Hay un grupo de artistas en los que no gastaría ni un euro en comprar sus discos, prefiero escucharlos en alguna plataforma de descarga gratuita y no muy a menudo, porque cansan. Leiva es uno de ellos. Su voz no me convence: un timbre sin cuerpo, sin resonancia, con una tesitura que se mueve en un registro limitado medio-agudo y falto de matices, con atisbos de desafinación -aunque eso está de moda- y una colocación de la voz en la garganta sin presión del diafragma. Particularmente me desagrada. Sus letras tampoco me convencen: casi todo gira en torno a amores, desamores, a lo que fuimos, a lo que nos quisimos y bla, bla, bla, demasiado manidas a estas alturas. En lo que concierne a la parte arquitectónica de las canciones sí que hay una buena construcción instrumental, buenas ideas, buenos arreglos y una producción impecable que lleva el sello inconfundible de Carlos Raya.
Pero me faltaba el directo. Leiva llegó a Gijón de la mano de Metrópoli para presentar, su último y tercer trabajo en solitario desde que decidió disolver "Pereza". Desató sus primeros "Monstruos" con "La lluvia en los zapatos", la "Guerra Mundial" y también soltó sus "Animales", un antiguo éxito de su etapa con Rubén Pozo, el otro alma máter de "Pereza". Para el tercero o cuarto tema de la noche mi opinión sobre Leiva había cambiado totalmente. Su voz, con un punto de ronquera, tenía cuerpo, fraseaba perfectamente empastando con los coros y dejaba de ser el típico cantante "popy" con toques roquerillos para convertirse en un vocalista de banda de rock & roll auténtica. Toda una sorpresa para mí.
Casi dos horas de concierto en el que el recinto abarrotado de público hasta las vallas disfrutó de sus éxitos con "Pereza" y en solitario, que ya suman unos cuantos. Sin pausa entre tema y tema se sucedían canciones arropadas por la "Leiband", un pedazo de banda capaz de convertir canciones insulsas y pensadas para lograr un rápido éxito en el mainstream, en grandes temas: "Estrella Polar", "Princesas" o "Sincericidio" son buenos ejemplos de ello. Muy destacables los arreglos del Hammond en las manos de César Pop, así como la riqueza rítmica en el tándem formado por Luismi Huracán (percusión) y José Bruno (batería). Buen sonido del bajo a cargo de Manolo Mejías y brillantes los metales de Tuli y Gato Charro. Los riffs de guitarra de Juancho Sidecars empastan perfectamente con la Telecaster de Leiva, destacando algunos temas como "Superman", "Electricidad" o "Terriblemente Cruel".
Sin duda, lo mejor de Leiva es la piña que forma con sus músicos, se lo pasan bien encima del escenario y son capaces de transmitir esa complicidad que hay entre ellos en cada tema y en cada arreglo. Así que después de este concierto probablemente seguiré sin comprar sus discos, pero cuando tenga ganas de escuchar una buena banda de rock & roll Leiva y su Leiband será una de mis opciones. En directo son un bombazo.