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CRISTINA SARO GISMERA | Médica jubilada del Servicio de Digestivo de Cabueñes

"No se puede seguir organizando la sanidad con modelos de hace treinta años"

"Hay que impulsar las consultas on-line, que descongestionarían el hospital y favorecerían a muchos pacientes"

La doctora Cristina Saro. MARCOS LEÓN

Más treinta años de dedicación a la patología digestiva en el hospital de Cabueñes convierten a la madrileña Cristina Saro Gismera en una médica de casa. "Soy más de aquí que casi de ningún otro sitio", admite la aludida. Y por si la razón temporal no fuera argumento suficiente, se suma la implicación que desde hace años tiene con los pacientes, especialmente con los aquejados de problemas infecciosos. A este tema ha dedicado la doctora Saro Gismera muchos esfuerzos investigadores (tiene un dilatado curriculum en el Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa) y constancia profesional, como la que tuvo para reivindicar, junto a otros compañeros, la Unidad Monográfica de Enfermedad Inflamatoria Intestinal que actualmente funciona en el hospital.

Jubilada desde febrero, la doctora Cristina Saro recibe hoy el homenaje y el reconocimiento público de ACCU-Asturias, la Asociación de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa de Asturias por su dedicación de muchos años.

-¿Qué ha significado para usted el trabajo con los enfermos de Gijón y el Hospital de Cabueñes?

-Ahí está toda mi vida laboral y como siempre me ha gustado lo que hacía puedo decir que me he sentido muy a gusto.

-¿Cómo interpreta que una agrupación de pacientes le haga un homenaje?

-Lo asumo como parte de una historia larga profesional volcada en la patología inflamatoria. Aunque hemos sido médico y paciente en muchos casos nuestra relación va más allá, son muchos años de ver a los pacientes, verles crecer, casarse, tener hijos... son casi como de la familia. Es inevitable que esto pase en muchas consultas de crónicos donde la relación es intensísima.

-¿Deja Cabueñes tras cuántos años de profesión?

-Acabé la carrera en 1975 y casi inmediatamente empecé a trabajar. A Gijón vine con plaza creo que en el año 1982.

-Si volviera a empezar ¿volvería a hacer Medicina y la especialidad de Digestivo?

-Sí, sin duda. He tenido mis malos momentos, como cualquier médico. Siempre vas a recordar a esos pacientes con los que has metido la pata; a esos los tienes ahí presentes casi siempre. Pero el resto del tiempo lo he vivido de una forma muy gratificante.

-¿Por qué desarrolló tanto interés por la patología inflamatoria?

-En mis inicios no era una enfermedad muy prevalente y había pocos pacientes diagnosticados por entonces, pero creo que ya de estudiante fui influenciada por un profesor que le gustaba mucho la inflamatoria, y esa parte de investigación que va asociada me interesó. También tenía una vertiente que te implicaba mucho porque suponía ayudar a un paciente para el que casi no teníamos ni medicación que poder darle. Ayudábamos con buenas palabras, con buenas formas y estudiando. Y cuando no se sabía, preguntabas al vecino, por si en algún sitio alguien sabía algo más. Ese camino que se fue abriendo desde los años 80 hasta ahora lo volvería a recorrer, sin duda.

-¿Qué ha pasado con la enfermedad inflamatoria con el paso de los años? ¿Hay muchos más casos?

-Aquí en Asturias hicimos un estudio en los años 90 muy exhaustivo y hasta el día de hoy tenemos todos los diagnósticos recogidos. Desde hace 15 años no ha variado para nada. En Cabueñes tenemos unos 65 pacientes nuevos diagnosticados de Colitis Ulcerosa o Enfermedad de Crohn al año, y eso no va más. Yo creo que ese aparente aumento de casos vino sólo del hecho de que pacientes que estaban al margen del sistema sanitario empezaron a estar vinculados a las consultas. Pero eso no supone que ahora haya mayores niveles de enfermedad que antes. No creo que haya más pacientes sino que se diagnostican mejor y antes.

-También la calidad de vida de un enfermo de colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn ha variado mucho, ¿no?

