El viento que se llevó volando las carpas de la feria Arte Gijón 2015 va camino de quedarse en nada en comparación con el huracán de indignación que sienten a día de hoy algunos de los artesanos afectados por aquel desastre. Una indignación que procede de los 200 euros de indemnización por los daños sufridos que ayer mismo ofreció la casa aseguradora a los vendedores con los que aún no ha habido acuerdo.

En concreto son dos joyeros de Oles (Villaviciosa) y Salinas, de los más perjudicados por el suceso, los que esperan a día de hoy poder dar por zanjado el tormentoso episodio, pero no parece que vayan a poder.

El acto de conciliación convocado para el día de ayer en los juzgados gijoneses, entre los afectados y la aseguradora, acabó como empezaba, sin acuerdo pero con más tensión.

"¿Pero qué consideración tiene esta gente por la artesanía? Pensarán que no somos industriales, ni pagamos impuestos, ni vivimos de nuestro trabajo... Es indignante. Yo tengo un taller de plata y joyería y por el problema del viento perdí cuatro días de venta de la campaña de Navidad, que es muy importante; perdí materiales del puesto, tuve que cambiar algún expositor que se rompió y volver a montar todo y repasar piezas en el taller para no tuvieran ningún defecto. Pero de todo eso en la aseguradora no quieren saber nada. Estoy alucinado", indicaba ayer, ofendido y rabiado, César Mencía, con taller en Oles.

Este artesano-joyero se siente insultado no sólo por la oferta económica, sino por todo el proceso que la envuelve, ya que al acto de conciliación la aseguradora Mapfre ni siquiera envió algún representante legal con conocimiento de lo sucedido. "Aquí vinieron dos procuradores que reconocieron no saber ni a qué venían, y con orden de no negociar nada. Eso es tiempo perdido que no estoy en el taller, y un suma y sigue. Ni atienden a los daños, ni al lucro cesante, ni a ningún tipo de compensación", enumera el afectado.

Igual de indignado se mostraba Faustino Fernández, "Pichi", joyero de Salinas, responsable de la firma "Xtras". Ya en aquel aciago día de diciembre de 2015 el artesano temía y advertía que si no se hacían las cosas con rigurosidad, al final podrían resultar más perjudicados. "Pichi" reclamaba el día del vendaval que un perito corroborase la relación de desperfectos de cada artesano. "En este país de 'lazarillos' todo puede ir a peor", lamentaba.

También a él le ofrecen unos escasos 200 euros a tenor de que "mi puesto literalmente desapareció. Yo no pude montar hasta el 2 de enero (el suceso ocurrió el 28 de diciembre), las vitrinas de cristal por supuesto que se rompieron, un proyector recién comprado por 700 euros apareció a muchos metros, inservible... Sólo reclamamos lo que es nuestros y desde luego yo no pienso conformarme con 200 euros", añadió. Algo que, por otra parte, sí hicieron otros compañeros, que ya han dado por zanjada la cuestión para evitar dar más vueltas. "Cada uno sabe y valora lo que le cuestan las cosas y está claro que a alguien de fuera de Asturias igual no le compensa gastar en abogado, en desplazamientos y en dejar de trabajar por una reclamación que tal vez en su caso no era cuantiosa. Cada uno sabe de lo suyo. Pero desde luego yo no pienso dejar las cosas así, aunque eso nos obliga a seguir gastando en un juicio para que se nos compense de una forma adecuada", admite César Mencía.

"Pichi", remontándose al día del suceso, admite que muchas cosas se hicieron mal. "Eran carpas de verano que no estaban ancladas al suelo, y su peligro era evidente. Y lo avisamos. No entiendo cómo nadie más denunció nada o se dejó correr algo así, que podría haber sido un suceso terrible. Porque hubo daños en un coche, se bloqueó el acceso a un parking, un guarda de seguridad resultó lesionado y si no hubo más desgracias, clientes o trabajadores lesionados, fue por casualidad; pero ni al Ayuntamiento le importó mucho", indica.