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Lección de feminismo a orillas del Turia

La filóloga gijonesa Teresa Meana, hija adoptiva de Valencia por su lucha por una sociedad "más inclusiva y abierta"

La gijonesa Teresa Meana recoge el reconocimiento de manos del regidor valenciano, Joan Ribó. LNE

"Estamos en un momento fundamental para la lucha feminista pero a ver si vamos a morir de éxito. Se generaron muchas expectativas el pasado 8 de marzo". Quien así habla es Teresa Meana Suárez (Gijón, 1952), filólogoga y activista feminista, que acaba de recoger el título de hija adoptiva de Valencia, ciudad donde reside desde 1993 y donde ha destacado también por su lucha por una sociedad más inclusiva. "Me gusta", dice sobre esta última distinción, "por lo que supone de reconocimiento para el movimiento feminista".

Meana es licenciada en Filología Románica por la Universidad de Oviedo y durante años, hasta su reciente jubilación, ejerció como profesora de Lengua y Literatura castellanas en centros de Secundaria, primero en Asturias -"empecé en Grao y Mieres", aclara- para trasladarse después, durante casi una década, a diferentes destinos en América Latina, etapa en la que fue distinguida como Huésped de Honor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, también por su compromiso con la lucha feminista. "Lo mío deben ser las ciudades", declaraba, ayer, feliz por el último reconocimiento. "Todas las mujeres son importantes", manifestaba esta filóloga gijonesa y socia fundadora de la Asociación Feminista de Asturias, "lo mismo la que pega un cartel que la lucha desde cualquier otro escenario contra el sexismo en el lenguaje". El Ayuntamiento de Valencia ha querido destacar en el título de hija adoptiva el activismo de Meana en la ciudad del Turia "en una tarea muchas veces invisible, por crear una sociedad más inclusiva, abierta y feminista".

Su compromiso quedó de manifiesto con la publicación, en 2002, de un manual sobre un uso no sexista de la lengua, titulado "Porque las palabras no se las lleva el viento". "No olvidemos que la opresión a la mujer es universal", sostiene, "siempre hay retrocesos". Ahora, agradecida por haber podido llevar su lucha también al salón de plenos de un ayuntamiento, pide que no se olvide otro de los escenarios más recientes de exclusión de las féminas: el colectivo de personas refugiadas. "A ellas ni las vemos. Se habla de los refugiados y sus criaturas pero nunca de las mujeres. Por eso es tan importante el lenguaje, que lo mismo ilumina y maquilla pero también oscurece si no se nombra", agrega.

Meana recuerda que, en todo el mundo, se utiliza también la figura de las niñas "para castigar a las madres", de manera que la lucha debe ser continúa y sin descanso, afirma esta gijonesa que desde sus inicios en la Universidad de Oviedo ha mantenido una activa defensa por una sociedad más abierta y feminista. "A quienes nos manifestamos en 1975 nos decían: 'a casa, a fregar', porque suponían que las mujeres que salían a la calle a protestar tenían la casa sucia". Por este motivo, combatir el sexismo en el lenguaje continúa siendo todavía hoy una prioridad.

Lucha universal

En los diez meses que lleva jubilada de la enseñanza, a caballo entre Asturias y Valencia, no ha hallado todavía un espacio donde esté completamente superado el estigma sexista. El feminismo, dice Teresa Meana, siguiendo las tesis de otras activistas como ella, no es una filosofía sexista, ni está en contra de ningún género. "Hay que pelear por las mujeres en todos el mundo", concluye la última hija adoptiva de la ciudad del Turia.

En el libro de honores y distinciones de la ciudad de Valencia también se incluía el reconocimiento como hijos adoptivos de la ciudad al científico Avelino Corma y al fotógrafo 'El Flaco', así como la entrega de cinco medallas de oro a Salvem el Cabanyal y el movimiento #QuieroCorredor, entre otros galardonados.

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