La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mae de la Concha García-Mauriño, diputada nacional de Podemos por Baleares

Sangre de Somió en la bancada morada

Segunda de trece hermanos de una familia ilustre, la secretaria general de Podemos Menorca destacó desde niña por ser "tremendamente imaginativa"

Sangre de Somió en la bancada morada

Si se juntase con todos sus hermanos, no tendría problema para formar un grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados. Trece miembros forman la familia De la Concha García-Mauriño, criada en la Colonia del Piles, en la acomodada parroquia de Somió. Una extensa descendencia fruto del enlace entre Eladio de la Concha, médico pediatra de gran prestigio y familia ilustre, y Matilde García-Mauriño, hija ovetense de un registrador de la propiedad y proveniente de una familia de jueces.

Pero Mae de la Concha se sentará en la bancada de Podemos, tras salir elegida por la circunscripción de Baleares, donde lleva residiendo más de tres décadas. Criada en un entorno donde la ideología mayoritaria es bien diferente, Mae -como le llaman los que le conocen para abreviar su kilométrico nombre compuesto- optó, desde bien joven, por hacerse a sí misma, aunque conjugándolo a la perfección con su inefable apego a su gran familia. "Todos nos respetamos mucho, aunque no seamos mayoritariamente de una ideología cercana a Podemos. Son sus ideas, las defiende con mucha honestidad y nos parece perfecto, desde el prisma de que quiere ayudar a la sociedad con su ideología", cuenta un miembro de la familia.

Mae, que nació en 1954, es la segunda de los trece hermanos. Mayor que ella es Matilde, y menores, el resto: Carlos, Nacho, Mamen, Eladio, Cristina, Marisol, Carolina, Rosa, Fernanda, Eloy y Virginia. Al igual que los primeros hijos del matrimonio, tiene un nombre largo, con cierto aire aristocrático: María Asunción Jacoba Pía. Pero todos la conocen por Mae, al igual que en su incipiente carrera política, ligada al círculo de Podemos de Menorca, donde ejerce de secretaria general. En diciembre concurrió con éxito a los comicios generales como segunda en la lista de Baleares. Ahora ya tiene acta de diputada.

Los apellidos De la Concha García-Mauriño han saltado así a la política nacional. Pero Mae apuntaba maneras desde bien pequeña, cuando ya albergaba un sinfín de inquietudes. "Siempre fue tremendamente imaginativa", aseguran quienes la conocen bien. Creativa y, además, "volcada en los demás".

Así quedó patente bien temprano en la Colonia del Piles, de la que su madre, Matilde García-Mauriño, es habitante más veterana. En ese grupo de casas -por aquel entonces no tantas como ahora- se criaron todos los hijos del ilustre matrimonio. El vecindario conformaba "una gran familia", con niños y adolescentes disfrutando al aire libre.

Y entre esa gran prole destacaba la mente organizadora e imaginativa de Mae. Pensando en clave colectiva, organizaba fiestas, proyecciones de cine o representaciones de teatro en algunas de las viviendas de la colonia. Otras veces asumía la responsabilidad de llevar a todos los pequeños de la urbanización a la cercana playa de San Lorenzo en un agradable paseo.

Pasó por el colegio Blancanieves, que tenía gran fama en Somió y estaba situado junto a la iglesia parroquial de San Julián. También se educó en Las Ursulinas, cuando el centro se ubicaba en la calle Cabrales, y en el instituto Doña Jimena. Tenía inquietudes culturales y, además, mostraba una importante sensibilidad hacia los animales. Recogía ejemplares abandonados que se encontraba en la calle y los metía en casa. Su madre Matilde no tenía más remedio que aceptarlos.

Su padre, Eladio de la Concha, era hombre notable en la ciudad: médico pediatra de prestigio que disfrutaba con el arte y la cultura, y una suerte de mecenas habitual de las tertulias. El apellido De la Concha tiene peso: su tío, Ignacio, se hizo un nombre como prestigioso catedrático de Derecho. Y de la misma familia proviene también el filólogo Víctor García de la Concha, actual director del Instituto Cervantes y anterior responsable de la Real Academia Española.

Eladio legó a sus hijos también un espíritu político, a la par que respetuoso. Quienes le conocieron de sus tertulias le definen como "un animal político". En las mismas había representantes de todas las ideologías. Llegó a ejercer cargos en el Ayuntamiento de Gijón y en la Diputación Provincial de Oviedo, donde luchaba contra viento y marea por conseguir ayudas para su ciudad durante el franquismo. Siempre con grandes dosis de espontaneidad y lucidez, fuese quien fuese su interlocutor.

