. Es el peso del portaaviones trasladado desde La Coruña a Melbourne en 2012, uno de sus grandes hitos.
  • 125 grúas trasladadas. Hasta la fecha, la empresa ha gestionado el transporte de 125 grúas portuarias completamente montadas. 
  • 5% contenedores de El Musel. Ese es el porcentaje anual de mercancías del puerto gijonés que opera la compañía.

–¿Por qué se decantó usted inicialmente por las finanzas?

–Yo había hecho el Bachillerato por la rama de Ciencias porque, en teoría, dado el ambiente en casa, iba para ingeniero. Pero hubo un momento en segundo de Bachillerato en que vi claro que prefería el mundo financiero. En eso influyó mi abuelo Vicente, que hacía inversiones en Bolsa y en su despacho me enseñaba algunas cosas de ese ámbito. Así que decidí estudiar ADE y lo saqué bien, año por año.

–En su infancia, ¿la empresa estaba muy presente en las conversaciones familiares?

–No era un tema recurrente en las conversaciones a la hora de comer, pero sí estaba muy presente porque en la empresa trabajaban tanto mi padre como mi madre, que se encargaba de las cuentas y de la administración. Y mi padre solía llevarnos a ver cómo se hacían las cargas especiales, en lugares como Melilla, Vigo o Francia. Recuerdo estar de vacaciones en Inglaterra y que mi padre tuviese que marcharse dos días antes porque tenía que atender una carga en el puerto.

–Pero, cuando usted decidió estudiar ADE, de momento ese mundo no le atraía...

–En aquel momento yo quería dedicarme a la inversión y al asesoramiento financiero. Empecé en Deloitte, precisamente auditando entidades financieras en el año 2008, en plena crisis. Fue muy duro, estaban despidiendo a mucha gente en el sector. Tras un año, lo dejé y me saqué el título para operar como "trader" financiero internacional, y a continuación conseguí un puesto en el Banco Santander en Ginebra. Allí estuve tres años asesorando a grandes clientes, sobre todo latinoamericanos, y después me destinaron a Miami, donde trabajé otros tres años. Fue una etapa estupenda, pero al cabo de un tiempo empecé a cansarme y a verle poco recorrido. Así que decidí cursar un MBA en Madrid, porque encajaba con mis circunstancias. Eso sí, antes de empezarlo, y después de tantos años trabajando con gráficos, curvas y productos intangibles, quería "tocar" cosas reales. Así que me fui a trabajar –sin cobrar– a la Bodega Monasterio de Corias (Cangas de Narcea) durante un mes, pisando las uvas, limpiando la bodega... Y después de eso también colaboré en la quesería Rey Silo, en Pravia.

Surfista, batería en un grupo «punk» y DJ con su mujer libanesa

Nacido en Gijón en 1985, Miguel Figaredo Hormaechea es el menor de tres hermanos: Pilar (médica de familia) y Fernando (arquitecto) y él. Educado en el colegio Meres, en el instituto El Piles y en La Asunción, se licenció en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Oviedo. Ha dedicado la mayor parte de su trayectoria al «trading» financiero en firmas como Banco Santander o JP Morgan, donde estuvo destinado en plazas como Ginebra o Miami. Cursando un máster en el IE Business School, en Madrid, conoció a su actual esposa, Rola, oriunda de Líbano, con la que tiene un niño de cuatro meses, Leo. El matrimonio, aficionado a la música electrónica, ha ofrecido sesiones conjuntas como DJ. En su primera juventud, Figaredo había tocado la batería en un grupo de «punk rock» llamado «No Faith». Otra de sus aficiones es el surf, que ha retomado con intensidad, tras su regreso a Asturias, en playas como Xagó. 

–Después retornó a Suiza con JP Morgan otros tres años, y en 2021 fue cuando optó por regresar a Asturias. ¿Cómo fue la toma de la decisión?

