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"Marineros" pasa por el taller

La icónica escultura de Rubio Camín vive un proceso de restauración antes de volver a su ubicación en un edificio de la calle Zamora

"Marineros" pasa por el taller

Antes del Elogio del Horizonte, del monumento a la Madre del Emigrante y del acero corten, Gijón ya tenía vanguardia y modernidad a la vista de todos. Fue un gijonés, artista multidisciplinar, escultor, pintor e incluso premio nacional de fotografía, quién se atrevió a engalanar un edificio privado en pleno centro de la ciudad. Joaquín Rubio Camín inauguró su obra "Marineros" en 1960 y hasta hace bien poco la escultura permanecía expuesta en la fachada del edificio de la calle Zamora esquina con Marqués de San Esteban.

En 2006, el Ayuntamiento inició un periplo de licencias de restauración y adecuación de edificios que llega hasta el día de hoy. Hace ahora doce años, los anclajes de la obra y los azulejos de la fachada comenzaron a llevarse mal. Fue entonces cuando a la comunidad de propietarios del inmueble no le quedó más remedio que acometer obras. La licitación cayó en manos de la empresa gijonesa Aluminio de Tremañes.

"Al hacer el estudio se vio que la obra estaba en un buen estado de conservación y era la fachada la peor parada", explica Luis Saro, encargado de la restauración de la obra de Camín. Saro, licenciado en Bellas Artes y restaurador artístico desde hace más de treinta años, trabaja mano con mano con Auriga Restauración, empresa asturiana sobre la que ha recaído el peso de llevar la obra de Rubio Camín a su estado original y de devolverla a su lugar de origen "tal y como la concibió el propio artista".

Los trabajos que se realizan sobre la obra han tenido que pasar por el filtro de la administración. Fue la consejería de Cultura la que dio el visto bueno tras aprobar Patrimonio los criterios de intervención de Saro y Auriga. "Al no ser una estructura sólida y estar conformada por multitud de piezas ha sido muy complicado el desmontaje de toda la obra. Al no tener esa consistencia será difícil volver a subirla a la fachada, pero el proceso será el mismo que el utilizado por Camín en 1960", explicó el restaurador.

Se trata de una obra "muy coherente" y "muy moderna para la época", a juicio de los restauradores, pero el paso del tiempo es inexorable y el hierro ha terminado por oxidarse. "Tenemos que pensar que estamos ante una obra exterior y que, con el clima de Asturias, la humedad de Gijón y el salitre de la zona donde está situada, cerca del puerto deportivo, lo normal es que sufra desperfectos; aun así, la pericia y mano de Camín ha hecho que aguantase intacta casi seis décadas", explica Luis Saro, que era amigo personal del artista.

Los trabajos se realizan respetando la idea original. Por ejemplo, para restaurar la barca donde se encuentran los marineros se ha utilizado fibra de vidrio y resina epoxi, tal y como se usa para crear las barcas y lanchas actuales. Rudy Lobosco y Santiago Longo son los otros dos restauradores que siguen la idea de Saro. "Ya habíamos trabajado con obra de Rubio Camín hace tiempo, fue con unos medallones del Museo Evaristo Valle y podemos decir que el trabajo de Camín nos encanta, es de una belleza extraordinaria", explicó Lobosco.

Para Longo poder trabajar en su ciudad natal supone un orgullo. "Como gijonés es un privilegio saber que la obra se va a mantener gracias a nuestros trabajos, es algo que nos emociona", señaló el especialista, quien afirmó además que "no todos los días tienes una escultura tan motivante. Sus metales, sus líneas, el lugar donde se encuentra expuesta, todo te estimula ". A Saro, Longo y Lobosco les quedan por delante un par de semanas más de trabajo, pero para ver la escultura en su lugar harán falta algunos meses más.

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