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ENRIQUE BARÓN | Presidente de la Unión de Europeístas y Federalistas de España

"Perdí los complejos cuando triunfé en Europa"

l "Los 27 impediremos que el 'Brexit' desmantele lo nuestro" - l "La UE es en sí una respuesta a nacionalismos como el catalán"

Enrique Barón.

Bregado en el proceloso mundo de la política comunitaria, el socialista Enrique Barón (Madrid, 1944) se vio obligado a aplacar con mano de hierro y guante de seda a algunos díscolos diputados franceses y alemanes cuando se convirtió en 1989 en el primer presidente español del Parlamento Europeo. "Perdí el complejo cuando triunfé en Europa", proclama Barón, presidente de la Unión de Europeístas y Federalistas de España, en unas jordanas sefardíes organizadas por la Fundación San Millán de la Cogolla, donde expresó su confianza en que una coalición proeuropea gane en diciembre las elecciones británicas para tumbar el "Brexit" y abogó por recuperar el diálogo en Cataluña para frenar el nacionalismo, "una forma de pasión ciega que conduce a la sinrazón", lamenta.

-Señor Barón, ¿sigue pensando que el Reino Unido no se irá de la UE?

-El sistema político británico está gripado y esa es una decisión que tendrá que tomar el próximo Gobierno. Querer romper las relaciones económicas, comerciales y humanas que se han forjado estos últimos 40 años es como sajar sin anestesia en la carne de una sociedad. Habrá nuevas elecciones y a lo mejor un segundo referéndum. Esperemos que esas elecciones las gane la coalición proeuropea de laboristas, liberales y nacionalistas escoceses.

-¿De dónde surge el "Brexit"?

-Los británicos ganaron la guerra, pero perdieron el imperio. Parece que ahora lo quieren reconstruir como alternativa a Europa, azuzados por dirigentes como Theresa May, que se fue a la India para plantear un tratado de libre cambio, o Boris Johnson. Y ahí está también Donald Trump enredando todo el día en la política británica y criticando al mismo tiempo los pasos dados en el "Brexit".

-Pero el futuro de Europa está en el alero. La reciente alarma dada por Emmanuel Macron es inquietante.

-De momento, el Reino Unido no se ha ido pese a lo que vienen diciendo desde hace tres años. Lo importante ahora es que los otros 27 estados miembros mantenemos una posición común conscientes de que aunque no queremos que se vayan no vamos a consentir que se desmantele lo nuestro.

-Lo cierto es que hay un problema real porque por lo menos la mitad de los británicos no quieren seguir en la UE.

-Porque caló ese mensaje del inexistente imperio británico que se mezcló con la crisis económica. Los conservadores tomaron la salida de la UE como una especie de juego de cara o cruz con tintes de ruleta rusa.

-¿Por qué tantos británicos no valoran la paz y la prosperidad que según usted viene aportando la UE?

-Los británicos siempre han estado en primera línea para luchar por la libertad de Europa. Churchill apoyó la creación de una Europa unida pero manteniendo el imperio. El caso es que algunos políticos británicos aún no se han enterado de que ya no son un imperio. Ellos siempre han querido tener una posición privilegiada para pactar y les ha gustado jugar al enfrentamiento. Ahora ya no lo tienen tan fácil porque el 50 por ciento de su comercio exterior depende del bloque continental. Han perdido protagonismo, no olvidemos que en la City se trabaja en euros.

-España también ha perdido protagonismo en los organismos rectores europeos durante los últimos años.

-En la vida hay que estar despierto para poder jugar. Los británicos eso lo hacen muy bien porque juegan hasta el minuto 95. Son buenos, trabajadores y perseverantes.

-¿Tan mal lo están haciendo los últimos gobiernos españoles en Europa?

-Solemos llegar con retraso a todo, pero con mucha pasión. En los últimos años nos hemos ensimismado en nuestras cuitas y no hemos dado la debida importancia a estar en los organismos rectores de la UE.

-¿Depende el futuro del euro de que Alemania, Francia, Italia y España sigan tirando del carro?

-En el euro somos diecinueve países con una cuadriga formada por estos cuatro que está al frente. Eso se lo dije en Roma a Matteo Salvini. Si en una cuadriga un caballo se sale, lo normal es que muera el caballo y se destroce la cuadriga. Los ciudadanos saben que el euro es un escudo y con las cosas de comer no se juega.

-Parece que Europa nos mira por encima del hombro y que nosotros estamos acomplejados. La sentencia del Tribunal Supremo sobre el "procés" puede ser un ejemplo.

-Yo perdí los complejos cuando triunfé en Europa. A mí no me ha temblado la mano al echar del Pleno a franceses o alemanes. Si alguien nos mira por encima del hombro es que tiene un problema.

-El presidente del Supremo, el magistrado Manuel Marchena, quería ante todo la unanimidad del tribunal por temor quizá al rechazo de las instancias europeas.

-Muchos juristas españoles no veían rebelión y algunos, tan solo un conato de rebelión. El Supremo ha actuado con responsabilidad, luz y taquígrafos. El juicio no iría a las instancias de la Unión Europea si se plantea un recurso, sino al Tribunal Europeo de Derechos Humanos ligado al Consejo de Europa, en el que se verían aspectos procesales de quebrantamiento de forma. Aspirar a la unanimidad en una sentencia es importante para darle mayor peso.

-¿Cómo afecta el conflicto catalán al futuro de la UE?

-La Unión Europea en sí es la respuesta a este y otros nacionalismos que no son más que anacronismos.

-El presidente francés François Mitterrand dijo en 1995 que el nacionalismo es la guerra.

-El nacionalismo es una forma de pasión ciega que conduce a la sinrazón. Tiene aspectos muy románticos, pero una cosa es tener afecto por tu tierra y otra erigirse en el definidor del destino de un pueblo excluyendo a los discrepantes.

-¿Por qué Europa no se implica a fondo en ayudar a resolver ese conflicto?

-Este es un asunto nuestro. España no ha pedido nunca ayuda a Europa por este tema ni debe hacerlo.

-¿Ve alguna fórmula para que las aguas vuelvan a su cauce?

-Es algo que tienen que resolver los catalanes y el resto de los españoles. Todos los conflictos emotivos y pasionales no tienen una solución fácil, pero hay que ponerse por lo menos a dialogar.

-¿Tiene futuro Cataluña fuera de la UE?

-Esa idea puede estar en la cabeza de algún iluminado, pero ni en la mía ni en la de la mayoría de los catalanes.

-¿Hasta qué punto depende hoy España de las decisiones europeas?

-El 50 por ciento de nuestras decisiones económicas y de legislación están vinculadas con Europa.

-¿Qué tiene que ver el reciente rifirrafe de la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, con una diputada de Vox con la expulsión decidida por usted en 1989 de los lugartenientes de Jean Marie Le Pen en el Parlamento Europeo?

-En ambos casos, los diputados amonestados trataban de imponer modificaciones en el orden del día faltando al respeto a la presidencia. Esas actitudes no se pueden tolerar. A mí no me quedó más remedio que echar durante tres días a los dos lugartenientes de Le Pen.

-Y luego tuvo usted que vérselas con Le Pen.

-Me vino a ver al día siguiente y le exigí que esas dos personas se excusasen ante el Pleno. Accedió. Las salidas de tiesto en política suelen ser fruto de decisiones acaloradas.

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