-Sí, ha cambiado mucho y más que cambiará. Cuando empecé, como digo, partíamos de una situación en la que casi no teníamos terapéutica. Eran pacientes que en su mayoría acababa en quirófano. Casi eran los cirujanos los que en llevaban a estos enfermos, más que los clínicos, porque acababan con múltiples operaciones. Pero esto, a medida que se va sabiendo más de la enfermedad y van apareciendo tratamientos nuevos -terapias biológicas, inmunosupresión...- cambió radicalmente. Se dio un vuelco a la situación y la calidad de vida de estos enfermos. Por poner un ejemplo, ahora sólo se operan algunos casos de enfermos, y son los menos. Con tratamientos se puede tener controlada la enfermedad. Lo infrecuente es que no vayan bien.

-¿Se ha ido de Cabueñes dejando engrasada la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal por la que tanto se luchó?

-Diría que cuando yo me fui quedó bien engrasada.

-¿Sigue convencida de su utilidad para pacientes que tienen consultas muy a menudo y tratamientos complejos como eran los suyos?

-Es útil para los pacientes, para el hospital, para los compañeros y para la administración, porque con ella se ahorra bastante dinero. Las unidades específicas tienen la ventaja de que al tener a una persona experta al frente hace que no se diversifique la atención y no se gasta tanto en muchas cosas que acaban siendo innecesarias. El experto tiene conocimiento para centrarse más en el tema y se ahorra bastante. Está demostrado en todas las unidades.

-¿Diría que es extrapolable a otros procesos?, ¿Sería bueno que patologías de alta incidencia, o las que tienen a pacientes complicados o de mucho paso por el hospital tuvieran una unidad específica de referencia?

-Sí. El aparato digestivo es tremendamente amplio y cuando no se había evolucionado mucho en la especialidad cualquiera valía para hacer de todo. Pero en los tiempos que corren se ha avanzado muchísimo, se usan técnicas diagnósticas complejas, tratamientos complicados y caros y con bastantes efectos adversos, y todo eso es mejor que lo maneje una persona experta que dirigirá mejor los recursos. Y esa misma idea se puede llevar a otras muchas enfermedades, no sólo patología inflamatoria. Hoy en día se tiende a que haya subespecialidades dentro de cada especialidad, y es un acierto.

-La administración quiere que por ahí vaya el futuro del hospital de Cabueñes. Supongo que aplaude ese rumbo, ¿no?

-Sí, hace años que venimos solicitándolo y si ahora están en la dinámica de hacerlo, pues un aplauso para ellos. Llega un poco tarde, eso sí, pero es la tendencia, no puede ser de otra manera.

-¿Pero esa tendencia a la subespecialización no choca con una realidad de consultas cada vez más saturadas y una demanda que se multiplica?

-Sí, es cierto que se vive esa presión, pero lo que yo creo es que no se pueden seguir analizando y organizando la sanidad como hace 30 años. La administración sigue contando cuántos pacientes vienen a consulta, cuando la mayoría no haría falta ni que vinieran. Hablo de hacer consultas online, o de otras formas, que facilitarían la descongestión del hospital. Evitarían que los pacientes se desplazaran a cada rato, no se perderían tantas horas de trabajo y nos facilitaría a todos el día a día. Muchas veces no harían falta las consultas de presencia física. Pero nada de eso avanza mucho y seguimos con fórmulas de trabajo que repiten el esquema de hace décadas.

-¿El paciente demanda ese cambio?

-Los más jóvenes sí, desde luego. Está claro que esto no vale para todo el mundo, porque un señor de 80 años no sabría ni cómo hacerlo, prefiere el contacto con el médico. Pero yo hablo por mis pacientes, los de mi unidad, donde hay un gran peso de la patología en gente joven, a los que haces perder muchas horas de trabajo con los seguimientos médicos.

-Formule un deseo para el futuro del hospital de Cabueñes, ahora que se anuncia una gran inversión para los próximos años.

-Espero que la Administración se ponga un poco las pilas y cambie la forma de mirar la medicina y la sanidad pública. No todo ni lo más importante son los números, el total de pacientes vistos al año, como el valorar resultados. Y, yendo a más, yo diría que no es tanto una cuestión de inversión económica como de imaginación. Hay que cambiar la forma de hacer las cosas, y eso no es tan costoso como se piensa. No podemos hacer la medicina con el esquema de hace treinta años, sobre todo teniendo en cuenta cómo ha evolucionado este área y también la sociedad. El esquema de consulta-planta-consulta-planta no puede seguir siendo lo que domine.

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