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la figura de la semana | nicolás rodríguez sánchez, "nico" | Nuevo director deportivo del Sporting

El "gentleman" de los fichajes

Facilidad de palabra, impecable porte y poder de convicción definen al responsable de construir un Sporting para consolidarse en Primera

"Sólo entiendo esta profesión echándole horas y todo el cariño del mundo". Más que horas, Juan Nicolás Rodríguez Sánchez (Sallanches, Francia, 25-7-1969), Nico, le ha echado toda una vida a esto del fútbol. Sportinguista y gijonés, desde que, con apenas ocho años, llegó a la ciudad con un balón bajo el brazo, aquel hábil y elegante lateral izquierdo que empezó a jugar en el colegio público Manuel Rubio (hoy, Los Pericones) acabó cumpliendo su sueño. A su manera. Tardó poco en llegar a Mareo, donde se formó como jugador hasta alcanzar el Sporting Atlético de Manjarín, Juanele, Luis Enrique y Abelardo. Aquel conjunto plagado de talento, el que pasaría al recuerdo como el de los "yogurines", le cerró la puerta del primer equipo y fue el causante de que el Sporting perdiera un futbolista para ganar a su recién estrenado director deportivo.

"Es clavado al padre, en el físico y en la personalidad. Es un chaval tranquilo, humilde y buena persona", cuentan quienes le vieron crecer en la calle gijonesa de los Hermanos Felgueroso. Nico se crió en Gijón por culpa del hombre al que tanto se parece. Facundo, natural de Pando, quería regresar a España tras años de trabajo en el extranjero y dos destinos estaban sobre la mesa: Asturias o Albacete. Este último, el lugar de origen de su mujer, Dora. "Cundo" contaba con la ventaja de que en la capital de la Costa Verde le esperaban la mayoría de sus familiares, los que le ayudarían a sacar adelante un negocio dedicado a la fontanería. Aquella decisión se convertiría en la primera gran victoria de la historia de Nico y el Sporting.

El chaval prometía con la pelota. Su escalada en las categorías inferiores del conjunto rojiblanco permitía atisbar un futuro como futbolista. Nico era un lateral izquierdo diferente al prototipo de jugador para esa demarcación. A la tarea de defender le añadía finura para sacar el balón, una gran vocación ofensiva, y una técnica que hacía sencillas acciones reservadas para unos pocos. El fútbol no era lo único, como le insistían en casa, y el hermano de Magali, como se llama la hija menor de los Rodríguez Sánchez, continuó con sus estudios en el instituto Mata Jove. Allí conoció al que ahora es preparador físico del Sporting, Gerardo Ruiz, por entonces profesor en el centro educativo gijonés y uno de los organizadores de los torneos que se jugaban en el patio. Nico solía destacar más en la cancha que en las aulas, y su padre ya le preparaba alternativas por si lo del balón fallaba. Sería el relevo generacional del negocio familiar, donde también empezaba a echar una mano. Ahí, Facundo salió perdiendo.

Juan Maribona es otro de los actuales miembros del primer equipo que vieron crecer al director deportivo del Sporting. El ATS del club rojiblanco trabajaba en el Sporting Atlético cuando Nico era parte de la plantilla. Una época difícil, ya que terminó eclipsado por la penúltima gran generación de futbolistas de Mareo. Entre ellos, el que ahora es su mano derecha en la parcela deportiva, Abelardo. El sueño de triunfar como rojiblanco parecía acabarse para Nico, que buscó otras salidas para continuar con su carrera. No le faltaban contactos ni labia para conseguirlos. En cada rival dejaba un amigo, ya fuera jugador, técnico o directivo. Racing de Ferrol, Albacete, Ibiza, Alcoyano, Cultural Leonesa, Andorra, Talavera, Lealtad, Moralo, Elche, Alcalá, Parla y Ciempozuelos fueron algunos de sus siguientes destinos. La lista se agranda si se citan los clubes con los que hizo la pretemporada mientras esperaba ofertas. El Gijón Industrial, donde compartió vestuario con Diego Lobelle, masajista del Sporting, o el Marino de Luanco, dirigido entonces por Rogelio García, jefe de captación de Mareo, son dos ejemplos.

