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La larga singladura de Roma a La Romana de Juan Carlos I

Los hermanos Alfonso y Pepe Fanjul, de origen asturiano, previsibles anfitriones del Rey en Santo Domingo, eran la "realeza" de Cuba antes del castrismo

Pepe Fanjul con su esposa, Emilia. Lne

Juan Carlos I nació en Roma, y seguramente a partir de ahora pasará largas temporadas en La Romana (República Doninicana), al calor de sus amigos los Fanjul Gómez-Mena, de origen astutiano, lo más parecido a una familia real en la Cuba de Batista.

En 1959 la isla era una república, pero dinastías como las de los Bacardí o los Fanjul se equiparaban a la realeza europea y hasta la recibían en sus salones. Antes de la revolución el imperio industrial de la familia astur-cubana que podría acoger al Rey Juan Carlos en La Romana, y que tiene sus orígenes en la villa de Noreña, ocupaba el tercer lugar en producción mundial de azúcar y poseía cuatro explotaciones azucareras, casas, edificios de apartamento, un puerto, amen de otros bienes gestionados por el matrimonio formado por Lilian Gómez Mena y Alfonso Fanjul, padres de los empresarios Pepe y Alfonso Fanjul, conocidos como "Los reyes del azúcar".

Tras la revolución, en el año 1964, la mansión familiar del barrio del Vedado fue convertida por el gobierno cubano en el Museo Nacional de Artes Decorativas, entidad que según ha denunciado el exilio cubano, apenas se ha abierto al público, y de la que habrían ido desapareciendo valiosas obras de arte, las mismas que los niños Fanjul contemplaban a diario, algo que no pudo hacer Juanito, el niño de los Condes de Barcelona, nacido en Roma, donde vivió antes de trasladarse a Portugal, y más tarde a España, para ser educado bajo la tutela de Franco.

Aunque los empresarios de origen noreñense volvieron a levantar su imperio de caña de azúcar entre los pantanos de Florida y Dominicana, nunca olvidaron aquel "reino" perdido. Ellos también saben lo que es el "exilio" aunque en el suyo no haya habido balsas ni penurias. Tal vez ese sea ahora un punto de unión entre los millonarios caribeños y el Rey emérito, abocado a dejar su país a la edad en la que no suelen emprenderse aventuras. Seguro que en los porches infinitos de Casa de Campo, en La Romana, localidad que menciona Juan Luis Guerra en "Ojalá que llueva Café", entre vecinos ocasionales como los Clinton o Rudolf Giuliani, más de una noche anfitriones e invitados, han hablado de lo duro que es vivir lejos de las raíces. En el caso de Juan Carlos I el desgarro es doble, también lo pasó de niño. En 1965, cuando el monarca emérito ya casado, esperaba ser designado heredero por Franco, los Fanjul recibieron información de que un barco con cuadros se dirigía a Italia. Pepe, con 20 años, el más cercano al Rey, con residencia en Palm Beach, (cerca de Trump), fue enviado a Europa para tratar de recuperar algo del valioso patrimonio. Fue inútil. Más adelante fue sonada la disputa que protagonizó en 1995 la familia astur-cubana por el cuadro "Vista de Málaga", de Sorolla, que iba a ser subastado por Sotheby's en Londres. Fue la nieta del pintor, requerida para constatar su autenticidad, la que dio la alerta a los propietarios. Cuando el castrismo les expropió, los Fanjul salieron hacia Estados Unidos, donde ya tenían patrimonio. Algo se salvó, pero en la casa quedaron esculturas, muebles, porcelanas, cuadros de Goya, Murillo, Caravaggio o Sorolla y recuerdos de un pasado glorioso. Ahora siguen mirando al Caribe aunque en Dominicana el agua no es tan turquesa como en las Antillas. Tal vez a Juan Carlos no le importe, que se fraguó regateando en Estoril, en un océano más profundo.

Un lugar al que acudía Sinatra y ahora las Kardashian y Beyoncé

Juan Carlos I se encuentra en paradero oculto, que no desconocido. El presidente Sánchez no reveló ayer dónde está, pero fuentes del Gobierno no desmintieron que el emérito pueda haber hallado cobijo en la República Dominicana. Juan Carlos ha forjado en esa isla una estrecha relación con los hermanos Fanjul, en especial con Pepe. Son magnates azucareros que, entre otras muchas propiedades, poseen el exclusivo complejo Casa de Campo en La Romana, cercano a Punta Cana. Ocupa 3.000 hectáreas, cuenta con 280 habitaciones, 1.200 viviendas, innumerables restaurantes, bares, campos de golf, un spa de ensueño y hasta un teatro. La avenida de acceso al resort se llama Juan Carlos I. Él mismo fue a inaugurarla en 2015.

Frank Sinatra, el clan Kardashian, Beyoncé y Rihanna, entre otras estrellas, se embelesaron con sus playas y otros de los beneficios que un posible huésped como el exsoberano ponderaría: absoluta discreción, garantizada por unos guardias celosos de la tranquilidad y el solaz de los visitantes ilustres. Los 28 kilómetros de extensión de predio permiten combinar el lujo con el anonimato.

A partir del 16 de agosto, la República Dominicana será gobernada por Luis Abinader, empresario que ha roto con 16 años de predominio del centroizquierdista Partido de la Liberación Dominicana. Como los Fanjul, este nieto de libaneses tiene un pie en el negocio turístico y otro en el agrícola. Abinader tendrá que gestionar una fuerte crisis económica y social provocada por la pandemia. Como otros países de América Latina, República Dominicana fue durante años un santuario de ETA. En 1997 suscribió un tratado de extradición con España que permitió la entrega del exnúmero uno de ETA Eugenio Etxebeste "Antxón", del integrante del comando Madrid Ignacio Aracama Mendía "Makario", y de Jose María Gantxegi Arruti "Peio".

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