La gran cuidadora de la Laboral

A. R.

Durante casi 40 años desplegó sus cuidados enfermeros sobre alumnos, internos y personal de la Universidad Laboral de Gijón y una década después de salir homenajeada del centro muchos de esos veteranos alumnos aún siguen acordándose de las atenciones de sor Inmaculada, que rayaban más lo maternal que lo profesional. En justa correspondencia a la dedicación que la bilbaína Inmaculada Echevarría Olabarri demostró en Gijón, no fueron pocos los antiguos alumnos de la Laboral que el pasado día 30 participaron en el funeral por la religiosa, fallecida un día antes en la comunidad de Siervas de Jesús de Oviedo, a los 90 años. «Y si no fueron más es porque no se enteraron», declaraba Miguel Ángel Caldevilla, de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Laboral, uno de los que se ha preocupado estos días en dar a conocer el fallecimiento de la religiosa. De ella decían que «vivió en vela casi 40 años», el tiempo que se hizo cargo de la enfermería del gran centro educativo, durante los cuales se fue fraguando el mito de «la monjina nocturna» que ofrecía café o vasos de leche a los noctámbulos y que, entre pregunta y pregunta por la familia y por los estudios, aplicaba el bálsamo del cariño a la morriña de muchos internos. También los vecinos de la zona de Cabueñes se beneficiaron de las atenciones -sobre todo en forma de inyecciones- de una religiosa que se formó en los cuidados sanitarios ayudando al practicante de su pueblo, gracias a lo cual «me salió la vocación», como contaba sor Inmaculada. Pasó más de medio siglo en Asturias y en mayo del año 2000, con motivo de su marcha del centro escolar, recibió el homenaje de la comunidad educativa. Desde entonces vivía en Oviedo, donde falleció el pasado día 29, y hasta allí seguían yendo a verla algunos de los que siendo niños recibieron sus cuidados.