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Ricardo de Dios: "El testamento vital toca creencias y sentimientos muy profundos"

"Tenemos derecho a negar que nos pongan ciertos tratamientos", afirma el especialista en medicina familiar

Público asistente a la charla del Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. M. LEÓN

"El testamento vital no deja de ser un instrumento en el que ejecutamos parte de las decisiones del final de la vida". Ricardo de Dios, especialista en medicina familiar, analizó ayer las decisiones relacionados con el final de la vida en su conferencia en el CLUB LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. "Uno de los grandes dilemas del ser humano es la entrada en la muerte", afirmó en una acto en el que colaboró la Asociación Derecho a Morir Dignamente.

El testamento vital es un documento en el que se expresa la voluntad sobre las atenciones médicos que se desean recibir y las que no en el caso de padecer una enfermedad irreversible o terminal. Una decisión que debe tomar el paciente por sí mismo y siendo consciente de sus actos en ese momento. "Tenemos el derecho a negar que nos pongan determinados tratamientos y a aceptar otros", recordó.

Su charla giró en torno a este documento, que tildó como "desconocido para muchos", ya que a su juicio "la tasa de personas que lo complementan aún no es muy llamativa". Pero para este componente del servicio de atención al ciudadano del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), "es una cuestión que toca con sentimientos muy profundos del ser humano en función de sus creencias religiosas o ideológicas".

En su intervención puso como ejemplo que este asunto "remueve sensaciones de pérdidas durante la vida y de dolor asociado, y a veces los debates en vez de llevarlos a situaciones de serenidad se convierten en momentos muy encrespados".

En el trasfondo se sitúa un elemento cultural. "En todo lo relacionado con la eutanasia y el suicidio asistido existe mucho halo de misterio por el desconocimiento y el impacto que suponen los casos que se conocen. La reflexión de fondo todavía no se ha generado", explicó, después de que al comienzo de su charla mostrase algunos de los casos más polémicos, como el de Ramón Sampedro, que quedó tetrapléjico en 1963 y que falleció en 1998 tras tomar cianuro facilitado por sus amigos.

"Aunque el ser humano es el único ser vivo que es consciente que va a morir, para él no es nada agradable afrontar esta situación", apostilló Ricardo de Dios, que admitió que "muchas veces se plantean dilemas morales sobre la muerte como si decidimos nosotros, si es un don de Dios, o si es competente para darla o quitarla" y remató que lo importante es "reflexionar sobre ese momento y ver qué queremos hacer con nuestra muerte".

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