El Nico futbolista descubrió su vocación como director deportivo durante esos veranos, la época en la que se gestionan la mayoría de los fichajes. En el Lealtad todavía recuerdan cómo se tiraba horas agarrado al teléfono echándole una mano a excompañeros que estaban sin equipo o a equipos que se apoyaban en él para encontrar a alguno de sus antiguos compañeros. El paso de Nico por Villaviciosa, donde hizo algunos de sus grandes amigos, también le permitió coincidir con otro gran sportinguista, Marcelino García Toral, que le entrenó en el conjunto negrillo antes de que el de Careñes se destapara como un técnico reconocido a nivel nacional. Y es que en cada paso de Nico se encuentra el Sporting, de una u otra manera.

El Nico que maduraba como futbolista afilaba cada vez más su talante negociador. Una faceta que alimentó otro de los hombres importantes en su vida, Francisco Cortina, Fran, tío de su padre y la persona que convirtió el restaurante Managua en parada imprescindible para todo aquel que pasara por Quintueles. Desi y Pochi fueron testigos de ello y le recuerdan con inmenso cariño desde el rincón hostelero que mantienen en la parroquia. Y es que, en aquella época, sus amigos reconocen que para encontrar a Nico sólo hacía falta ir al Managua o pasear por el barrio de El Coto, donde se habían mudado sus padres. También destacan cómo su poder de convicción empezaba a brillar más allá de lo deportivo. A su facilidad de palabra le ha acompañado siempre una impecable porte y una eterna sonrisa que refuerzan esa imagen de gentleman al que no le hace falta caer en pecados de vanidad para demostrarlo. La elegancia en el vestir y en el trato le abrió puertas incluso en la noche gijonesa. "No bebe. Cuando salíamos sólo tomaba Nesteas (bebida sin alcohol de té) y claro, a última hora siempre jugaba con ventaja", relatan dentro de su círculo de amistades, que reconocen su fama de conquistador no sólo cuando se trata de cerrar fichajes. Fue antes de que la vida personal y profesional de Nico diera un giro determinante en Madrid.

El Alcalá, conjunto en el que Nico colgó las botas, le dio la oportunidad de empezar a desarrollar facetas ligadas a la dirección deportiva. El modesto equipo madrileño encontró en el gijonés la persona ideal para volver a destacar en la comunidad, y su capacidad para gestionar y atraer futbolistas llamó la atención de los rivales. Uno de ellos, el Alcorcón, que viviría los mejores años de toda su historia gracias a su olfato para descubrir jugadores. Llegó al campo de Santo Domingo en 2007, cuando el equipo peleaba por no bajar a Tercera, y comenzó a construir el "Alcorconazo", el sobrenombre con el que se bautizó la hazaña de que un equipo de Segunda B dejara apeado a todo un Real Madrid de la Copa del Rey. Con él, el cuadro alfarero creció exponencialmente, subió a Segunda División y disputó la promoción de ascenso a Primera durante dos temporadas consecutivas. En Madrid también conoció a su actual pareja, otro de sus grandes apoyos, y con la que ya busca casa en Gijón.

Siempre mirando de reojo al Sporting, Nico aterrizó la pasada campaña en la Unión Deportiva Las Palmas. Su gran papel en el fútbol de plata ya le había convertido en figura reconocible y apetecible en la categoría. Ideó las líneas maestras del equipo que esta misma tarde se juega volver a Primera División con Araújo, Marcelo Silva, Culio y Guzmán. Nombres que se unieron a esa larga lista de prometedores fichajes que cuando pasan por las manos de Nico dejan de ser promesas para convertirse en realidades. Y en Canarias le pilló, hace escasas semanas, la llamada definitiva de Javier Fernández, vicepresidente del Sporting, ofreciéndole tener plenos poderes en la parcela deportiva del club. Tardó poco en decidirse, aunque le quedaran dos años de contrato en Las Palmas y su salida avivara un incendio con la directiva amarilla que llevaba meses iniciado. Ésta no era una simple oferta profesional, era la oportunidad de acabar de cumplir aquello por lo que Facundo arrancó el coche en Francia con toda la familia dentro. Nico ya se siente más gijonés y sportinguista que nunca. No hay conquista que se le resista.

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