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Seis años se tardó en dar luz verde a la creación del puerto deportivo

El periodista Manuel Suárez Caso, quien fundó y dirigió la revista "Gaceta Ilustrada", fue distinguido con el segundo premio "Adeflor"

Panorámica aérea del antiguo puerto local.

Si las cosas de palacio sabido es que siempre van despacio, en el Ayuntamiento de Gijón durante el mandato del alcalde José Manuel Palacio -del que nunca dudé de su honradez personal, pero que no comprendió las limitaciones personales que padecía por no confiar nunca en nadie, ni de su leal asesor personal Juan Álvarez, a quien le obligó a informarle previamente de con quien se iba a reunir- los temas pendientes de resolver fueron a más. Tras cargarse a Luis Aurelio Sánchez Suárez y José Luis Ortiz Hornazabal, el hombre fuerte de la Corporación Municipal pasó a ser Julio Gómez Rivas. Desde la Agrupación Municipal del PSOE se le cercaba en un innegable asalto al poder de cara a las próximas elecciones municipales y, a pesar de que está prohibido expresamente que fuesen sacados expedientes de la sede del Ayuntamiento, no solamente los dejaba perdidos en la cafetería "Cisne Negro" en la calle de Menéndez Valdés -que era uno de sus sitios habituales- sino que hasta desde Mansilla de las Mulas fueron remitidos algunos expedientes dejados allí por el alcalde José Manuel Palacio, lo que provocó grandes alarmas en el aparato administrativo que estaba dirigido por el secretario general letrado, Alfredo Villa, quien por entonces cumplía veinticinco años en sus responsabilidades públicas.

Por si no fuera poco, el clima de relaciones personales en el seno de la Corporación Municipal se elevaba a niveles muy preocupantes, al prohibir el alcalde el acceso directo de los concejales a la consulta de los expedientes, sin ser previamente autorizado por él, lo que supuso graves enfrentamientos políticos en defensa de unos legítimos derechos que no podían ser eliminados sin más ni más con una autoritaria decisión personal.

El círculo político se estaba cerrando para ahogar políticamente a José Manuel Palacio.

Tras la reversión del puerto local nada se hizo durante muchos años. La ciudad estaba paralizada y una buena prueba de ello era todo lo que no pasaba en la utilización municipal de las dársenas del histórico muelle y del Fomento y Fomentín, cuyos terrenos se encontraban en una situación lamentable de abandono. Tras la reversión oficial en los tiempos en que lo logró el presidente de la Junta del Puerto, Enrique López González, muchos años pasaron hasta que por fin las voluntades políticas se aunaran para hacer algo allí. Desde el gobierno de Pedro de Silva se dio un paso decisivo adelante y el consejero Pedro Piñera fue una persona fundamental para que la creación del puerto deportivo de Gijón fuese una realidad durante el mando de Carlos Zapico Acebal -quien casualmente veraneaba en Menorca en el mismo edificio que el todopoderoso Alfonso Guerra- al sentirse respaldado políticamente para sacarlo adelante.

Siempre conviene recordar que la Junta del Puerto y el Ayuntamiento habían firmado un convenio para la construcción de diques de protección en el Fomento y Fomentín, sin que fuese ejecutado por razones ignotas. Concretamente fue el 6 de diciembre de 1980 la fecha del acuerdo suscrito por la comisión mixta entre ambos organismos para que los técnicos portuarios se encargasen de realizar los proyectos precisos para la construcción de diques de protección que permitiesen ganar terrenos al mar.

Pero nunca se hizo nada. Por lo que no fue hasta seis años después cuando el 15 de diciembre de 1986 la Junta del Puerto aprobó el proyecto definitivo para la creación del puerto deportivo -Carlos Zapico advirtió en aquellos tiempos que el Ayuntamiento no había concedido una peseta para hacerlo realidad, lo que dejaba bien a las claras el nulo apoyo municipal- una imaginativa propuesta que fue encabezada por los arquitectos Fernando Nanclares y Juan González Moriyón.

