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JOSÉ ANTONIO GARCÍA SANTACLARA, "SANTA" | Sacerdote, fundador de Siloé

"La crisis ha supuesto una involución de la que cuesta salir"

"Me he topado con más dificultades trabajando con gente considerada normal que con los grupos que atiende Siloé"

José Antonio García Santaclara. CLARA FERNÁNDEZ

José Antonio García Santaclara será a partir de mañana Hijo Adoptivo de Gijón, una de las máximas distinciones a las que puede aspirar quien no ha nacido en la villa. Portavoz incansable de los más vulnerables, es el alma mater de Siloé y sigue pidiendo lo mismo que hace 40 años cuando llegó desde París para trabajar con toxicómanos, enfermos mentales o enfermos de sida: humanidad y justicia.

- ¿Qué supone esta distinción?

-En primer lugar quiero decir que es un reconocimiento a título particular pero que repercute en Siloé de forma especial porque llevo toda la vida trabajando aquí a través de Siloé. Significa un estímulo para seguir trabajando, sobre todo Siloé, porque siempre puede rejuvenecerse en otras personas y se supone que en adelante hay que hacer más y mejor. La calidad es fundamental, que lo que hagamos en beneficio de los demás lo hagamos bien, con caridad y humanidad. No vale cualquier cosa.

- ¿Cómo era el Gijón que se encontró hace 40 años?

-Muy acogedor, cosa que se nota, porque vine de París directo aquí, vi lo que vi y aquí planté mi tienda y aquí sigo. Era un Gijón muy vivo, con mucha actividad social, bastante más que en otras ciudades.

- ¿Cómo ha evolucionado?

-Toda evolución dicen los científicos que conlleva una involución, y yo creo que igual la solidaridad renquea ahora mismo en algunos puntos. Hay cosas que se ha evolucionado y otras que se ha involucionado, sobre todo a raíz de la crisis, se ha ido hacia atrás y ahora está costando remontar. Pero sigue siendo una ciudad interesante, abierta.

- No era fácil atender al colectivo que atendían...

-En realidad no es más difícil que trabajar con otra gente. Yo me he encontrado con más dificultades trabajando con gente oficialmente "normal", me he topado con más oposiciones y más malquerencias que con los grupos que el Papa Francisco llama "de las periferias". Siempre he encontrado acogida, cariño, gratitud... Siempre diré que los oficialmente buenos a veces no somos tan buenos. Había un patriarca budista hace 3.000 años que decía "fijaros si Dios es bueno bueno, que hasta los buenos se salvan". Yo he encontrado gente en la cárcel, en los grupos con los que he trabajado, de los que he aprendido y me han sorprendido tanto que me siento hasta acomplejado.

- ¿Cómo ha cambiado el perfil de la necesidad?

-Ha cambiado mucho. Hay gente que hasta antes de la crisis tenían una vida normalizada, que no tenían necesidades especiales, y ahora nos encontramos con un colectivo de gente que sí necesita una atención y solicitan ayuda. Sobre todo se trata de casos que llegan al centro de día Milsoles, y se ve que es gente que en otra época no necesitaban ayudas sociales y ahora las están demandando. El paro ha provocado una pobreza real en la gente.

- ¿Hacia dónde avanza Siloé?

-Es muy difícil prever hacia dónde vamos, porque las cosas hoy en día cambian mucho de un día para otro. Yo no quisiera ser negativo ni pesimista, pero la perspectiva es la de que en algunos aspectos vayamos a peor. Lo que sí es cierto es que hay un renacer de gente que de alguna manera va descubriendo un poco más el valor humano. Hay una corriente que está intentando humanizar las relaciones, y preocuparnos y ocuparnos más de los de más, y querernos más como seres humanos. Hay cosas horribles, la inmigración a mi me preocupa muchísimo, esa negativa de Europa a acoger. Estamos ante un egoísmo terrible, pero no vamos a ser negativos. Hay que tener esperanza en que el ser humano tiene capacidad para reaccionar y enmendar la plana.

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