De hecho, cuentan de Eladio de la Concha alguna anécdota que bien refleja su forma de ser y proceder. Así lo narraba Pedro García-Rendueles, quien fuera secretario de la Cámara de Comercio de Gijón y gran impulsor de la Feria de Muestras: "Cansado en la Diputación Provincial de Oviedo de solicitar ayudas proporcionales para Gijón en materias variadas (...), sin conseguirlo, un día en que se discutía la distribución de ayudas para las mujeres descarriadas, que se decía entonces, logró la más sustancial para el municipio de Gijón y, entonces, exclamó en plena sesión, que presidía José López Muñiz y González Madroño: '¡Coño, Pepe, menos mal que reconoces que Gijón tiene más putas que Oviedo!'".

Así era Eladio de la Concha, que falleció el 14 de enero de 1977 dejando a su esposa Matilde con una gran prole a su cargo y, para el recuerdo, la figura de un hombre trabajador, generoso y notable; hábil y espontáneo.

Matilde García-Mauriño, mujer esforzada y laboriosa, se sobrepuso a la situación de forma encomiable. Y, para ello, optó por el sector de la lotería. Abrió una Administración, a la que tenía derecho como huérfana de guerra. Tenía 12 hijos a su cargo, pues solo la mayor, Matilde, se había casado. Durante décadas regentó el negocio en la esquina de la calle Cabrales con Cienfuegos. La madre de familia también tenía inquietudes y escribía desde muy joven. Ahora cuenta con varias novelas publicadas a sus espaldas. Entre ellas, una serie dedicada a los primeros reyes tras el inicio de la Reconquista en Asturias.

Mae mamó la pasión cultural de sus progenitores, pero también "quiso hacerse a sí misma". Así, con tan solo 16 años se lió la manta a la cabeza y puso rumbo a Francia. Quizá tuviese aquello algo de acto reflejo en el espejo maternal, pues Matilde García-Mauriño también había pasado por tierras galas en su juventud al estudiar un año en la Universidad de Angers, cerca de Nantes.

La segunda de las hijas optó, sin embargo, por trabajar en Francia en diferentes profesiones: niñera, dependiente o auxiliar de hospital. Allí adquirió un perfecto francés, idioma que habla junto al inglés. Inquieta en muchos sentidos, fue probando no solo diferentes trabajos, sino también lugares. Pasó por León, Santander, Barcelona y Madrid. Pero manteniendo, siempre, una relación más que fluida con su familia, con visitas habituales a su ciudad natal.

Después de tanto tentar -deslíguese el término de cualquier tinte taurino, pues Mae, defensora de los animales, pertenece a un partido abiertamente contrario a este festejo- terminó instalándose en Menorca, lugar del que se enamoró y que vio nacer a sus tres hijas, Clara, Julia y Cora. Todas ellas, mayores de edad ya, siempre se han mantenido unidas a la familia gijonesa de su madre. Forman parte de una extensa lista de primos.

La ahora diputada pasó de una especie de nomadismo a establecer residencia en Baleares, aunque con los trabajos siguió probando. Ejerció de secretaria del Juzgado, de la notaría, administrativa en un despacho de arquitectos y dependienta de una tienda de artesanía. Pero la querencia por el mundo cultural, que lleva en la sangre, terminó por guiarle hacia el sector librero. En Ciutadella fundó "La Torre de Papel", espacio creativo y dinámico que ha cerrado tras volcarse en la actividad política de la mano de la formación morada.

El bicho político le picó con fuerza a través de los movimientos del 15M. Entró en contacto con sus impulsores y empezó a participar. "Nunca me planteé esto como una ambición, sino como una forma de trabajar para mejorar, para que haya cambios reales para la gente", confiesa la ya diputada, que ahora tiene menos tiempo para sus grandes aficiones como dar clases, la lectura, asistir a conferencias o, como no, pasear con los perros.

En su familia, donde hay más vinculaciones con la derecha gijonesa, se alegran por el éxito de la segunda de los trece hermanos. "No en vano, en el fondo todos pensamos parecido, aunque lo defendamos de distinta manera", señala uno de ellos. Se trata de mirar por los demás, con el mismo respeto a la diversidad de ideologías que había en las tertulias en las que participaba su padre.

Mae, la inquieta aventurera de una familia gijonesa ilustre, ha decidido dar el salto a la política. Por eso, en el grupo parlamentario de Podemos hay sangre ilustre de Somió. Sangre educada en la generosidad que confiere haberse criado junto a doce hermanos pero que también ha buscado, desde bien joven, encontrar su propio ADN.

Compartir el artículo

stats