Una ciudad en crisis. Gijón se encontraba en una preocupante situación por lo que un grupo de personas de todas las ideologías crearon la plataforma cívica "Foro Asturiano" que estuvo constituida por Francisco Prendes Quirós, Serafín Málaga, Carlos Cima, Atanasio Corte Zapico, Manuela Fernández Junquera, Viliulfo Díaz Pérez, Adolfo Barthe Aza, José Martínez Álvarez, Antonio Checa, Francisco Ballesteros Villar, José Luis Marrón Jaquete, Guillermo Mañana y José María Buján. Todos entendieron que ante el declive industrial había que buscar nuevas alternativas a Gijón que era una ciudad que se encontraba en crisis. Su éxito fue tal que en pocas semanas llegaron a tener doscientos socios. Y sus reuniones las mantuvieron con luz y taquígrafos en el restaurante "Las Delicias" porque para ponerse a pensar juntos en voz alta siempre convenía hacerlo en un lugar relajado ante una suculenta cena y vinos de calidad.

Pero, claro, de las palabras nunca se pasa a los hechos porque los oídos sordos siempre priman cuando no se trata de partidismos sectarios. Como diríamos en una expresión de nuestro entrañable bable: "voces en castañéu".

De la tierra a la mar. El excepcional fotógrafo gijonés de retina privilegiada Joaquín Fanjul publicaría -gracias al editor Silverio Cañada, a quien no me canso de recordar que se le debe un gran homenaje por su contribución a la difusión de la cultura asturiana- un libro con el título "De la tierra a la mar", con textos de Héctor Vázquez-Azpiri.

Y aquella animada vida hostelera se entristecería por la jubilación de aquel entrañable camarero heterodoxo conocido popularmente como Julio "El Turraína", quien pasó marcando su inolvidable estilo hedonistico por el "Échate p'allá", "Molinucu" y "Casa Calixto". Eso sí tuvo la ejemplar idea de llevarle a la Virgen de Covadonga su chaquetilla que tantos secretos guardaba de la vida gijonesa.

Manuel Suárez Caso, un gran periodista gijonés. Aquel año de 1986, la Asociación de la Prensa de Gijón concedió su segundo premio "Adeflor" -el primero fue a Juan Ramón Pérez Las Clotas- al periodista Manuel Suárez Caso (Gijón 1912-1993), quien fundó y dirigió la renovadora revista "Gaceta Ilustrada", que logró llegar hasta los 185.000 ejemplares gracias a su innata sensibilidad al ser el primer medio de comunicación mundial que publicó la primera fotografía en color con motivo de la llegada del primer hombre a la Luna y desveló los entresijos del asesinato del presidente Kennedy, previo pago de un millón de pesetas al autor del artículo, lo que por entonces era una suma excepcional de dinero. De él dijo Juan Aparicio -el creador para Ramiro Ledesma Ramos del lema "España: una grande y libre"- que era "la inteligencia silenciosa". No le faltaba razón.

Manuel Suárez Caso era un joven periodista especializado en la información deportiva. Una potente familia económicamente hablando -de quien Juan Ramón Pérez Las Clotas diría que era de Gijón de toda la vida, aunque sus ancestros estuviesen al otro lado de los Pirineos- le dio una suculenta dote para que asumiese la paternidad de un embarazo de una ingenua doncella seducida por uno de sus varones y pusiese kilómetros por el medio para no crear problemas sociales en el entorno, en aquellos tiempos en los que el aborto no estaba contemplado. Así que discretamente una noche cogieron el tren en la "Estación del Norte" hasta Madrid, donde al gran periodista Manuel Suárez Caso le esperaba el éxito tras fundar con aquel dinero recibido la excepcional publicación semanal "Gaceta Ilustrada".

Cuando venía a Gijón a pasar los veranos nunca me olvidaré de que lo podíamos ver con sus impecables trajes blancos de indiano venido a más por las terrazas de Corrida Street.

Todo un triunfador.

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