Aterrizó con optimismo e ilusión el pasado 16 de septiembre de 2018 en la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, conocida popularmente en Gijón como la Iglesiona. El nuevo rector del templo, Manuel Robles Freire (Pola de Gordón, 1950) confía en continuar el legado positivo que le dejado sus predecesores.

- ¿Cuál es el balance de sus primeros meses?

-Me falta un poquitín de tiempo para hacerlo, pero estoy muy contento e intentando continuar la labor de los rectores anteriores, que ha sido positiva. Mi intención es cuidar el culto, ser sensible a las directrices del Papa y del obispo. También facilitar el templo a la gente de Gijón para que puedan rezar y recibir los sacramentos, especialmente la eucaristía y la penitencia. También ir retomando y potenciando una serie de actividades culturales como varios conciertos de órgano y dar uso a los espacios de la basílica, que tiene muchas salas de reunión. Esta es una iglesia abierta, acogedora y agradable. Estamos abiertos para todo el que quiera venir a rezar y a recibir los sacramentos.

- Los feligreses son, por lo general, poco amigos de los cambios. ¿Cómo ha sido la acogida?

-Es normal que a la gente le cuesten los cambios. Lo que pasa con los cambios es que siempre se necesita tiempo. Ahora estamos menos sacerdotes y a veces los cambios son más frecuentes. Hace 40 años, cuando empecé, los cambios eran mínimos, pero ahora hay sacerdotes que tienen que hacer un cambio porque hay una necesidad. Ahora son más frecuentes los cambios.

- ¿A qué cree que se debe el descenso del número de sacerdotes y seminaristas?

-Los tiempos han cambiado mucho. Antes, las familias tenían más hijos y era más fácil que uno se decidiera por ir al seminario. Ahora hay menos hijos y, a veces, las familias buscan por proteger tanto al niño en profesiones civiles. La influencia de la fe en la familia y en la sociedad antes era muy grande y los padres entendían que fuera sacerdote.

- ¿Y ahora?

-Ahora ha habido un enfriamiento más grande en las familias y también la sociedad ha cambiado y es más secularizada. Ya no se tiene ese ambiente tan cristiano. Todo influye. Pero esto no es solo en Asturias, ocurre igual en España y en toda Europa, pero no tanto en África y en América Latina, donde el cristianismo ha sido lo que han civilizado un poco. En Asia el tema vocacional siempre ha sido menor.

- ¿Y la basílica de Gijón? ¿Goza de buena salud?

-Está muy bien situada, en el centro de la ciudad, y es muy atractiva como templo. Debo decir que los jesuitas, durante 80 años que estuvieron aquí, hicieron una labor muy buena. Había abundantes jesuitas en Gijón, muy preparados, con dos parroquias, un colegio, la universidad Laboral y la basílica era el punto de encuentro de todo y cultivaban las congregaciones, la fe, las misas atractivas? Todo eso lo hacían muy bien.

- Continúe.

-Luego, en un momento determinado, los jesuitas se tuvieron que ir porque veían que no tenían gente y esto pasó a la diócesis. La basílica siempre ha gozado de buena salud, igual que ahora. Ocurre como en todos los sitios, que la población va siendo mayoritariamente mayor. Diríamos que la gente joven no es tan sencillo, vive hoy una situación más secularizada.

- ¿A la Iglesia le falla el mensaje para atraer a lo juventud?

-El mensaje no falla, pero para atraer a la gente un sacerdote debe ser gente de fe y optimista. Un estilo de ser que resulte atractivo. Luego, a la gente joven hay que comprenderla y tener mucha paciencia. No se puede olvidar que estamos en unos tiempos más secularizados que en otras épocas. Pero no hay fórmulas ni recetas. El mensaje es estupendo, pero el mensajero requiere simpatía, optimismo y paciencia para que esa lejanía de la gente joven vaya viendo un acercamiento. Requiere tiempo.

- ¿Y entonces?

-Aquí entra también la gracia de Dios. La fe no la puede dar un cura. No es que un cura crea que lo puede dar, pero a veces se hacen experimentos y ciertas novedades que, chico, esto es otra cosa. No es una novedad comercial, esto requiere la gracia de Dios.

- ¿A qué se refiere con experimentos?

-Ahora se pone énfasis en ir a la montaña, en los medios de comunicación, la catequesis se hace con audiovisuales. Todas esas novedades son maravillosas, ayudan, pero que una persona se mueva hacia la fe y la acepte es labor del Espíritu Santo. No porque un cura sea simpático y toque la guitarra da la fe. La fe la administra nuestro Señor.

- Han vuelto a iluminar al Cristo del Sagrado Corazón.

-No era fácil por su altura y su peso volver a iluminarlo. Queríamos haberlo tenido para estas navidades y al final se hizo el día 14. Ahora es visible tanto de día como de noche y eso le gusta a la gente. En Gijón hay muchas cosas que son interesantes, una es La Escalerona, otra El Molinón y otra el Sagrado Corazón. Hay más, pero para lo que es la vida de Gijón, el Sagrado Corazón es un punto de referencia.

- ¿Qué retos se plantea como rector de la basílica?

-Todavía es pronto, pero me planteo seguir dando continuidad a lo que se ha hecho aquí y el reto de mantener la liturgia, actividades culturales. También el que la basílica sea punto de encuentro de Gijón.

- ¿Y en lo material?

-La limpieza de las fachadas del templo. De las dos. Es un santuario que se merece estar limpio. Entre los retos materiales sería ése. Luego seguir la labor hecha aquí.

- ¿Alguna efeméride?

-Este año es el centenario de la consagraciación de España al Sagrado Corazón de Jesús por el rey Alfonso XIII. Será el 30 de mayo de 2019 y estamos preparando para hacer actividades.

- Supongo que sus feligreses le habrán hablado de las piezas dedel escultor Miguel Blay que se llevaron los jesuitas a Burgos: el sagrario y el Cristo

-Estamos en ello los feligreses, en esa espera cordial para que el sagrario y el Cristo vuelva a su sitio. Aquí es donde tiene que estar, porque allí no les dice nada, y aquí en Gijón dice mucho. Hay buenos deseos por ambas partes. Es fácil de que las cosas vuelvan a su sitio, porque los jesuitas, tal como están de sacerdotes, igual ese templo de Burgos ya no lo pueden mantener y veo como lógico, habiendo buenos deseos de todos, que el sagrario y el Cristo de Blay vuelvan a Gijón. Ahora, tenemos una espera con cordialidad y esperamos que vuelva, pero no podemos poner plazos. Llegará.