–En el máster había tenido una asignatura optativa sobre empresa familiar que me había encantado. Ahí comencé a rumiar el asunto, pero aún no era el momento. La estancia en Suiza fue un paso intermedio que a mi entonces novia y actual esposa nos permitió consolidarnos como pareja y desarrollarnos profesionalmente. Pero de algún modo era el mismo trabajo de asesoramiento financiero que ya había ejercido, ya no era tan atractivo. Pasamos la pandemia allí, y en esa época me dio por repasar algunas páginas de mi diario, que había comenzado a escribir en 2015. Y me di cuenta al leerlo de que el tema de la empresa familiar llevaba rondándome la cabeza mucho más tiempo del que creía, y con frecuencia hablaba con mi padre sobre cómo iba CEIT. Así que hablé con mi mujer sobre la posibilidad de regresar a España, y ella estaba de acuerdo, ya que procede de una ciudad de Líbano, Sidón, que en muchos aspectos se parece a Gijón.

–Y regresó a la empresa en plena crisis internacional de suministros.

–Sí, aquello nos afectó mucho: no había espacio para embarcar, los fletes se multiplicaron por cinco... Me sirvieron mucho los conocimientos adquiridos como asesor financiero, en el sentido de estar cerca de tu cliente en los momentos complicados, como cuando se produjeron los desplomes bursátiles al comienzo de la pandemia. Es ahí cuando en unos pocos meses puedes crear una relación de confianza que no habías conseguido en varios años de tranquilidad. Tienes que llamar al cliente todos los días, aunque sólo sea para preguntarle qué está pasando y cómo lo ve. Con la logística es lo mismo. La crisis actual del Mar Rojo es menos grave; nos está afectando en algunos retrasos de barcos o algunos recargos que aplica alguna naviera.

–Tras tantos años fuera, ¿cómo ve Asturias como tierra de oportunidades empresariales?

–Soy muy pro Asturias, veo mucho viento de cola. Me fui en 2008 y regresé en 2021, por lo que la foto ha cambiado mucho. Está habiendo muchos proyectos en energías renovables, y varias multinacionales quieren instalarse aquí. Han mejorado mucho las conexiones. El sector inmobiliario está funcionando bien. En resumen, creo que a Asturias le va a ir muy bien y que le irá mejor cuanto menor presión fiscal se aplique. Yo prefiero centrarme en mi negocio, aunque luego llegue un tercero, el Estado, que se lleve una parte aunque no haya participado en la transacción. He vivido en dos países, EE UU y Suiza, que permiten a la gente asumir riesgos. Y cuando la gente asume riesgos, hace negocio.

Sentados, Fernando Figaredo Pérez y su mujer, Pilar Hormaechea, acompañados por sus hijos Fernando, a la izquierda, y Miguel.

Sentados, Fernando Figaredo Pérez y su mujer, Pilar Hormaechea, acompañados por sus hijos Fernando, a la izquierda, y Miguel. / LNE

Dos familias que se emparejaron con un partido de tenis en Getxo

En su juventud, Fernando Figaredo Pérez (Gijón, 1947), padre de Miguel, fue campeón de tenis en Castilla y León (con los equipos del Real Madrid y del Club de Tenis de Chamartín) y campeón de Asturias en 1975. No obstante, su partido más importante lo había jugado cuando, en el club de Gexto (Bilbao), le falló su pareja prevista y propuso un partido a otra aficionada a la raqueta, Pilar Hormaechea. "Mi padre ya la tenía fichada y conocía a varios de sus hermanos", cuenta Miguel. Oriunda del barrio de Las Arenas, Pilar era la mayor de los ocho hijos de Guillermo Hormaechea Celaya, alto cargo de Cristalería Española, perteneciente al grupo francés Saint-Gobain. Ese primer encuentro en la pista evolucionaría hasta su boda. El matrimonio creó la empresa CEIT, con Fernando ocupándose de las tareas de ingeniería y logística y Pilar, de la contabilidad, la administración y los recursos humanos (solía hacerlo desde casa para compatibilizarlo con su maternidad). Tienen tres hijos: Pilar (1979), médico de familia en Gijón; Fernando (1981), arquitecto y perito mecánico; y Miguel.

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