El primero de estos actos se produjo en la jornada de ayer en la cartuja de Valldemossa, lugar donde estuvo recluido Jovellanos antes de su traslado al castillo de Bellver. En esa localidad mallorquina se celebró la presentación de la nueva edición de la biografía del polígrafo gijonés, escrita por Joaquín Alonso Bonet, antiguo cronista oficial de Gijón. Para hoy está previsto la presentación de la última biografía del ilustrado, elaborada por el historiador gallego residente en las islas Baleares, Emilio Bejarano Galdino y que forma parte de la colección «Biografías de mallorquines», financiada por el Ayuntamiento de Palma de Mallorca. El acto tendrá lugar en el castillo de Bellver y contará con la presencia de doscientos invitados, entre ellos, las autoridades locales y autonómicas.

«Es un día de hermanamiento» entre Gijón y Palma de Mallorca, aseguró ayer Jesús Menéndez durante el acto que tuvo lugar en la plaza del Seis de Agosto. El presidente de la Fundación Foro Jovellanos destacó que la figura del polígrafo une a las dos ciudades e hizo referencia al hecho de sea hijo adoptivo de la capital balear.

Ayer en la cartuja de Valldemossa, tanto Justo Vilabrille como la presidenta de la Fundación Municipal de Cultura, Pilar Lafita, pudieron conocer in situ el lugar donde Gaspar Melchor de Jovellanos pasó los primeros días de su cautiverio, acompañados por la concejala de Cultura, Patrimonio y Política Lingüística de Palma de Mallorca, Nanda Ramón. «Es emocionante visitar el lugar donde Jovellanos empezó a escribir la "Memoria sobre la educación pública" y conocer cómo se desenvolvía y cómo se adaptó a la situación es una experiencia única y de agradecer», aseguró Vilabrille.

Según V. Sánchez, periodista del «Diario de Mallorca», la comitiva de autoridades pudo comprobar en persona la situación de la cartuja, situada en un paraje cercano a la sierra de Tramontana. «Poco ha cambiado, dos siglos después, el paisaje que descubrió Jovellanos», aseguró. Además, reseñó que lugares emblemáticos de la cartuja como el claustro de Santa María y la torre de defensa continúan igual que cuando Jovellanos decidió unirse a la vida de los cartujos.