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Carolina Castañeda: "Lo mejor para el edificio de Tabacalera sería un uso mixto"

La arquitecta, que ha estudiado los inmuebles históricos de la industria tabaquera española, afirma que el gijonés tiene gran potencial como icono

Miguel Ángel Álvarez Areces, con Carolina Castañeda. JUAN PLAZA

"Apostaría por darle varios usos al antiguo edificio de Tabacalera". Es la opinión que defendió ayer la doctora arquitecta Carolina Castañeda López, posiblemente una de las personas que mejor conoce los inmuebles históricos que ocupó la industria tabaquera española. Una convicción que sustenta en las posibilidades que ofrecen la amplia superficie disponible y en la necesidad de hacer unas instalaciones dinámicas en Cimadevilla: "Por mucho que se intervenga, si no se le mantiene vivo, un edifico vuelve a deteriorarse".

Es más, la investigadora está convencida de que la antigua fábrica de tabacos -y antes aún, desde 1670, convento de Agustinas Recoletas- posee grandes posibilidades como atractivo simbólico de la ciudad. "Tiene una superficie tal que apostaría por varios usos, desde la satisfacción de las necesidades del entorno inmediato, o sea, las de los vecinos, con dotaciones que ahora no haya, pero también por algo que subrayara su potencial enorme hacia el exterior como icono".

Un debate que, en todo caso, deberá resolver la Corporación que los gijoneses elijan el próximo mes de mayo. El inmueble es objeto desde hace meses de una amplia obra de consolidación. El gobierno de Foro ha ido decantándose en los últimos meses por hacer en Tabacalera el museo de Gijón, una idea que ya se planteó durante los gobiernos socialistas de Paz Fernández Felgueroso. La graves carencias del Museo Casa Natal Jovellanos parecen aconsejar una opción que contemple una instalación convenientemente habilitada para dar acogida a los importantes fondos artísticos locales. muchos sin exponer.

"En importante, en todo caso, que los hallazgos arqueológicos que se han hecho en el edificio, por ejemplo el depósito romano, junto con otras cosas singulares, sean visitables", explicó Carolina Castañeda. Y más: "Hay que ofrecer un discurso sobre las capas que hay ahí de la historia de Gijón, desde la época romana hasta la fabril".

La arquitecta hizo estas valoraciones antes de presentar su libro "Las Fábricas de Tabacos en España. Arquitectura industrial y paisajes urbanos", un volumen publicado por la editorial Cicees, en su colección "La Herencia recuperada". Carolina Castañeda, gijonesa de 1984 que se formó en la Universidad Politécnica de Madrid y en la de La Coruña, estuvo acompañada por Natalia Tielve, doctora en Historia del Arte, y por el editor Miguel Ángel Álvarez Areces, presidente de Incuna, la activa asociación en defensa del patrimonio industrial.

Un libro que recoge parte de la tesis de la arquitecta: una relectura de las fábricas de tabaco pero como patrimonio industrial y arquitectónico. La autora pone el foco sobre doce edificios, los considerados históricos desde la óptica de la industria tabaquera: desde el de Sevilla, que es del siglo XVIII, hasta los de Tarragona o Málaga, con data del primer tercio del siglo XX. El de Gijón se dedicó a la manufactura de cigarros a partir de 1842, tras la desamortización de Mendizábal. Y su actividad se prolongó hasta 2002, cuando las últimas cigarreras fueron trasladadas a Solares, en Cantabria, donde se alza hoy la postrera industria de Tabacalera.

"El caso del edificio de Gijón es muy interesante. Tiene, por ejemplo, una gran importancia desde el punto de vista social: un edificio que ha estado ocupado siempre por mujeres, monjas y cigarreras", indicó la arquitecta. Ésta ha rastreado los orígenes del inmueble: "Fue la primera casa conventual de Gijón, que quería tener conventos como los que había en Oviedo; se hicieron grandes esfuerzos en ese sentido".

No es un hecho habitual, al menos en Asturias, que una antigua dependencia religiosa se convierta en una fábrica. En la de Gijón llegaron a trabajar casi unas dos mil empleadas, pese a que había entonces menor población. Así que tuvo un gran impacto laboral y social durante décadas. "Había muchos lazos familiares entre las cigarreras, un oficio que pasaba de una generación a otra y en el que estaban muy unidas: de ahí el inicio de organizaciones sindicales y culturales", hace resaltar Carolina Castañeda.

Un edificio que forma parte de manera estrecha de la historia de Gijón y de indudable relevancia -sus dimensiones no son asunto menor- en la trama de la ciudad, no sólo en la de Cimadevilla. De ahí la importancia de acertar con la rehabilitación y el futuro destino del inmueble. "Conozco la solución que se aprobó en el concurso, aunque hubo variaciones. Es importante consolidar el edificio e intentar que no se deteriore, pero es clave también llegar a un consenso para su uso", defendió Carolina Castañeda.

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