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Los vecinos critican el endurecimiento de las medidas de seguridad en las fiestas de prau

"Cada vez nos ponen más dificultades, habrá celebraciones que no se podrán hacer", alertan los responsables de distintas comisiones de festejos

Los vecinos critican el endurecimiento de las medidas de seguridad en las fiestas de prau

"Asusta un poco". Esa es la sensación que sacan en claro los responsables de las comisiones de festejos de distintos barrios y parroquias de la ciudad tras la reunión mantenida a primeros de semana con el concejal de Festejos del Ayuntamiento, Jesús Martínez Salvador, en la que se les expusieron todos los requisitos a cumplir para poder celebrar las tradicionales fiestas de prau, aunque todos coinciden que son normas que "hay que cumplir por seguridad". Se trata esencialmente de medidas que, todos coinciden, llevaban tiempo aprobadas pero "no se controlaba tanto su cumplimiento", como la necesidad de contar con un plan de emergencias, permisos de ocupación de espacio y exención de la ordenanza de ruidos, seguros de responsabilidad civil o planos y certificados de la instalación debidamente firmados por técnicos.

"Cada vez está la cosa más complicada", sentencia José Ramón Suárez, de la comisión de festejos de Castiello de Bernueces, "cada vez ponen más dificultades, piden más papeles, más permisos y más burocracia, son mil rollos". Para Suárez, esa es una de las razones de que no haya relevo generacional en la celebración de eventos de este tipo: "con todos estos impedimentos, es difícil que entre gente joven".

La de Castiello es una de las fiestas que viene ya asumiendo parte de estas imposiciones en los últimos años. "Son medidas que ya hacemos, como contratar seguridad o tener planes de evacuación, pero son muy costosas y, a cambio, el Ayuntamiento no te aumenta las subvenciones", explica. Por ello, Suárez adelanta que "habrá algunas fiestas que no puedan hacerse, porque les piden requisitos que no pueden cumplir, hay normas demasiado duras para fiestas de pueblo de las de toda la vida", analiza, "es marear la perdiz".

"Cada vez nos aprietan más", se queja Iván Suárez, de la asociación vecinal de Viesques, que opta por subcontratar la celebración de sus fiestas a una empresa externa. "No está mal que exijan más seguridad, pero ahora piden solicitudes de todo y permisos para todo", ahonda el presidente vecinal, "todo son trabas, burocracia y papeleo. Y cada vez va a más".

Todo ello conlleva que "si un año no te salen bien las fiestas, aunque sea porque llueve dos días, ya palmas dinero". Así, Suárez enumera "los permisos, los técnicos, la SGAE... por todo piden dinero". Con todo, el presidente vecinal de Viesques asegura que "no me extrañaría que muchos barrios y parroquias optaran por no hacer sus fiestas, porque dan mucho trabajo y salen muy caras".

"Incomoda bastante", resume Félix Gómez, organizador de las fiestas de la parroquia de Granda, "va a haber que dedicar muchas más horas y recursos para sacar adelante las fiestas". Gómez entiende que "muchas de estas cosas ya se hacían, pero más caseras. Ahora hay que normalizarlo todo un poco, pero parece muy complejo, con muchos técnicos, planos, permisos y firmas".

Por todo ello, irónicamente, Gómez pide la creación de "un módulo de especialización en celebración de verbenas populares", en el que se recoja perfectamente "cómo tenemos que actuar, qué hacer, qué pedir y a dónde, porque tenemos bastante desconocimiento en este área. Al principio, va a costar un poco". El representante vecinal pone el foco también sobre otro punto: "¿cuánto nos va a costar todo esto? Será un gasto que habrá que asumir reduciendo de otros sitios, como la programación musical".

Juan Carlos García, de la comisión de festejos de Trubia asegura tener miedo a que acaben con muchas de las fiestas del concejo. "La gente ya no se involucra porque cada vez es más difícil y más costoso sacar adelante una fiesta, con todas las trabas que te ponen y cada vez se les saca menos rendimiento", analiza García. Y adelanta que "en el momento en el que quieran limitar todo el tema de la gastronomía, ahí sí que van a acabar con todo", en referencia a las tradicionales paelladas o corderadas que se disfrutan en muchas parroquias. "Al final quedarán las misas, con la procesión, y poco más", lamenta.

Otra de las fiestas que ya está acostumbradas a estas medidas es la de Cabueñes, que el pasado año ya valló el espacio para evitar el botellón. "Fue éxito, no hubo ningún altercado", recuerda Ignacio Moro, organizador de los festejos, "no es algo que me coja por sorpresa y me parece muy bien que hagan que todos lo cumplan. Todo lo que sea positivo para la seguridad de las personas, es bueno". Sí entiende que haya a quien estas imposiciones les cojan a contrapié. "Si antes no lo hacían, ahora les va a suponer más gastos, pero es por el bien de la fiesta", zanja.

"Hay que cumplir la normativa, eso es impepinable", explicita Manuel González-Posada, presidente de la Federación de asociaciones de vecinos de la zona rural "Les Caseríes", que no obstante se queja de que "son más costes y la subvención no cubre. Veremos cómo tiramos para adelante".

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