Bardales se queda en La Calzada
El gobierno local aprueba dar el nombre del cura fallecido al parque de La Algodonera, en las inmediaciones de Fátima
R. V.
Bardales estará para siempre en La Calzada. La alcaldesa de la ciudad, Carmen Moriyón, adelantaba hace unos días la pretensión municipal de reconvertir el parque de La Algodonera en el del «Cura José María Bardales», y la Junta de Gobierno hacía ayer realidad esa pretensión con la aprobación, fuera del orden del día de su sesión semanal de trabajo, de esa modificación en el callejero local. La decisión, que se toma sólo quince días después del fallecimiento del carismático párroco, supone perpetuar la presencia de Bardales en el barrio al que dedicó las últimas tres décadas de su vida y en el que se había integrado como un vecino más. Bardales llegó a Fátima en 1981 procedente de la parroquia de Tremañes para sustituir a su amigo y maestro José Luis Martínez.
Pero José María Díaz Bardales no sólo fue cura de Fátima, también ejerció durante años la docencia en el Instituto Padre Feijoo del barrio y estuvo involucrado en todo tipo de acciones sociales, vecinales, culturales o deportivas promovidas por organizaciones de la zona oeste. Su vinculación al vecindario hizo que durante un tiempo fuera miembro del consejo de distrito del área y portavoz de causas, reivindicaciones y campañas solidarias.
Del cariño de La Calzada por su cura fue buena muestra el multitudinario funeral oficiado en Fátima. Centenares de personas rindieron tributo a Bardales desde el interior del templo, pero muchísimas más se tuvieron que quedar fuera por falta de espacio. Algunos, incluso, en el cercano parque que a partir de ahora llevará su nombre. A este «clamor popular» achacaba Carmen Moriyón la decisión del gobierno local de dar a ese espacio del barrio el nombre de Bardales. La reivindicación vecinal había contado con el inmediato apoyo del Grupo municipal Socialista al formalizar en el registro municipal la petición de dar a Bardales el nombre de una calle del vecindario.
Bardales (Ribadesella, 8 de noviembre de 1940) fallecía con sólo 71 años tras una intensa lucha contra un cáncer que se le había detectado hace unos años y que, por etapas, le alejó de su día a día por las calles de La Calzada. Hasta enero se mantuvo firme en su cita periodística como autor de la «Carta dominical» de las páginas de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. Su fallecimiento tuvo lugar, rodeado de gran parte de sus hermanos, en su domicilio del barrio de La Calzada. Su barrio para siempre.
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